Etnobotánica Plantas

20 Feb 2019

El chopo cabecero, una singularidad etnobotánica

Riu Pancrudo, Navarrete del Río (Terol) / chopocabecero.es

El manejo tradicional del chopo negro como árbol trasmocho es una práctica tradicional en la cordillera Ibérica que ha permitido compatibilizar la producción forestal en espacios de intensa carga ganadera y ha generado un paisaje cultural con una identidad propia. En este sentido, el especialista Chabier de Jaime profundiza en la historia y valor de este icónico monumento vegetal del horizonte rural.

En el clima mediterráneo, las plantas encuentran ventajas cuando crecen en los márgenes de un río. En el fondo del valle, la fertilidad que suponen los sedimentos se incrementa por la abundancia del agua que circula por el subsuelo. Los árboles y los arbustos pueden mantener una gran superficie foliar, tener hojas poco coriáceas y renovar anualmente el follaje. Pero también encuentran algunos inconvenientes pues deben adaptarse a las avenidas, episodios de alta energía en los que las plantas pueden quedar sepultadas o derribadas tras el violento flujo de agua y sólidos.

En este sentido, olmos, fresnos, chopos, sauces y sargas, según su posición con respecto al curso de agua, muestran una creciente capacidad para brotar a partir del tronco cuando el árbol ha sido tronzado. Las nuevas ramas, que nacen entonces a una misma altura y que tienen la misma edad, crecen rectas y alargadas en su búsqueda por la luz. Este es el origen natural de los trasmochos.

El desmoche del chopo, una práctica agroecológica sostenible

El ser humano ha ido consiguiendo tierras de cultivo transformando los bosques de ribera. Para proteger los márgenes de la erosión fluvial, para encauzar la corriente de agua o para obtener madera o forraje reservó una banda -más o menos ancha- al desarrollo del bosque de ribera o bien a la plantación directa de árboles aprovechables. En los espacios agrarios de la cordillera Ibérica aragonesa se seleccionaron el sauce blanco (Salix alba) y, en especial, el chopo negro (Populus nigra) por ofrecer productos forestales y por su capacidad de rebrote desde el tronco. Este es el origen de las arboledas de álamos negros trasmochos tan característicos en este territorio, es decir, de los chopos cabeceros del sur de Aragón, un patrimonio único en Europa.

GANADO CHOPO CABECEROLes riberes amb chopos cabeceros funcionen com a deveses fluvials i mantenen un aprofitament ramader. Aguilar del Alfambra / Chabier de Jaime

Los campesinos de estas montañas favorecieron a los chopos mediante su plantación activa. De la poda completa del ramaje (desmoche) se obtenían unas jóvenes ramillas que eran plantadas formando hileras simples si las fincas se acercan al río, o masas extensas en aquellos tramos susceptibles de inundarse con mayor frecuencia. A los pocos años de arraigar, se despuntaba el tallo principal para promover el crecimiento de las ramillas laterales próximas al corte. Tras una veintena de años, el joven tallo se había convertido en un hermoso tronco y aquellas ramillas eran ya unos robustos fustes de similar longitud y grosor, conocidas como vigas. Entonces, durante el invierno y en luna menguante, el leñador subía al extremo del tronco y con ayuda de una pequeña hacha iba cortando las ramas una a una, dejando al tronco desmochado y con una forma de puño en su extremo (cabeza).

En la siguiente primavera, el chopo volvía a brotar desde la cabeza a partir de yemas adventicias, las formadas cuando el árbol recibe algún corte o poda, quedando los nuevos brotes lejos del diente de los grandes herbívoros (domésticos o salvajes). El propietario seleccionaba las ramillas mejor dispuestas, aquellas que formarán las nuevas vigas que serán cortadas al cabo de unos quince años en la nueva cosecha repitiéndose el proceso. Un chopo puede recibir numerosos desmoches a lo largo de su vida. Con los años, el tronco se va engrosando y la cabeza va adquiriendo una mayor complejidad siendo creciente el número de vigas de cada árbol.

