El 125 aniversario de la lluvia de claveles
Una de las manifestaciones festivas más atractivas y representativas de todo el territorio valenciano y la más antigua de la Península Ibérica, el singular acto de la Batalla de Flores de la ciudad de Valencia, madre de todas las batallas, pone punto y final a la intensa programación de juegos de la Feria de Julio. Descubre todo lo que esconde esta lucha floral.
Desde 1891, el inmutable extenso manto de claveles en homenaje a nuestra huerta y la llegada del verano, engalana el Paseo de la Alameda para la ocasión. Un paseo convertido en escenario principal, donde la confluencia de color y olor da lugar a un desfile compuesto de majestuosas carrozas ostentadas por burgueses hasta falleros actualmente y bajo la atenta mirada de jurados y de miles de turistas dispuestos a disfrutar de la lluvia de flores.
Cuando llega el verano…
Desde hace 125 años, durante la puesta de sol del último domingo del mes de julio, en la capital del río Turia se manifiesta la máxima expresión de la frase ciudad de las flores. Sí, estamos hablando de la Batalla de las Flores y siente el acto final de la estimada Gran Feria de València, fue creada con este nombre oficialmente, y no Feria de Julio, nacida bajo la influencia burguesia a finales del siglo XIX, en verano de 1871.
Retrato del arco en la Gran Feria de València en julio de 1895: Imagen cortesía de Rafael Solaz
El Ayuntamiento de València propuso celebrar una feria de carácter anual rellena de exposiciones de todo tipos de productos debido a que durante julio, la ciudad se quedaba normalmente con una oferta lúdica muy pobre y los vecinos escapaban en el campo y en la playa para librarse del intenso calor. Esta feria se originó históricamente a partir de las famosas corridas taurinas de San Jaime. Por eso, también es conocida con el nombre de Feria de San Jaime y ha pasado de durar 13 días en 1891, en todo un mes como sabemos.
Abriendo la ventana histórica
Sin embargo, como fueran los inicios de la Batalla de las Flores? De quién fue idea implantarla? Este acto siempre se ha celebrado en el popular paseo de la Alameda de València, buscando un toque aristocrático en la fiesta. La primera batalla fue fundada al 1891 (durante el vigésimo cumpleaños de la Gran Feria) por Pascual Frígola Ahís Xacmar y Beltrán (expresidente noveno y onduláramos de la entidad cultural valenciana renacentista lo Rat Penat desde el 1887 y Barón de Corts de Pallars ennoblecido en 1858, siente una de sus mujeres Regina de los segundos Juegos Florales de Lo Rat Penat al 1880). El nombre del Barón se precisamente el título del máximo premio otorgado al finalizar la celebración. A finales del siglo XIX, fue la aristocracia y la burguesía valenciana la que impulsó la fiesta floral con motivo de exhibir ostentosamente su poder y festejar la llegada de las vacaciones estivales.
Durante estas primeras décadas, con el desfile de carrozas y valoración de méritos por parte de un jurado, eran los propios burgueses los que desfilaban acompañados de sus criados y estos últimos los provenían de flores para facilitar la guerra lúdica, intercambiando lanzamiento de flores con las carrozas participantes. Es durante este periodo, sobre todo el primer tercio del siglo XX, cuando la Batalla de Flores es catapultada como uno de los principales espectáculos festivos de la era dorada de la Gran Feria de Julio. “Ciudad de las flores” o “perla mediterránea”, estas eran algunas autodefiniciones burguesas relacionadas con el festejo valenciano. La prensa ya sugirió por aquellos tiempos, que la Batalla de Flores sería la fiesta por antonomasia de la Feria y sería un atrayente turístico a lo largo del siglo pasado. Por regla general, el día siguiente de la Batalla y la Conclusión de la Feria, la ciudad burguesa se vaciaba ej busca de sus estancias veraniegas. Después de la Guerra Civil, el Ayuntamiento de València potenció la Batalla de Flores como festejo espectacular con el objetivo de recuperar una decadente y degrada Gran Feria de la ciudad. Y es a partir de la década de los 50, cuando las comisiones falleras y sus máximos representantes los que llevan el peso de la organización. Y es que si Don Pasqual Frígola levantara la cabeza, nunca habría pensado que miles de personas continuarían conduciendo hoy por hoy esta tradición con tanta devoción. El fundador se inspiró para la primera Batalla ibérica con los carnavales y combates florales lúdicos extendidos entre las principales ciudades europeas a finales del siglo XIX y principios del XX, como Niza o Canes. Ubicadas a la costa azul francesa y sinónimo de potencia económica en en cuanto a industria floral.
