Etnobotánica Plantas

15 Sep 2023

La cornicabra, los pulgones y las hormigas y, como epílogo, un pasaje bíblico

portada cornicabra

Hoy Daniel Climent se centra en la prima del lentisco, la cornicabra, y nos explica una curiosa relación entre esta planta, los pulgones que se deleitan con su savia, y las hormigas, que practican una ganadería muy especial. Leer a Daniel es dar siempre un paseo por el territorio valenciano. Él coge un elemento vegetal cualquiera: una planta, un paisaje, un fruto, la caída de una hoja, y empieza un viaje donde cada detalle tiene una historia que se enlaza con otra. Esto lo consigue con sus extensos conocimientos, que no duda en reconocer que son fruto de muchos años de estudio, curiosidad y de la suma del conocimiento de otros muchos que lo han querido compartir generosamente con él.

Aprovecho la primera hora de una mañana de verano para subir a alguna montaña próxima. En esta ocasión he optado por el Cabeçó d’or. Para los quienes no lo conocéis, os lo presentaré. Se trata de una montaña fundamentalmente calcárea, rica en fuentes, 1 y bastante bien estudiada por lo que respecta a la microtoponímia y a la historia natural; y también su historia propiamente dicha como elevació de Busot más fácil de localizar en la línia divisoria del Tratado de Almirra (1244)2, la de Biar-Busot.

Tratado de Almirra y Cabeçó d’or

Un hito orográfico que, desde el mar, recibía el nombre de ‘l’Home3, como si fuera un hombre tumbado.

Cabeçó d’or, microtoponímia. Esquenall de l’ase marcado. El Teix, Jaume Varó.

Subir al Cabeçó te permite entrar en contacto con multitud de especies, cada una con sus características, relaciones ecológicas. Y también tienes la suerte de hablar con gente mayor conocedora del terreno, con la riqueza etnobotánica, etnozoológica, etnomicológica y etnogeológica que se ha ido generando a través de los siglos. Unos conocimientos botánicos, faunísticos, micológicos y geológicos, unas interpretaciones y usos de esos conocimientos que nutren las etnociencias. Eso si, conocimientos expresados en lenguajes no científicos, pero no por eso menos válidos si se saben ‘traducir’ porque representan siglos y siglos de ‘experimentos’ de contacto con la naturaleza.

I además, esos temas ‘etno’ también són bien útiles para captar la atención de los alumnos o de las pandillas de amigos4 con quienes has subido para conocer la montaña. Conocimientos que alcanzan múltiples aspectos, y que permiten enlazar con muchos otros, desde los puramente biológicos a los históricos5 y los lingüísticos (por ejemplo, los micro topónimos).

Unos conocimientos coherentes que se pueden obtener de la visita y el contacto humano cuando se visitan la mayor parte de las montañas valencianas. Unos conocimientos coherentes y una manera de mirar la naturaleza desgraciadamente tan poco difundidas o valoradas en los centros educativos.

A la la izquierda, mapa de las montañas valencianas. Arriba a la derecha fotografia del Cabeçó d’or./apatita.com

Ahora, cuando empiezo este artículo me encuentro a los pies de l’esquenall6 de l’ase, una carena bien acentuada que separa muy claramente dos vertientes.

Ese esquenall marca el límite de un pequeño valle especialmente rico en terebintos o cornicabras (Pistacia terebinthus), un arbolito de lo contrario conocido a otros lugares de nuestras tierras como noguerola, origen de apellidos tan nuestros como Noguerol, Noguerola, Noguerols, Nogueroles.

Mientras almuerzo, observo como, de las galas de la cornicabra que tengo a mi derecha, se desprenden unas nubecitas, como de ceniza, que no son sino insectos pequeños que se habían empollado. Pero, antes de continuar, comencemos por el principio.

El óvalo marca otra zona donde abundan cornicabras; l’esquenall de la Foradada o de les Coves; a la izquierda, en la zona de sombra estaría l’esquenell de l’Ase. En primer plano, en el bordemar, Alicante. Fotogradia del campellero Jaume Varó.

La cornicabra

La cornicabra es un arbolito no demasiado grande típico de carrascas en umbrías y lugares húmedos, y que en el otoño se distingue con cierta facilidad por el color cobrizo de sus hojas, blandas, caducas y divididas en un número impar de folíolos.