APROVECHAMIENTO CHOPOEl desmoche consiste en la corta de la totalidad de las ramas. Galve (Teruel) / Chabier de Jaime

LENA CHOPO CABECEROSu empleo como combustible aún está vigente en numerosas localidades. Camarillas (Teruel) / Chabier de Jaime

El chopo negro no es una especie longeva pero manejándolo como trasmocho prolonga su vida notablemente. Cada desmoche rejuvenece el ramaje y el sistema radicular. Igualmente se acelera la aparición de rasgos seniles en el árbol, así como la acumulación de madera muerta, en el tronco y, sobre todo, en la cabeza. Mientras tanto, los hongos y los insectos saproxílicos comienzan la descomposición del duramen formándose huecos en el interior del tronco. Con los años estos árboles veteranos alcanzan diámetros de tronco superiores a los dos metros y mantienen unas enormes cabezas, acumulándose ramillas y hojas muertas entre la base de las vigas y llegando a formarse depresiones que pueden acumular temporalmente agua. Un complejo edificio que es todo un ecosistema.

VIVIENDAS CHOPO CABECEROLas ramas obtenidas de los chopos cabeceros han sido habitual madera de obra en la arquitectura popular / Chabier de Jaime

Los chopos cabeceros deben interpretarse como el cultivo tradicional de una especie autóctona. Las grandes ramas obtenidas en cada desmoche eran empleadas como vigas en la construcción de viviendas, pajares y parideras. Su longitud, ligereza, rectitud y resistencia a la carcoma eran muy apreciados por los albañiles. Su producción era un recurso importante en las economías rurales. Los bosques de ribera fueron transformándose en dehesas de chopos y sauces trasmochos que también eran aprovechados por sus pastos. En algunas comarcas, antes de la caída de la hoja (San Miguel), se podaban cada año o cada dos todas las ramillas laterales en cada una de las vigas recogiéndose después para aprovecharlas como forraje inviernal. En las Tierras Altas de Teruel, donde son propios los fríos y largos inviernos, las ramas menores obtenidas del desmoche servían como combustible en los hogares domésticos y en los pequeños hornos. Además, por su eficaz retención en los taludes, los agricultores los plantaban en el curso de las acequias. El denso sombreado solo les perjudicaba en los cultivos vecinos en los últimos años de cada turno.

Nuenstros chopos trasmochos y su viaje por el mundo

Este aprovechamiento agroforestal tan rentable y bien adaptado al medio físico se extendió por las cuencas de los ríos Martín, Guadalope, Alfambra, Huerva, Aguas Vivas, Jiloca-Pancrudo, Mijares, Piedra, Jalón y Huecha formando masas continuas de cientos de kilómetros. Una densa red de arboledas de chopos trasmochos surcaba los valles de la cordillera Ibérica en Aragón.

ARAGON CHOPO CABECEROEl chopo cabecero es una constante en los paisajes fluviales de muchas comarcas del sur de Aragón / Chabier de Jaime

El manejo de los árboles mediante desmoche ha sido habitual en varias regiones de Europa siendo habitual encontrar hayas, robles, fresnos, carpes, tilos, castaños, alisos, abedules y sauces trasmochos en sus paisajes rurales. El chopo negro es una especie de amplia distribución que se extiende desde Irlanda a Siberia, desde Marruecos hasta el sur de Escandinavia. Sin embargo, en su gestión como árbol trasmocho es una rareza salvo en zonas muy localizadas como el sur de Inglaterra o el interior de Anatolia. En la península Ibérica, pueden encontrarse algunos grupos dispersos en la cuenca del Duero y del alto Ebro siendo su contribución en el paisaje mucho menos significativa.

Nada que ver con el sur de Aragón donde aún es el árbol hegemónico de sus riberas. Un dato, tan sólo en la pequeña cuenca del río Pancrudo (un afluente del río Jiloca) se han estimado 21.131 chopos cabeceros. Puede encontrarse también en alineaciones en las amplias vegas del Jiloca, en Caminreal o Calamocha. Se extiende formando amplias dehesas entre Allepuz y Galve, en el valle del Alfambra, donde se encuentra la mayor población conocida en Europa. Penetra igualmente en cañones fluviales espectaculares como en Las Parras del Martín o en Torralba de los Frailes. Conecta los robledales de la sierra de Pelarda con la estrecha vega del Pancrudo a través de preciosas masas como las de Olalla o Torrecilla del Rebollar. Suaviza los agrestes crestas calizas de Aliaga o los cantiles de rodeno en Torre las Arcas.

