Fragantes ibéricas: ‘Bupleurum fruticosum’, matabueyes
Bupleurum fruticosum, matabous o matabueyes, matabueyes o matabous, entre muchos otros nombres, es una planta aromática humilde y poco conocida. En esta nueva entrega sobre fragantes ibéricas, conoceremos algunas de sus virtudes, su raro aceite esencial y cómo empieza a ser utilizada como planta ornamental y en restauración paisajística.
Las fragantes ibéricas llevan enraizadas en estas tierras desde mucho antes que llegaran a habitarlas nuestros curiosos y desaliñados antecesores, los paleolíticos vivientes humanos. Pronto establecimos relaciones con estos vegetales llamativamente aromáticos. Así, históricamente se han ido modelando más allá del reconocimiento olfativo usos muy diversos, ampliando el fondo de armario cultural de nuestra memoria de aromas en magia, ritos religiosos, prácticas higiénicas, conservación y condimentos de alimentos o base para formas medicamentosas, por citar algunos ejemplos.
Como ocurre en la esfera celeste con las supernovas, en el universo fragante aparecen donde antes no se había detectado nada en particular, novedades, en ocasiones acompañadas por una indefinible y contagiosa atracción de naturaleza similar al campo gravitatorio del mundo de la moda. Pero en nuestras fragantes ibéricas nos sentimos inclinados a presentar tanto a vegetales y aromas muy conocidos y apreciados, como a los más humildes y desconocidos. En este último caso se encuentra nuestra fragante de hoy: Bupleurum fruticosum.
De ser una planta apenas vista por pastores, colmeneros, carboneros o botánicos, en la actualidad comienza tímidamente a ser reproducida como ornamental, introducida por los viveros especializados en jardinerías de obras públicas y restauración paisajística. Su aceite esencial es también de producción y comercio muy limitados, siendo aún una verdadera rareza minoritaria sólo para muy expertos.
Un dato para empezar: de las alrededor de 120 especies de Bupleurum que crecen en el planeta, solo unas 40 han sido investigadas químicamente.
Bupleurum fruticosum, su botÁnica
Como Seseli aethiopicum lo nombraban los antiguos prelinneanos R. Dodonaeus (1517 – 1585) o M. de Lobel (1538 -1616), tan leídos por el boticario castellonense Ximénez Peset (1713- 1803). En su también prelinneana y maravillosamente ilustrada producción Elemens de botanique, ou Methode pour connoître les plantes (1694), el célebre botánico y viajero Joseph Pitton de Tournefort (1656 -1708), a quien se debe el concepto taxonómico de género, lo latinizó del francés para uno de los suyos citándolo como [pág. 260] la actual denominación Bupleurum fruticosum.
A la izquierda, Bupleurum fruticosum L. [as Seseli aethiopicum]. / M. de Lobel, Plantarum seu stirpium icones, vol. 1: p. 634, fig. 1 (1581). A la derecha, Bupleurum fruticosum L. / J.H. Jaume Saint-Hilaire, Traité des arbrisseaux et des arbustes cultivés en France, t. 35 (1825).
Aparece entre las cerca de 6000 especies inicialmente descritas por Linneo en su Species Plantarum (1753), conservando la antigua combinación hipocrática: bous, del griego ‘buey’ y pleuron, ‘lomo’ o ‘flanco’, en alusión a la forma y nervadura de sus hojas. Fruticosum es epíteto latino que alude a su carácter arbustivo pues junto al Bupleurum gibraltaticum, que pudieron ver y oler los últimos neandertales de Europa, son las únicas especies en nuestras latitudes con categoría de matorral de este extenso género de la familia Apiaceae o Umbelliferae.
Con hojas perennes siempre verdes, guarda semejanza cuando está sin flores con las adelfas. Puede superar los 2 m de altura criándose preferentemente en suelos calcáreos, en orillas o claros de bosques secos del benigno clima mediterráneo, cerca de peñas o fondos de ramblas donde el agua circula sólo excepcionalmente.
Flor de Bupleurum fruticosum. / Lord Koxinga (Wikimedia)
Desde los últimos días de primavera hasta bien entrado el verano, abre sus llamativas florecillas agrupadas en umbelas compuestas, de vistoso e intenso color amarillo. Siempre aprovechadas por multitud de mariposas y otros insectos, las abejas elaboran una miel de buplèvre, considerada en Francia producto gourmet.