Base del esquenall de l’ase, per iniciar la subida al Cabeçó por el rincón de Seva. (Fotografía de Jaume Varó).

De manera similar a su ‘hermano’ más conocido, el lentisco o mata (Pistacia lentiscus), la cornicabra presenta los sexos separados en plantas diferentes. Las flores, agrupadas en ramilletes en las ramas de año anterior, són inconspícuas, poco vistantes, ya que no tienen corola. Los frutos (en los individuos femeninos, claro) se presentan en racimos donde cada fruto es una pequeña drupa (es decir, con hueso) esférica de color rosado cuando está inmadura, y que más tarde pasa a un color más oscuro.

Algunos ejemplares presentan unas excrecencias curiosas: un cecidio o agalla7 producida por la picadura de un insecto. El insecto, un pulgón, ha depositado los huevos, y la planta reacciona y forma un tipo de envoltorio aislante, dentro de la cual crecen los futuros pulgones en la primera fase de su metamorfosis8. Como que el agalla parece un cuerno de cabra, a la planta se le llama así: cornicabra.

Recuerdos y nuevos conocimientos

Recuerdo la primera vez que me encontré una agalla abierta, llena de un tipo de ‘mosquitos’ que no eran sino los pulgones inmaturos. Y al verla de nuevo me trae a la cabeza dos tipos de recuerdos. Por un lado, cuando de joven subía al Cabeçó con mi padre, que era de Busot, y a través del cual conocí rincones y plantas. Y por otra parte, recuerdo también, ya más mayor, las enseñanzas de Pep el Boj, el guarda del Cabeçó y sierras vecinas, como por ejemplo la Ballestera, el Cabeçonet y otras.

Visión panorámica del Alacantí en la Marina Baixa y la Foia de Castalla. Esquema, de Chento y Manzanaro, del libro “Les formacions vegetals de la ciutat d’Alacant”, de Carles Martín Cantarino y Daniel Climent Giner. Ayuntamiento de Alicante 1990.

Más tarde, cuando el interés por la naturaleza, la lengua y el País habían arraigado con más fuerza, Jaume Varó (el autor de la compilación toponímica y de algunas de las fotos) y yo mismo subiríamos a menudo a Busot y pasaríamos horas y horas, gastaríamos cuadernos y bolígrafos, escuchando, extasiados, a Pep el Boix contándonos mil y una historias de animales y plantas, de nombres de lugares y de personas que habían conocido como pocos la montaña mágica de l’Alacantí.

Paseando y sintiéndolo, sentado en una roca de la montaña, y más tarde a una silla en el centro de mayores de Busot, lo veíamos como si sus asientos fueran una cátedra y él un auténtico catedrático. Y en una de esas excursiones nos advertía que si nos poníamos debajo de una cornicabra con las agallas maduras, quizás acabaríamos llenos de un tipo de ceniza, los ‘mosquitos’ que se hacían en el interior y que, al abrirse la agalla, nos caerían encima.

Pasados los años, jubilado ya de enseñar, al menos oficialmente como docente, no renuncio a aprender, recordar y compartir aquello que creo que ya entiendo un poco mejor. Y incluso reinterpreto aquello que he descrito como una especie de paradoja: el guarda de Cabeçó, sin estudios oficiales, oficiaba como auténtico catedrático de aquella naturaleza, me orientaba y me hacía ver a mí, catedrático de instituto, cosas que yo no tan solo ignoraba sino que ni siquiera veía en medio de la exuberante riqueza geológica, florística o faunística de aquellos rincones de la montaña querida.

Que la miel del brezo o “petorret” (Erica multiflora) era de color rojizo, vinoso; que el lagarto (Lacerta lepida) solo se enfrentaba al ‘sacro’ (la ‘serpiente venenosa9’) si tenía un cardo (Eryngium campestre) cerca donde frotarse si esta lo mordía, un relato que tantos y tantos me contaban en muchos otros lugares10; que la leche de la lletera (Euphorbia sp.) servía para clarificar el agua de los pequeños charcos de montaña y hacerla bebible; o que, a casa, las albahacas de los cossiolets servían para asustar los mosquitos; que…

Porque con él, y con otros muchos como ellos, aprendía. Y mucho. Sobretodo a mirar, a hacerme preguntas. ¿Cuál sería la sustancia de la lletera responsable de la floculación de las partículas en suspensión en el agua de los charquitos? ¿Por qué la lletera, el lletsó y la lechuga11 empezaban por ‘leche’? ¿A que se debía la tonalidad rojiza de la miel del brezo? ¿Tenía alguna relación el nombre científico Erica con la Venus Ericina que marcaba el inicio de las fiestas romanas de Vinalia? ¿Por qué razón las albahacas asustaban los mosquitos12?

