Los Jardines de María Antonieta: la renovación de un oasis de belleza histórica
Los Jardines de María Antonieta, situados en el corazón del majestuoso Palacio de Versalles en Francia, han cautivado durante siglos los miles de visitantes que reciben cada año con su armoniosa belleza y diseño paisajístico, y su vínculo con la famosa última reina de Francia. Estos jardines históricos, que al S.XVIII fueron el escenario de opulentas fiestas y paseos reales, han sido recientemente objeto de una importante restauración, con un enfoque especial en el que resaltan los elementos vegetales que los componen y que pretenden devolver a estos jardines su antigua gloria y a la vez agregar elementos contemporáneos para preservar su esencia a lo largo del tiempo. Desde espores queremos explorar la historia de los jardines que han inspirado generaciones con su belleza y encanto, y descubrir como la última renovación ha elevado todavía más su esplendor botánico.
Todos conozcamos el famoso Jardín de Versalles, en Francia, que ocupa parte del denominado dominio real del Palacio de Versalles, símbolo de elegancia y ostentación de la monarquía francesa del S.XVIII. Los jardines están situados al oeste del fastuoso palacio, tienen una extensión de unas 800 hectáreas de terreno, y en su mayoría siguen el estilo clásico francés que imperaba en la época, dado que los diseñó André Le Nôtre, jardinero del rey Luis XIV desde 1645 hasta 1700 y diseñador de numerosos jardines a la francesa. Sin embatgo, solo a escasos 200 metros del palacio, encontramos un Jardín menos conocido, el discreto Bosque de la Reina Maria Antonieta, que contrasta marcadamente con el rigor y grandeza geométrica de los jardines de Le Nôtre.
María Antonieta, era conocida por su amor por la naturaleza y la vida campestre. Ella deseaba escapar de la rigidez de la corte y buscó crear un refugio lleno de exuberancia y fantasía. El llamado Bosquete fue creado especialmente en 1776 para la esposa de Luis XVI, con el fin de que tuviera un lugar para pasear, lejos de las miradas indiscretas de los visitantes. Se trataba de un refugio donde podía escapar de las intrigas y responsabilidades de la corte y disfrutar de sus amistades más próximas con intimidad. Es así como surgió la creación de este rincón encantador que se convirtió en el refugio favorito de la reina consorte de Francia y en el cual dejó su marca indeleble fusionando su aprecio por los elementos naturales con el esplendor barroco de la época.
Este Jardín exhibía una combinación única de elementos arquitectónicos y paisajísticos. El terreno que ocupaba era rectangular y fue rodeado de frondosos bosques. A lo largo de su extensión se podían encontrar muchos elementos propios de los jardines ingleses, (que se caracterizaban para ser mucho más naturales y en los cuales destacaban las plantas por encima del diseño formal, mes propio del estilo francés). Algunos de estos elementos eran senderos serpenteantes, templos, estanques y glorietas que se entrelazaban con frondosos bosques y pintorescas praderas, creando un paraíso natural al gusto de la reina. El nuevo diseño del Jardín, además, reemplazó el laberinto que se introdujo a los Jardines a mitad del S. XVII, pero que en la época de Maria Antonieta ya no estaba de moda.
El arquitecto parisiense Michel-Barthélemy Hazon fue quien dirigió el proyecto paisajístico, y en la elección botánica se inspiró en especies extranjeras que llegaban a Francia a través de las expediciones marítimas internacionales y que después se aclimataban a los Jardines de Versalles, como el tulipa de Virgínia (Liriodendron tulipifera) que tenía forma de copa y podía ser de color verde pálido o amarillo intenso y que era lo preferido de la reina; o el fringetree blanco (Chionanthus virginicus), un árbol también de origen americano.
Para llevar a cabo y mantener los jardines buscaron además la colaboración de expertos en horticultura como el abad Nolin, clérigo y científico de la Corte de Versalles y André Thouin, reconocido botánico e intendente del Jardín Real de las Plantas Medicinales. Ambos se relacionaban por carta con los botánicos internacionales más respetados de la época que los hacían llegar entonces de todo el mundo y los aconsejaban. El fruto de esta correspondencia se puede ver reflejado en el Bosque de la Reina, donde se podían disfrutar de especies exóticas como el árbol de Judas (Cercis siliquastrum), proveniente de Oriente Medio, los cerezos de Japón (Prunus serrulata) y una abundante variedad de plantas que provenían del Nuevo Mundo como los árboles de copos blancos (Chionanthus virginicus) o el zumaque de Virginia (Rhus typhina).
Por otro lado, también hay que prestar una especial atención a las rosas. Y es que María Antonieta no solo era una apasionada de los dulces y la moda, sino que era una fanática de las flores, sobre todo de las rosas, y llegó a tener una gran colección que admiraban viajeros de todo el mundo. La variedad de rosa más abundante a los Jardines de la reina era la Rosa canina o rosa silvestre. También se plantaron ejemplares de Rosa centifolia o rosa de la col. Y así, con las influencias de las expediciones botánicas, el trabajo de manos expertas y los gustos específicos de Maria Antonieta fue como el Jardín de la Reina se convirtió se un magnífico testigo de la diversidad biológica al ámbito internacional y un lugar digno de pasear y admirar.