Desfile de la Batalla de Flores de València (1940) en plena posguerra. Este acontecimiento floral de estas características se lo primero al realizarse en el territorio español y comparte raíces culturales comunes con otros países
Sí, habéis escuchado bien, la Batalla de las Flores de València está emparentada con otras fiestas de interés turístico vinculadas a la primavera, los carnavales, Corpus o el verano. Una consolidada expansión de este acontecimiento al resto de España (festejo primaveral Murcia, Córdoba o Ourense), del continente o incluso, en el sur de América. Por ejemplo, la ciudad colombiana de Barranquilla organiza desde el año 1903 una batalla de flores declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Todos estos lugares citados destacan junto en València por la importancia que tienen las flores en sus raíces históricas y sus símbolos de identidad.
El elemento regional, ilusión fallera
Adentrándose con los que nos importa, cuál es la dinámica y los protagonistas de esta festividad floral? Siendo un acto tan divertido y destacado a la agenda de la Feria de València, es tradición que se lleve a cabo el último domingo del mes de julio. Durante los últimos años, el núcleo del recorrido se localiza al tramo del Paseo de la Alameda comprendido entre la Font del Real y el conocido Pont de las Flores. El acto posee dos vertientes fijas, inalterables a lo largo de los primeros 40 años de vida: una cabalgata en que las carrozas recorren el itinerario acotado para ser puntuadas por el jurado y la correspondiente entrega de premios; y como no, la esperada batalla floral. Sin embargo, a partir de la década de los 50, encontramos hitos destacables en la evolución de sus ediciones.
La emblemática Font de las cuatro estaciones (1863) en el Paseo de la Alameda de València y a la altura del Pont del Real, núcleo de la celebración estival. Imagen d’Antonio Marín Segovia
Echando de la hemeroteca de anécdotas festivas, 1952 es el año en que por primera vez desfilan señoritas turistas extranjeras a las carrozas. 1959 es el año del boom de carrozas falleras. 1963 y la presencia de 500 turistas inglesas. 1968 y la carroza dedicada a Miss España. 1969 y la primera vez que la Batalla se retransmite en color por TVE. Esto no se todo, 1972 y el acto de presencia de una agrupación de majorettes! Llegados al 1975, la muy significativa falleratización de la Batalla era un hecho consolidado con la creciente presencia de centenares de señoritas de distintos casales. Desde hace décadas, la cabalgata se inicia con un séquito abierto de carácter municipal, la Policía vestida de gala y a caballo, los timbalers y los clarines dejaban claro el patrocinio del Ayuntamiento al festejo. Además, el acompañamiento militar con el desfile de bandas de alguno de los tres ejércitos. Posteriormente, empezaba el desfile valenciano. En primer lugar, se realizaba una vuelta al circuito cerrado de la Alameda conocida popularmente como “lo entró del arrayán”. Grupos de parejas de valencianas y valencianos vestidos con los trajes regionales hortelanos a la usanza del siglo pasado, se paseaban montados a pie, a caballo o calesses. También, representantes de ayuntamientos valencianos. En un principio, el desfile era realizado para ser contemplado sin más, pero la verdadera alma de la fiesta viene de la mano de los dulzaineros y los tamborileros generalmente ataviados con saragüells (faldas pantalón blancas y holgadas típicas de la huerta). Detalles simbólicos de los trajes regionales valencianos de una pareja de festeros. Imagen de Rosa Red1 Entonaban el repertorio del cancionero tradicional con el emblemático “Canto del valenciano”. Cómo pasa el tiempo, ahora son los altavoces a largo del recorrido los que ambientan musicalmente los más de 2.000 asistentes con grupos valencianos de distinto estilo. La música tradicional también acompañaba la elegante presencia de señoritas de las casas regionales con sus trajes típicos. Las Falleras Mayores de diferentes agrupaciones y sus Corts d’Honor del presente año y las señoritas seleccionadas para estar entre las elegidas en la máxima Cort d’Honor de las Fallas de València del siguiente año. Vertebrando el acto festivo, encontramos las máximas representantes de las Fiestas de Alicante (Belleza del Fuego) y las de Castelló (Regina de la Magdalena) y sus correspondientes Corts de Honor. Encontramos otras entidades culturales valencianas como el Ateneo Mercantil o el Tribunal de las Aigües y cargos como la Reina de los Juegos Florales y la Reina de la Poesía. Como novedad, el pasado año con el objetivo de cohesionar el mundo fallero alrededor de la Batalla, se invitó a la Federación de Fallas de Burriana.