Y también aprendía a contar cosas de cada animal, planta, fuente o peñasco que nos encontrábamos y que tanta atención despertaban para ir ‘más allá’ en el conocimiento de la naturaleza. Y, al volver a casa y poner en orden los apuntes, intentar hacer de puente entre aquello que él me decía y lo que la ciencia, la lingüística, y otras disciplinas académicas habían llegado a descubrir. En buena medida, de esos apuntes salió el primer libro de etnobotánica que hice, Les nostres plantes (1982-1985), el primero de etnobotánica accesible al gran público que se hizo en el País Valenciano y, por el que tengo entendido, en todas las Españas13.

El otro recuerdo relacionado con la cornicabra, pero mucho más reciente, provenía de un artículo que muchos años después, el 2015, me impactó. Era un artículo científico que hablaba de los terebintos y aquellos ‘mosquitos’ de los que nos advertía Pep el Boix. El artículo era Mister Hyde al formiguer, de Pau Carazo y David Martínez14 .Era un buen ejemplo de como a medida que se estudian más y más los partícipes en la Historia Natural se encuentran relaciones entre plantas y de animales muchas de las cuales ocultas no se detectan con una mirada normal. Y resultó que mucho más allá de la vistosidad de esas agallas, el insecto que participa es el protagonista de un tipo de drama vital que es el que vamos a resumir.

Los pulgones de la cornicabra

Hay algunos insectos del grupo de los pulgones que se alimentan de la savia elaborada de algunas plantas; és decir los productos de fotosíntesi que la planta envía a el resto de los tejidos para alimentarlos. El mecanismo es bien conocido: la planta toma del suelo agua y sales minerales y las sube a las hojas; allí, gracias a la clorofila y a la energía de la luz, las hojas combinan ese agua y las sales con el dióxido de carbono y obtienen el alimento que necesitan: azúcares, proteínas, etc. Todo este alimento, convenientemente disuelto en agua, se denomina savia elaborada, se reparte por los diferentes tejidos de la planta y alimenta las células que la forman. Esta savia circula por unos tubos muy finos y próximos a la superficie de las ramas.

Hay insectos capaces de perforar esa superficie y vivir a costa del alimento que lleva la savia. Son los pulgones, unos insectos del grupo de grupo de los hemípteros como por ejemplo los chinches y las chicharras. La savia es muy rica en azúcares (el “combustible” para poder hacer las funciones biológicas) pero pobre en proteínas; así que los pulgones necesitan chupar mucha savia para conseguir las dosis de proteínas que necesitan. El exceso de azúcar ingerido les haría sufrir un tipo de diabetes si se quedaran con todo, así que expulsan por detrás lo que no necesitan, como si fueron unos excrementos dulces.

Algunas especies de hormigas, muy glotonas, se aprovechan y mojan con fruición ese zumo azucarado que excretan los pulgones15; y establecen un tipo de contrato de beneficio mutuo: los pulgones les aportan azúcares para la alimentación no tan solo de las mismas hormigas sino, sobre todo, de sus larvas, y las hormigas “pacen” los pulgones llevándolos a los lugares apropiados y defendiéndolos de los ataques de potenciales enemigos.

Hasta aquí, todo “normal”. Los pulgones serían para las hormigas lo que los animales de pasto para los humanos, más o menos16. Pero…

Resulta que los pulgones de la cornicabra, los Paracletus cimiciformis, son un poco “especiales”. Y lo que voy a contar sorprende tanto por lo sutiles y sofisticadas que pueden llegar a ser las relaciones entre plantas y animales, como por nuestra ignorancia de lo que puede pasar ante nosotros sin que nos damos cuenta. Así que merece nuestro agradecimiento la investigación de aquellos que nos llo han hecho saner; y mejor aún, si nos lo explica y nos anima a que miremos la naturaleza con otros ojos y a incrementar nuestra capacidad de admiración y la conciencia sobre cuántas cosas nos faltan para saber.