El declive y la restauración
Después de la Revolución Francesa, los Jardines de María Antonieta sufrieron un periodo de decadencia. La falta de atención y el abandono amenazaron su esplendor, pero no fue hasta el año 1999 que una gran tormenta acabó de desolar los Jardines de Versalles. Afortunadamente, el interés por su restauración resurgió en el siglo XX y en los últimos años, con el fin de preservar este tesoro histórico, restaurar su esplendor original y mejorar la experiencia de los visitantes, se inició un ambicioso proyecto de renovación. La idea ha requerido de una minuciosa investigación histórica y un profundo respeto por la visión original de la reina, y en ella han participado expertos en paisajismo, arquitectura y conservación, trabajando en conjunto para conseguir este delicado equilibrio y recuperar la apariencia original de los jardines. La tarea ha necesitado de numerosas actuaciones, como restaurar fuentes, estatuas y otros elementos originales, y recuperar plantas y árboles que eran parte integral de los diseños originales, incorporando variedades de plantas y flores que eran populares en la época de María Antonieta.
Renovación de los paisajes
Los Jardines de María Antonieta se dividen en diferentes secciones, cada una con su propio estilo y carácter. La renovación ha resaltado todavía más estos disparos distintivos mediante la reintroducción de especies vegetales autóctonas y la creación de arreglos florales y parterres que se asemejan a los originales. Los visitantes pueden explorar laberintos de rosas, andar por avenidas sombreadas por árboles frondosos y deleitarse con los estanques ornamentales adornados con plantas acuáticas.
Una de las principales mejoras realizadas ha sido la restauración de las fuentes y estatuas que adornan los jardines. Muchas de estas obras de arte habían sufrido los estragos del tiempo y requerían de una atención especializada. Gracias al arduo trabajo de expertos en restauración, estas piezas han vuelto a cobrar vida, añadiendo un toque de majestuosidad y elegancia a los jardines.
Las obras realizadas han restaurado la estructura original del bosque, que ahora presenta un rectángulo rodeado por arbustos densos que lo separan de los otros sectores del Jardín. Además, está dividido por cuatro avenidas diagonales que forman carriles amplios que conducen hacia una explanada central. Así mismo, se ha llevado a cabo una labor de replantación y rehabilitación de la vegetación. Se ha prestado especial atención a la selección de especies de plantas que se ajustan a la armonía natural del diseño original y se ha procurado que fueran sostenibles a largo plazo. Además, un equipo de jardinería ha replantado seiscientos cincuenta árboles de veinte y una especies diferentes, seis mil arbustos de cuarenta y seis especies, ciento cuarenta siete Tulipas de Virginia y seiscientos rosales. Y aunque muchas de las rosas del Jardín del siglo XVIII ya no existen, se han seleccionado treinta y ocho especies que tienen los colores delicados, los pétalos llenos y los aromas que prefería la última reina de Francia.
A més d’enfocar-se en l’estètica i l’autenticitat històrica, la renovació dels Jardins de també ha destacat la importància de la sostenibilitat i la conservació del medi ambient. S’han implementat pràctiques de jardineria ecològica, com l’ús d’abonaments orgànics i el control biològic de plagues, per a mantindre la salut de les plantes i preservar la diversitat vegetal a llarg termini.
Gràcies a l’última renovació centrada en els elements vegetals, els Jardins de María Antonieta s’han convertit en un vertader delit per als sentits i ha aconseguit millorar l’experiència dels visitants, donant-los l’oportunitat de submergir-se en la bellesa florent d’aquests Jardins, una joia històrica i natural que ens transporta al passat i que és testimoni vivent de la història, la visió artística i la passió de la carismàtica reina per la natura. Si alguna vegada teniu l’oportunitat de visitar el Palau de Versalles, no deixeu d’explorar aquests magnífics jardins: contemplar la rica paleta de colors que es desplega davant els vostres ulls, escoltar el murmuri del vent entre els arbres centenaris i submergir-vos en la grandesa de la seua història i la seua esplendor botànica. I qui sap si en el vostre passeig vos eixirà a l’encontre l’espectre de Maria Antonieta, com en la famosa cançó de Manel:
Clar que arriben dies on tothom li sembla imbècil i opta per callar.
Clar que si es concentra pot sentir perfums exòtics recorrent-li el braç.
Clar que es fa pesada amb els seus contes de carrosses que travessen prats.
No goseu jutjar-la des dels vostres cossos momentàniament tan vius i sans!
Que al tombant de vespre,
quan el sol se’n va,
Maria Antonieta
surt a investigar.
I travessa el trànsit
i es cola allà on vol
per fer por a nenes
i a homes sense son.
I amb altres espectres
es riu dels mortals
asseguda en punxes
de la catedral.
I sobrevolant París desert es diu:
Maria, ets aquí, tan llesta com et penses i no veus com els records t’estan mentint,
t’estan mentint!.
I es diu:
Maria, només tu saps com vas arribar a avorrir la vida a l’interior d’aquells jardins,
d’aquells jardins!.