Para ver bien El Hondo hay que venir al sur

En el mundo cambiante en el que vivimos actualmente, las personas, la economía y la naturaleza experimentan transformaciones a pasos de gigante. En este avance sin control muchas veces perdemos de vista, como especie, nuestra conexión con la naturaleza. Todo, artificial o silvestre, es naturaleza. En algunos lugares de especial relevancia, estos cambios pueden suponer puntos de inflexión para el medio ambiente, retos a los que nos tenemos que enfrentar en este siglo. Por eso y, para proteger zonas importantes de carácter cultural, económico y natural se establecieron las zonas protegidas como microrreservas (por iniciativa de la Comunitat Valenciana), parques naturales o parques nacionales. Hoy, vamos a viajar al sur de la Comunidad para adentrarnos en uno de los humedales en uso más importantes de nuestro territorio.

El Parque Natural de El Hondo, enclavado entre los municipios de Crevillente y Elche (Alicante), tiene su origen en la desecación, y reciente inundación, de una antigua albufera creada por la desembocadura del río Vinalopó. Durante la edad media esta zona pantanosa fue desecada para el cultivo de diferentes frutales que abastecían a la prolífica comarca del Bajo Vinalopó. Más recientemente, a principios del siglo XX, la construcción de dos embalses para la gestión y distribución de agua para riego propició la inundación del terreno conformando lo que actualmente conocemos como El Hondo.

En un entorno vivo y singular como éste podemos encontrar plantas que de ninguna otra forma estarían donde están. La vegetación del P. N. depende de dos factores ligados al agua: salinidad y concentración de nutrientes (grado de eutrofización), así como por el propio régimen de inundación del parque. Los terrenos que dan lugar al espacio natural son bastante homogéneos presentando pocas diferencias geológicas y de sustrato entre los distintos ambientes.

Los embalses forman el ecosistema principal del parque, con un agua relativamente dulce (entre 3,8-6 g/l de concentración de sales) y con alto grado de eutrofia (Viñals et al., 2001). Algunos nutrientes como los nitratos pueden alcanzar concentraciones 10 veces superiores a las de otras charcas lo que provoca una elevada proliferación de algas verdes, cianobacterias y otros microorganismos propios de las aguas eutróficas. Estas propiedades hacen que la vegetación sumergida sea escasa, dominando el carrizo (Phragmites australis) que rodea y coloniza las aguas poco profundas. En algunos lugares la caña (Arundo donax) acompaña, que no sustituye, al carrizo, generando en su conjunto grandes bloques de vegetación heliófila.

Enredándose entre los tallos de carrizo y caña es frecuente encontrar la correhuela lechosa o matacán (Cynanchum acutum) que, con sus flores blancas, espolvorea de color los lindes vegetales de los embalses. Entre los tallos altos de estas plantas y las enredaderas que los cosen, podemos encontrar libando y curioseando a una notable población de una forma poco habitual de la mariposa tigre Danaus chrysippus alcippus, mariposa cuya planta nutricia es la correhuela lechosa. Esta forma de predominante color blanco, en contraposición con el naranja habitual, está restringida al norte y oeste de África y, aunque su presencia en la península no es nueva, El Hondo destaca por su abundante población (Marco y Aldeguer, 2015).

En zonas más someras de los bordes de las lagunas principales, poniente y levante, el carrizal alterna con formaciones de ciperáceas (Bolboschoenus maritimus o Schoenoplectus litoralis) o juncos (Juncus acutus) y bosquetes jóvenes de taray (Tamarix boveana y Tamarix canariensis).

Las charcas periféricas, formadas por aguas más raras, suelen ser más salinas (hasta 10 g/l) y, en general, de mejor calidad (Viñals et al., 2001). En tierra firme el carrizo deja paso a matorrales halófilos, formaciones típicas de saladar, que incluyen interesantes especies como: Halocnemum strobilaceum, Halogeton sativus, Suaeda maritima, Sarcocornia fruticosa, Arthrocnemum macrostachyum o Salicornia ramosissima.

Especial relevancia suponen las saladillas o siemprevivas, plantas halófilas de muy elevado valor pertenecientes al género Limonium como L. santapolense, L. delicatulum, L. caesium, L. cossonianum o L. furfuraceum. En general estas comunidades suponen un punto de gran interés vegetal por su carácter endémico del sureste peninsular. Como consecuencia el parque natural de El Hondo posee cuatro microrreservas de flora: El Codo, El Fondó – Charca sur, El Fondó – El derramador y El Fondó – Els racons, espacios destinados a la conservación y recuperación de flora rara o amenazada como estas saladillas.

En torno al centro de interpretación y en otras charcas concretas del parque donde la calidad de las aguas es mayor y tanto la salinidad como el grado de eutrofización es menor, aparece una mayor variedad de macrófitos acuáticos. Plantas como Lemna gibba, Potamogeton pectinatus, Najas marina o Ruppia maritima acompañan a algas como Ulva intestinalis o Chara canescens completando una diversidad escasa, pero de gran valor ecológico (Servicio de vida silvestre, 2018).

En general la comunidad fitoplanctónica del parque natural de El Hondo se halla representada por una variedad relativa de grupos donde destacan las diatomeas. Presentes, aunque menos diversos, otros grupos como dinoflagelados, criptofíceas o cianofíceas completan el primer escalón de la cadena trófica. A su vez, el zooplancton, parte fundamental en la dieta de muchas aves como los flamencos, está dominado por rotíferos, aunque también se han detectado copépodos, cladóceros como Daphnia pulex, ostrácodos o anfípodos entre otros, especies todas ellas eurihalinas propias de las lagunas litorales del mediterráneo (Viñals et al., 2001).

Por último, en alguno de los terrenos drenados de la periferia, todavía es posible observar diferentes cultivos, tanto de frutales o especies arbóreas (granada) como de herbáceas (alfalfa). Esporádicamente las palmeras datileras (Phoenix dactylifera) salpican el parque aquí y allá, vestigios de un pasado donde el cultivo del dátil fue más frecuente. También, consecuencia de la gestión del humedal en el pasado, una hilera de eucaliptos (Eucalyptus globulus) plantados en la segunda mitad del s. XX bordea el canal principal atravesando el parque longitudinalmente (separando poniente de levante) y confiriendo un soporte arbóreo para las numerosas aves que pueblan el parque natural de El Hondo.

Como complemento, a lo largo de la estancia en el parque natural es posible contemplar numerosas plantas vinculadas con diferentes ambientes como Mesembryanthemum crystallinum, Plantago crassifolia o Apium nodiflorum, así como la visita, dentro del centro de interpretación, de un pequeño espacio vegetal llamado “El saladar” que hace las veces de jardín botánico representando algunos ejemplos de la flora típica de estos ambientes.

Es posible que el pequeño viaje a través de las letras, especies vegetales y animales y pintorescas descripciones no hayan sido suficiente para retratar esta zona rica, cambiante y viva de Alicante. La marcha anual de las estaciones modifica el panorama por completo. En otoño e invierno, cuando hay más agua, láminas de cristal transparente reflejan el azul frío del cielo; en primavera, la floración de muchas especies y el bullir de aves e insectos lo colma todo; en verano, bajo el sol abrasador, muchas zonas se secan dejando solo cañas y barro. Por eso, os invitamos a que vengáis al sur, disfrutéis en cualquier época del año de la cultura y la gastronomía del Bajo Vinalopó y que podáis compartir con amigos y seres queridos la flora, la fauna y las fantásticas vistas de El Hondo.