El ciclo de vida de P. cimiciformis empieza en la cornicabra durante la primavera, cuando los huevos depositados por las hembras fecundadas eclosionan dentro de la agalla y forman insectos que maduran. Al final del verano la agalla se abre, los insectos adultos, ya alados, caen (si te encuentras debajo las agallas parece que está lloviendo ceniza, como nos advertía Pep el Boix) y se van volando a la búsqueda de gramíneas silvestres. Colonizan las raíces de esas hierbas y continúan los cambios necesarios para transformarse en los pulgones, ya sin alas.

P. cimiciformis./sites.google.com. Fotografía d’Angel Umaran

Y ahora viene la parte más interesante. Estos pulgones pueden ser de dos tipos o morfes: unos son de coloración blanquecina y con forma de chinche (por eso lo prefijo cimici al nombre científico, un plural que en italiano significa “chinches”), y otro de color verde a pesar de que genéticamente idénticos a los blancos. Los pulgones verdes se relacionan con las hormigas del género Tetramorium; y lo hacen de la forma habitual: las hormigas les tocan con las antenas para comprobar que son los pulgones que les interesan, los capturan y los llevan a la planta que consideran apropiada para que vayan chupando la savia y suministrando la melaza que excretan cuando se apretujan.

Pero, los pulgones de color blanco se comportan de manera muy diferente. Cuando la hormiga los palpa con las antenas, el pulgón retrae las patas y queda inmóvil a la vez que emana un olor que hace creer a la hormiga que se trata de una de las larvas del hormiguero. Entonces, la hormiga lo coge entre las mandíbulas y, como si se hubieron escapado de la ‘guardería’ del hormiguero, lo ‘devuelve’ a la cámara de cría, un lugar casi sagrado para las hormigas por la protección que le dan. Deposita el pulgón “camuflado” junto con las propias larvas. Parece mentira, pero las hormigas caen en el engaño y dispensan al pulgón el mismo trato, como si lo hubieron adoptado. El sorprendente motivo por el cual los pulgones blancos tienen ‘como objetivo’ hacerse transportar hasta la cámara de cría es succionar la hemolinfa (la “sangre” de los insectos) de las larvas de las hormigas, ¡hacer de Drácula de las hormigas!

En todo esto hay dos cosas muy notables: por un lado, es el primer caso conocido de una especie que a pesar de hacer gemelos genéticamente idénticos cada uno se comporta de manera diferente: una de las formas biológicas como mutualista, conviviendo con las hormigas y beneficiándose mutuamente; y otra como depredadora, chupando la hemolinfa de las larvas hasta matarlas. Y por otro lado, también es el primer caso conocido de un pulgón “carnívoro17”; un pulgón que se alimenta de otros animales, mientras que  el resto son estrictamente vegetarianos, chupadores de savia. Un insecto que usa “la astucia” (si esa categoría fuera lícito aplicársela mas allá de la prosopopeia) para superar las defensas de las hormigas (mucho más grandes, robustas y “acorazadas”) y vencerlas en su propio terreno, donde ha penetrado como una especie de caballo de Troya llevado por la misma víctima.

Salazar, A., Fürstenau, B., Quero, C., Pérez-Hidalgo, N., Carazo, P., Font, E. & Martínez-Torres, D. (2015). Agressive mimicry coexists with mutualism in an aphid. PNAS, 112, 1101-1106. doi: 10.1073/pnas.1414061112

En la imagen vemos un esquema simplificado18 del ciclo de vida bianual del pulgón Paracletus cimiciformis. La fase sexual tiene lugar en el huésped primario (arbustos de Pistacia terebinthus). Allí se producen hasta cinco morfos diferentes. De ellos, tres son partenogenéticos y se desarrollan dentro de unas agallas muy características que inducen en las hojas de su anfitrión. Hacia el final del verano, la última generación nacida en el interior de las agallas consiste en pulgones alados que vuelan y colonizan las raíces de varias especies de gramíneas (huésped secundario). Allí inician una serie de generaciones partenogenéticas ápteras (sin alas) formadas por uno o ambos de los morfos alternativos: el morfo verde (MV) y el morfo blanco (MB). Estos dos morfos interaccionan de manera muy distinta con hormigas del género Tetramorium. Al final del verano, se producen dos morfos alados indistinguibles que dispersan el clon a nuevas gramíneas o vuelven a Pistacia, dando lugar a una nueva generación sexual. El signo de interrogación indica que no se conocen con detalle los factores que controlan la producción de uno u otro morfo. M, macho; F, hembra sexual.