Madura durante el otoño sus llavoretes que los botánicos denominan diaquenios, muy apetecidas de la avifauna granívora y que usan en Cerdeña como aquí las de anís o hinojo.
Sus nombres vulgares
El sabio naturalista Simón de Roxas Clemente, viajero por comisión del gobierno en la exploración del antiguo Reino de Granada (1804 – 1809), siempre atento a recoger las denominaciones populares de los vegetales anota: “[…] aquella aparasolada que creo llaman buen varón en el Reino de Sevilla y cito en varias partes del de Granada, se llama en Cástaras cañavera…”.
Además, en castellano encontramos por su extensa área de vegetación: amarguera, batabuey, clujía fina, costibuey, costilla de buey, cuchilleja, cuchilleruela, custibuey, limoncillo, matabuey, matabueyes, olivilla, reores, revientabueyes, sanjuanera del campo…
Repasemos también su nombre en diferentes lenguas:
- Catalán: Baladre, matabou.
- Valenciano: Haloch, matabou.
- Portugués: Beleza.
- Inglés: Thorow wax, shrubby hare´s ear.
- Francés: Buplèvre arbustif, Buplèvre en arbre, Buplèvre en buisson.
- Alemán: Hasenohr.
- Italiano: Bupleuro cespuglioso.
Una planta conocida pero poco usada
Pese a ser planta conocida y nombrada desde antiguo, ha sido muy escasamente utilizada. Así, en el Inventario español de conocimientos tradicionales relativos a la biodiversidad, apenas la encontramos formando parte de una preparación cordobesa para aliñar aceitunas. El Dr. Font y Quer en su monumental Dioscorides renovado, ni la menciona.
Mapa realizado por el autor a partir de algunas localizaciones peninsulares de Bupleurum fruticosum combinadas de www.orca.cat/ y www.anthos.es/img/anthos.jpg.
Como hemos visto, sólo recientemente se encuentra en viveros forestales, usándose en revegetaciones, para medidas correctoras de impacto ambiental y como planta autóctona para jardines sostenibles. Queda bien como planta aislada o para formar espesos setos que se llenan espectacularmente los largos días estivales con su dorada y abigarrada floración.
El aceite de Bupleurum fruticosum
Abundantemente reeditado y traducido desde su publicación el último año del s. XIX, Die ätherischen Öle, de E. Gildemeister y Fr. Hoffmann, es aún hoy como las “sagradas escrituras” para los que por afición o profesión deben instruirse en el universo fragante. En esta magnífica obra, los aceites esenciales se enumeran de acuerdo con su presencia en las plantas que aparecen organizadas de acuerdo al sistema establecido por A. Engler (1844-1930). Remitimos al lector interesado al tercer volumen de la edición estadounidense, que apareció como The Volatile oils, editada en 1922 por Wiley & Sons, desde cuya pág. 311 aparece este aceite esencial de Bupleurum fruticosum.
Comercialmente se obtiene por destilación en arrastre de vapor de las sumidades floridas con algunos frutos formados con el verano ya algo avanzado, mayormente de vegetales recolectados sosteniblemente de la vegetación espontánea. Así la obtienen en uno de los escasos enclaves donde se da esta actividad: los esquistos de la costa este de Córcega.
Pese a la abundancia de poblaciones ibéricas ─aunque falta en las Baleares─, no hemos encontrado apenas experiencias extractivas, ni demasiados análisis de los componentes de los aceites esenciales u otros productos de biosíntesis de nuestro arbusto autóctono y solo en contadas publicaciones científicas especializadas que reseñaremos.
Componentes y compuestos bioactivos
Los análisis han puesto en evidencia significativas diferencias en los constituyentes de este aceite esencial según el origen geográfico de las plantas, así como entre las partes de un mismo vegetal (hojas, flores y frutos) y aún entre distintas etapas anuales del ciclo vegetativo.
Fruto de Bupleurum fruticosum. / Jose María Escolano (Flickr).
