El muérdago y el éxito de la viscosidad
No podemos dejar de hablar de las plantas de la Navidad así que hemos convencido a Jose Marmaneu porque nos cuente algunas curiosidades sobre el muérdago, sí, la planta epífita que suele colgar en los umbrales de las puertas y que, como manda la tradicició, nos obliga a besarnos si pasamos por debajo.
Ya va oliendo a navidad, y tanto calles, comercios y casas se van llenando de los motivos navideños más habituales. Entre renos, copos de nieve o bastones de caramelo, las plantas también tienen su hueco en esto de las fiestas navideñas, ya sean desde los típicos árboles de navidad, la archifamosa flor de pascua (Euphorbia pulcherrima) o nuestro protagonista de hoy, el múerdago (Viscum album) una planta con un éxito muy pegajoso.
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Sin duda uno de los rituales más conocidos de la Navidad es colocar un poco de muérdago seco sobre el dintel de las puertas para que así los más apasionados puedan darse un beso que afiance su amor cuando pasen bajo ella. Pero el muérdago es mucho más que un simple rito. Como vamos a ver, nuestra cultura está llena de referencias a esta planta semiparásita tan común en toda Europa.
Botánicamente, Viscum album es una planta de lo más curiosa. Para comenzar, su color verde amarillento y el lugar donde vive (crece sobre los árboles), nos habla de su característica principal, es una planta semiparásita. Esto quiere decir que aunque el muérdago si que puede realizar la fotosíntesis (su color verde amarillento manifiesta una baja concentración de clorofila), depende completamente de un huésped vegetal para la obtención del agua y las sales minerales que necesita para completar su ciclo metabólico.
Infografía de José Marmaneu. Picktochart
Además, como hemos comentado, el muérdago es una planta epífita, es decir, crece sobre otras plantas. Esto implica que no tenga raíces (nunca está en contacto con el suelo) y por lo tanto hace que dependa de las plantas a las que parasita para obtener el agua. Normalmente se sitúa sobre ramas de árboles de gran porte y de hoja caduca, como robles, álamos, arces o castaños, en los cuales inserta un chupón u órgano suctor que se ramifica entre la corteza y la madera, a través del cual se ancla y obtiene sus necesidades.
Otra característica típica del muérdago es la forma que va adquiriendo con el paso del tiempo de semiesfera, o esfera completa, compuesta de hexágonos. Esto es debido a la curiosa geometría dicotómica de crecimiento que presentan sus tallos. Llegado el momento, la yema terminal aborta su crecimiento, surgiendo de ella (en un ángulo de 120º) dos yemas laterales. Con el tiempo estas yemas laterales, convertidas en principales, también abortan, dividiéndose en otras dos que sucesivamente van dando forma al muérdago.
Aunque no lo aparente, con ese color apagado y poco llamativo y tan alejada de nuestro alcance, el muérdago ha sido ampliamente utilizado como planta medicinal. Ya los antiguos curanderos celtas conocían sus propiedades medicinales y lo empleaban en ritos de fecundidad. Si, exacto, esos mismos que han llegado hasta nuestros días en forma de romántico beso dado bajo las puertas. Seguramente esta creencia de tan remoto origen venga avalada por la alta tasa de éxito reproductivo del muérdago, que hacía pensar que bajo su amparo y protección, el amor y la fecundidad se perpetuarían. Además, si alguno recuerda a Panoramix, el druida de Astérix y Obelix, éste basaba la composición de su famosa pócima mágica en el múerdago (Cómic Astérix La Hoz de oro, 1960-1961)
Y no es de extrañar, se conoce también que el muérdago, con la viscotoxina como principal principio activo, es muy útil para combatir la afonía, la arteriosclerosis o la tensión arterial (hipertensor). Además es diurético y lo más asombroso es que se utiliza en terapias oncológicas para paliar los efectos secundarios de la quimioterapia y la radioterapia, ya que entre otras, aumenta la respuesta del sistema inmune y los niveles de endorfina o tonifica el metabolismo y devuelve el apetito. Pero recuerda, los medicamentos derivados del muérdago se han de tomar siempre con prescripción médica, pues la ingestión en altas dosis es tóxica.
Zorzal charlo, Turdus viscivorus, sobre una planta de muérdago. El nombre científico de este pájaro hace referencia a que se alimenta de especies del género Viscum. Imagen de Fabrice Cahez. Fuente: Naturepl.com
Por otra parte y precisamente por su condición de planta epífita, el muérdago tiene un sistema muy peculiar para dispersarse y perpetuarse. Sus frutos, bayas de color balquecino amarillento en la madurez, contienen en su interior una pulpa translúcida muy viscosa que alberga una sola semilla. Esta se encuentra recubierta de una sustancia conocida como viscina, una proteína muy pegajosa que además de la adhesión cumple la función de proteger el embrión hasta su germinación. Aunque para el ser humano esta pulpa es tóxica, multitud de pájaros como tordos, zorzales, currucas o mirlos, encuentran en este fruto un manjar al que no dudan en hincar el pico. El problema: que es extremadamente viscoso, tanto cuando entra, como cuando sale.
Como se puede apreciar en el vídeo, al ser excretada la semilla indigesta, la viscina ayuda a que ésta quede automáticamente pegada, y con suma fuerza, en la corteza del árbol donde se haya posado el pájaro evitando así caer al suelo donde la germinación no se produciría. Además de este recurso, el muérdago presenta otra inteligente estrategia para asegurarse de su dispersión y es el hecho de fructificar en otoño/invierno. Durante este periodo la mayoría de aves migratorias que están en transición encuentran en el muérdago un recurso muy valioso y por otro lado escaso, ya que muy pocas plantas eligen el invierno para producir sus frutos. Con esta fenología a la inversa el muérdago se asegura poca competencia y mucho agente dispersor.
Fruto del muérdago
Izquierda: fruto y pulpa con semilla. Derecha: semillas de muérdago germinando adheridas a la corteza de un árbol. Imagen de J Barbadillo. Fuente: El último rincón
Por otro lado, esa viscosidad de los frutos del muérdago ha sido utilizada desde hace tiempo en la cultura popular valenciana para la constitución del parany. Este método, por el que se impregnan unas varas de esparto con la liga o la viscina del muérdago, se utiliza para capturar tordos, ave muy apreciada en la cocina regional. El problema radica en que este método no es nada selectivo cayendo en la trampa multitud de especies sin interés comercial que una vez impregnadas con la liga no pueden sobrevivir por su cuenta. Este método de caza es muy conocido y aplicado en toda la Comunidad Valenciana y tiene al muérdago como trágico elemento fatal.
Desde el romanticismo más inocente hasta la muerte injusta de muchas aves pasando por la toxicidad y la viscosidad, el muérdago sigue siendo un elemento de lo más Navideño. Así, resulta una planta de contrastes, ¿no?