Samuel. Antiguo testamento. David y Goliat.

Por otra parte, todo esso me lleva a pensar i relacionar lo anterior con un pasaje bíblico dónde tanto la astucia, el tamaño acorazado y la cornicabra tienen cierto protagonismo. Se trata del primer libro del profeta Samuel donde en los versos 17:2-54 se narra la victoria de sagaz David enfrente del más grande y acorazado Goliat. Un episodio que tiene lugar en un valle que en hebreo recibe el nombre de Elah. ¿Y, que quiere decir elah? Quizás ya lo habréis adivinado: cornicabra, terebinto. Así que el lugar donde aconteció el episodio bíblico de David y Goliat sería el Valle del Terebint o de la Cornicabra. Localización que, trasladada a el Cabeçó d’Or sería una cosa así como “el valle situado entre los “Esquenalls de la Foradada y del Ase19, muy rica en cornicabras.

Y dónde cada año tiene lugar una batalla en la que la astucia del pulgón es capaz de vencer una acorazada y gigante hormiga en una especie de ‘diálogo violento’ entre dos individuos, pero ahora no humanos sinó insectos.

¡Mira por dónde!

Valle de Elah actualmente. Wikipedia.org

En definitiva

Todo esto que hemos contado, desde la trama y el drama de la vida a la belleza del paisaje; desde la multiplicidad de aspectos de una planta típicamente mediterránea al referente bíblico, lo podemos encontrar no tan solo en la montaña más emblemática, y quizás la más respetada y querida de los valencianos de la comarca de l’Alacantí, a nuestro Cabeçó d’ Or, sino en cualquier montaña valenciana. Animaos a descubrirlo y a contarlo. Hagamos País y hagamos Historia Natural.

Mutxamel, el 21 de agosto de 2023, festividad de la Virgen María de los Lirios,20 patrona de Alcoy.