Del 56 al 85 % del total son un cóctel de monoterpenos, con cantidades variables de: α pineno, α tujeno, β pineno, limoneno, mirceno, β felandreno, ocimenos combinados con γ terpineno. En cantidades menores, canfeno, sabineno, paracimeno, terpinoleno, α terpineno, α felandreno y trazas de acetato de bornilo, β cariofileno, β elemeno, terpinen – 4 – ol, β cedreno, α terpineol, etc. Se reconocen para el aceite esencial del Bupleurum fruticosum dos quimiotipos (la molécula que aparece en mayor cantidad): Pineno en el de origen portugués y β-felandreno en los de Córcega, Cerdeña e Italia.
Vemos en Bioactivity of the Essential Oil of Bupleurum fruticosum, publicado exactamente hace 30 años por el Departamento de Farmacología de la Facultad de Farmacia de Granada en Journal of Natural Products, que la actividad antiinflamatoria del aceite esencial de Bupleurum puede atribuirse en parte a dos de sus componentes mayoritarios: los monoterpenos α y β pineno, potenciados por la presencia de otros que se encuentran en menor proporción como thymol y carvacrol.
En otro artículo de investigadores de la Universidad de Cádiz sobre Phenylpropanoids from Bupleurum fruticosum publicado en 1997 en la prestigiosa publicación Phytochemistry, comunican haber encontrado en las partes aéreas espinasterol, eritrodiol y nueve fenilpropanoides, de los cuales ocho son productos naturales nuevos.
Efectivamente, las sustancias bioactivas o fitoquímicos, sintetizados por Bupleurum destacan por sus propiedades antiinflamatorias y antiespasmódicas, pero no son los únicos. Así, tras la bioquímica del Radix Bupleuri extraido del Bupleurum chinense, muy conocido y usado en la medicina tradicional china, investigadores de la Universidad de Alcalá publicaron en Planta Medica, una de las principales revistas internacionales en el campo de los productos naturales, su investigación Biologically active triterpene saponins from Bupleurum fruticosum, en el que probaron caracterizando y aislando las interesantes saponinas hepatoprotectoras del tipo saikosaponinas, que también se encuentran en extractos de raíz de B. fruticosum.
Unas notas finales como epílogo
En las Claves para la determinación de la flora valenciana figura como R (planta rara). Para los que deseen buscarla en el campo, hay citas con indicaciones bastante precisas de enclaves donde vegeta en las provincias valencianas en el Banc de Dades de Biodiversitat de la Comunitat Valenciana.
El aceite esencial, como en el caso del hinojo marino, no se parece demasiado a la fragancia natural de la planta. Como hemos visto, es de comercio y uso muy minoritario y de precio medio. Este aceite esencial, contrariamente al aroma que se desprende al frotar la planta, no es especialmente grato, aunque sí muy intenso, tiene notas herbáceas y algo especiadas, pero nos recuerda a la disuasoria defensa bioquímica del hemíptero chinche pudenta.
Por sus potentes propiedades antiinflamatorias y como descontracturante muscular comienza a ser usado en Europa, en preparaciones para tratamientos de problemas musculares, principalmente en traumatología y medicina deportiva.
Bupleurum fruticosum en el Jardí Botànic de la Universitat de València. / M.C.
Terminando de escribir este artículo, el Dr. Güemes nos muestra amablemente el ejemplar que vegeta en su querido Jardí Botànic. Nos gustaría verlo crecer y florecer más en los jardines valencianos.
Bibliografia
Lorente, I & A Ocete, M & Zarzuelo, A & M Cabo, M & Jimenez, Juambe. (1989). Bioactivity of the Essential Oil of Bupleurum fruticosum. Journal of natural products. 52. 267-72. 10.1021/np50062a008.
M Massanet, Guillermo & M. Guerra, Francisco & Jorge, Zacarías & G. Casalvázquez, Luis. (1997). Phenylpropanoids from Bupleurum fruticosum. Phytochemistry. 44. 173-177. 10.1016/S0031-9422(96)00461-X.
Guinea, Maria & Parellada, Josefina & Lacaille-Dubois, M.A. & Wagner, H. (1994). Biologically Active Triterpene Saponins from Bupleurum fruticosum. Planta medica. 60. 163-7. 10.1055/s-2006-959442.