Confluencia de ríos de arte
Los verdaderos integrantes de la fiesta eran y son las extraordinarias carrozas y cochecitos, engalanados para la ocasión y en función de un lema y una temática concreta plasmada en los que viajaban sobre ella (mayoritariamente la corte fallera). Todas ellas compiten, realizadas y decoradas gracias a la dedicación y esmero de los artistas falleros mediante un impresionante abanico de diseños compuestos por millones de flores. La creatividad de las obras de arte se supera año tras año desde la fundación de la fiesta, desembocando en un río de colores. La primera parte del acto finalizará dando a conocer públicamente los premios del desfile de carrozas, siendo el más prestigioso, el del Barón de Cortés.
Del carruaje floral burgués de la Batalla de Flores del año 1913 (arriba) hasta la carroza fallera del mismo acto festivo 94 años después (bajo). Cortesía de Rafael Solaz Imagen de Tona Gayora El jurado valorará la carroza con la mejor decoración monumental de flores naturales, mostrando la mejor combinación de colores. Un total de 28 carrozas, menos de la mitad repartidas en dos categorías especiales y propiedad de la Junta Central Fallera. Según los organizadores del acto, se otorgan premios en dos secciones especiales, dos encomenderas y coches ligeros y landós. La decoración de carrozas es habitualmente supervisada a los talleres de los artistas falleros durante un acto muy ligado en la Batalla, celebrado la noche anterior en esta: La Punxà de la flor. Primer encuentro de las falleras pre-seleccionadas a las cortes de honor. Una vez realizado el primer desfile, el tiro de una carcasa era y continúa siendo, el aviso que da inicio a la hora y media de Batalla floral. En esta segunda vuelta por el paseo, a la pista solo quedaban los cochecitos y carrozas. Entre los asistentes y los vehículos se lanzan poseídos en forma de proyectil flores y más flores que acabarán cubriendo el paseo. Para finalizar esta animada y perfumada Batalla de las Flores, se lanza el habitual castillo de fuegos artificiales que da por acabado el acto y por tanto, la Gran Feria de València.
Los claveles, el corazón colorista de la festividad
El Paseo de la Alameda de València late con fuerza gracias a la munición bélica convertida en centenares de cestas de flores que pueblan esplendorosas el itinerario. Exacto, no nos olvidamos del detalle más vital además de las carrozas y los festeros, el clavel. Este es el símbolo representado varías festividades de la ciudad, como la ofrenda fallera. La admirada plasticidad cromática en la hora de crear diseños, su arraigo en la región mediterránea o la intensa fragancia que desprende sueño algunos de los motivos que hacen de él, el protagonista. Esta planta herbácea anual es idónea para la Batalla de Flores debido en su jefe frágil y esponjoso (no hace daño durante el lanzamiento) y por su vistosidad y frescura. Por otro lado, Tagetes erecta se ha convertido desde hace miles de años en uno potencia comercial de cultivo y sometida a continúas hibridaciones y a la acción de la selección natural.