HILERA CHOPOS CABECEROSChopos cabeceros junto a la orilla del río Seco. Ababuj (Teruel) / Chabier de Jaime

En valles algo más abiertos, como los de Camarillas y Jarque, hay frondosas arboledas que contrastan con el extenso paisaje cerealista. Desciende, junto al río Guadalopillo, desde Ejulve a Berge, con el Aguas Vivas desde Huesa del Común hasta Azuara, con el Piedra desde Torralba de los Frailes hasta Nuévalos o con el Huerva desde Bea hasta Aladrén. Es muy común en los huertos de Jorcas, Aliaga o Cuencabuena, pero también salpica los páramos del Campo Visiedo o de la enorme cuenca de Gallocanta.

Monumentos naturales y culturales

Estos viejos y monumentales chopos cabeceros son testimonios de un paisaje histórico. Constituyen la arquitectura vegetal del paisaje en un amplio territorio de la cordillera Ibérica en el que son toda una marca de su identidad. Una síntesis entre patrimonio natural y cultural.

paseo choposEl paseo entre árboles centenarios es un atractivo de uso creciente. Allepuz (Teruel) / Chabier de Jaime

Recuerdan a los ents de Tolkien. Gigantescos troncos que mantienen largas ramas, cada vez más añosas por la falta de gestión. Leños que se llenan de verdor cada abril, ofreciendo la amable sombra de unos arroyos que surcan territorios deforestados. Verde que contrasta con el límpido azul del cielo y con las mieses doradas de junio. Estas arboledas, con su amable paseo, muestran unos desconocidos otoños mientras, semana a semana, derraman el oro de sus hojas. Y unos inviernos tan solitarios como íntimos, en los que cada vieja tronca se muestra como un auténtico monumento vivo.

Pero es también parte del hábitat de innumerables formas de vida. Los crepúsculos de junio reúnen a los machos de ciervo volante en pleno celo. En la horquilla de la rama cuelga el nido la oropéndola. La umbría del tronco y de la cabeza está colonizada por musgos y líquenes, sobre los que se camuflan las polillas cuando descansan. Las larvas de diversos escarabajos se nutren de la madera muerta parcialmente descompuesta por los hongos. Los huecos son el refugio diurno de los murciélagos forestales. Incluso sobre su cabeza crecen arbustos a modo de epífitos. Estos árboles son en muchos casos los únicos existentes en muchos kilómetros y desempeñan múltiples funciones ecológicas en su entorno.

HONGOS CHOPO CABECEROLos hongos participan en la descomposición de la madera muerta y en la formación de huecos / Chabier de Jaime

Pero son también un patrimonio cultural por el saber hacer tradicional que atesoran, una oportunidad para la creatividad artística como demuestran investigadores europeos. En sí mismo es land art en estado puro. Es, además, el escenario vital de unas generaciones de ancianos y una oportunidad para los niños que, de nuevo, se acercan a ellos. El escritor Antonio Castellote, consciente de su abandono y decadencia apuntaba en Bernardinas “Nuevos chopos cabeceros deberían agrandar los sotos, pensados para que siguiesen siendo hermosos dentro de cuatro o cinco generaciones, para que en el paisaje queden símbolos permanentes de aquella parte de nuestra identidad que nos mantiene unidos a la tierra”.

Bibliografia

DE JAIME, CH. & HERRERO, F. (2007). El chopo cabecero en el sur de Aragón. La identidad de un paisaje. Centro de Estudios del Jiloca.
www.chopocabecero.com

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Farmacéutico y doctor en Geografía. Profesor de Biología y Geología (IES Valle del Jiloca) además de director gerente del Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra (Teruel).
Disfruto mucho con la educación, la ciencia ciudadana y los viajes, aunque también aprovecho cualquier rato libre que tengo para culturizarme leyendo o viendo una película. Me gusta el olor de la corteza de naranja secándose sobre la estufa de casa y siempre me fijo y anoto cúando llegan las primeras aves migratorias a Calamocha, mi hogar.
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