Recursos y información complementaria

  1. En la toponimia valenciana y, en general, en el este ibérico, encontramos a menudo el epíteto ‘OR’, que parece provenir de lenguas prelatinas asociado a el agua: Font d’Or (Sant Hilari Sacalm), Cova de l’Or (Beniarrés), Cala d’Or (Mallorca), Cap d’Or (Marina Alta), Penya de l’Or (Bolulla), Orba, l’Orxa, etc.  https://www.youtube.com/watch?v=PbWZA6orFl8. ↩︎
  2. Memorias de Ramon Muntaner, tratado de Almirra o Almisrà. Representación en el Castillo de Santa Bàrbara, en Alicante: https://www.youtube.com/watch?v=sIT4zYQnhhM ↩︎
  3. Leemos en el Derrotero de las costas de España en el Mediterráneo y su correspondiente en África (1784), del matemático, astrónomo y brigadier de la Armada Vicente Tofiño, en su descripción de los hitos que se ven desde Tabarca: «… el picacho de una montaña alta tierra adentro, que llaman del Hombre, que está á (sic) la parte del E. de Alicante». ↩︎
  4. El lentisco, Cabeçó d’Or: https://www.youtube.com/watch?v=uOsItCMkMvw ; el benyenyo, junto a una casita del Cabeçó d’Or: https://www.youtube.com/watch?v=kdOcJeTP9-oC ↩︎
  5. ‘Busot: fabricación del vidrio y deforestación’: https://www.youtube.com/watch?v=CmODPL5HrGM. También, en la revista Salmitre, de Busot. ↩︎
  6. Se llama esquenall una formación topográfica que se parece al eje óseo de la espalda de un mamífero, su columna vertebral. ↩︎
  7. Respecto a los nombres de estos órganos, vale la pena hacer un breve comentario, ya que en los estudios de etnobotánica a menudo conviene hablar también de lengua (y de historia, morfología, dietética, genética, simbología y tantas y tantas cosas).
    Del latín ‘galla-ae’ derivan palabras com ‘galla’ (en castellà) y ‘agalla’ (en catalán y en castellano).
    En valenciano hay un árbol que recibe el nombre de ‘gal·ler’ (Quercus faginea) un roble, también conocido como roble valenciano que es atacado per una pequeña avispa que deposita sus huevos y lo incita a la producción de ‘galas’. Ahora bién, la palabra ‘gala’ no está recogida en diccionarios normativos com por ejemplo el del IEC, el Fabra, o el Diccionari Normatiu Valencià de l’Acadèmia Valenciana de la Llengua; en esos diccionarios consta ‘agalla’, equivalente a ‘cecidio’. Sí la ‘l·l’ es bien bonita y muy valenciana y catalana, pero pude ser seria necesario optar en primer lugar por las formas normativas, y evitar remover palabras –como agalla- solo por el hicho de que coinciden con el castellano. ↩︎
  8. Durante su desarrollo, las crias de los pulgones reciben el alimento de la planta huésped, como si la agalla fuera un órgano más; la incitación producida por las sustancias inoculadas en el pinchazo del pulgón-madre, suscita una proliferació celular desbridada y garantiza un nutrimiento quizás todavía mejor que los que reciben los órganos vegetativos normales. Pero, completado el desarrollo del parásito la agalla se convierte en un habitáculo enjuto, exánime, y se abre, dejando salir los pulgones en la fase alada, similares a unos mosquitos pequeños. ↩︎
  9. El sacre, Zamenis scalaris, es una culebra grande y agressiva, pero realmente no es venenosa. ↩︎
  10. El panical, la hierba de las lagartijas: https://www.youtube.com/watch?v=RQ3LJxMlrNo  ↩︎
  11. “Lletuga, lletrera, lletsó”:  https://www.youtube.com/watch?v=BDzMCasEUOI  ; también en la revista Daualdeu de didàctica de les ciències, número 8, estiu 2015: “El lèxic com a font d’informació, en la didàctica de les ciències”: https://daualdeu.files.wordpress.com/2021/04/daualdeu0807.pdf ↩︎
  12. https://metode.cat/els-perques-de-metode/per-que-alfabega-espanta-mosquits.html ↩︎
  13. ‘Quaranta anys de Les nostres plantes, de Daniel Climent i Giner’: https://www.laveudelsllibres.cat/noticia/81771/quaranta-anys-de-les-nostres-plantes-de-daniel-climent-i-giner ↩︎
  14. En el número 87 de la revista de divulgación científica Mètode, de la Universitat de València: https://metode.cat/revistes-metode/article/mister-hyde-al-formiguer.html ↩︎
  15. Una melaza que gusta mucho a las hormigas, y que si no estan ‘paciendo’ los pulgones, cae a tierra y llega a ser un problema asociado a muchos árboles de la jardineria urbana. ↩︎
  16.  Más o menos com nosotros hacemos con las vacas, ovejas, cabras y otros herbívoros: gracias a ellos conseguimos alimento ya que procesan hierbas que a nosotros no servirían directamente y, a canvio, los protegemos y les buscamos lugares adecuados de pasto. ↩︎
  17. ¿O habría que proponer el neologisme “hemívoro”, pel prefix hemo-, ‘sang’? ↩︎
  18. / Salazar, A., Fürstenau, B., Quero, C., Pérez-Hidalgo, N., Carazo, P., Font, E. & Martínez-Torres, D. (2015). Agressive mimicry coexists with mutualism in an aphid. PNAS, 112, 1101-1106. doi: 10.1073/pnas.1414061112 ↩︎
  19. El asno, uno de los animales bíblicos por excelencia:  https://revistasao.cat/el-diumenge-de-rams-i-la-processo-de-les-palmes-o-de-la-burreta-simbolisme-de-lase-i/ ↩︎
  20. “I la Mare de Déu es va aparèixer en un lliri: https://www.diarilaveu.com/veu/48816/i-la-mare-de-deu-es-va-apareixer-en-un-lliri i https://www.diarilaveu.com/veu/48820/i-la-mare-de-deu-es-va-apareixer-en-un-altre-lliri-2 ↩︎
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Profesor de Ciencias de la Naturaleza. Investigador y divulgador etnobotánico.
Autor de artículos en Mètode y libros de etnobotánica. Conferenciante sobre temas de divulgación científica, etnobotánica y antropología cultural.
extern Colaborador Externo
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