La flor de clavel de indias o chino acapara todas las ediciones de la Gran Feria de València con un significado simbólico y emotivo de telón de fondo. Los proveedores dejan terminados los cajones rellenados de claveles amarillos y naranjas a las diversas tribunas de los asistentes la misma mañana de la Batalla. Imagen de naky
Pero quien es el responsable de conseguir el preciado tesoro de la fiesta? Siendo muchos los años de servicio continuado y dedicación en la Batalla, la empresa proveedora familiar es la liderada por Manuel Galán. El conocido diseñador florista de parte del desfile de carrozas y cultivador de esta especie de flor de origen mexicano, corresponde a la tercera generación de cultivadores de plantas: “Las semillas de las variedades más puras de los claveles de la huerta valenciana tienen más de un siglo de historia, pero nosotros las regeneramos cada año para poder sembrarlas”. El cultivo se realiza en fincas de gran extensión (30 fanegadas) y repartidas en Alboraya, Meliana y Alcàsser, entre otras localidades puesto que el miedo al granizo motiva la necesidad de escoger varios lugares de producción. Dos toneladas de flores (selección exclusiva de la tonalidad amarilla y naranja), necesarias para llenar las cestas de los balcones improvisados del recorrido, según las fuentes organizadoras. Galán afirma que la prolongada época de floración y la duración de los claveles una vez cortados son las claves del éxito, “Las semillas del clavel se siembran exclusivamente para la Batalla en el mes de Marzo y sueño recogidas a finales de Julio. Son cinco meses de cultivo si no hacen acto de presencia inclemencias meteorológicas, lanzando a perder la plantación. Las altas temperaturas, adecuadas precipitaciones y la calidad del suelo favorecen el esplendor de la flor y las hojas se vuelven más brillantes, cuando predominan los días soleados. Los floricultores apuran su trabajo desde la mañana del viernes hasta el domingo, día de la Batalla. Recolectan el millón de claveles del campo valenciano, que se convertirán en la estimada arma.
Cultivo de cultivo de claveles, todo ellos destinados exclusivamente para la Batalla. La suyas tonalidades van del naranja hasta el amarillo y poseen un extenso periodo de floración durante todo el verano y el otoño, pero en climas cálidos como el nuestro se alarga todo el invierno. Excelente adaptación del clavel al clima marítimo como el de l’Horta de València. Imagen de diariodeunapeineta.blogspot.com.es
Gran festejo social, gran espectáculo para el pueblo
Desde la fundación de la Batalla, una de las finalidades primordiales burguesas era la vertebración de la estructura social local y celebrando la visión única de una València paradisíaca. En cambio, el habitual *classisme con el que se había caracterizado la Batalla e impuesto por las lonjas, se esfumó. Los tripulantes de las carrozas pasan de ser las filas de las clases dominantes de la ciudad a las falleras de las comisiones y turistas seleccionadas. Y la función de la masa de espectadores tiende de simples admiradores a fervorosos participantes.
Des de la carrossa de la Fallera Major de València, es mostra el recorregut pel recinte de la Batalla de Flors 2015. Després del primer minut de desfilada, un tro d’avís dona per iniciada la segona volta amb l’intens llançament de clavells entre el ben posicionat públic assistent i festers amb l’ajuda de raquetes, com a eina defensiva. Autor: MalaltdeFalles Hoy por hoy, el recinto del acto congrega miles de asistentes valencianos y turistas de varias nacionalidades y con muchas ganas de participar acaloradamente en la lluvia de flores junto con los miembros de las carrozas, proveídos de raquetas como escudos de defensa. Eso sí, aunque todo el mundo puede formar parte de la guerra lúdica, el paseo está acotado por motivos de aforo, seguridad y limitación de flores que se lanzan. Días antes del acto, se ponen a la venta centenares de balcones y zonas reservadas para autoridades municipales, en las que el público disfruta de una ubicación privilegiada para ver el desfile y lanzar claveles. Esto ocasiona una improvisada acampada frente las taquillas de los Jardines de Viveros, volando las entradas en cuestión de horas y como también las puestas a la venta en Internet en los últimos años. El precio de las tribunas se encuentra alrededor de los 60 euros para seis personas y cada año la demanda es mayor. Incluye las cestas de claveles como munición de la Batalla.
Espíritu de una devoción
A pesar de que la Feria empezó en un intenso proceso de decadencia y reestructuración durante las últimas décadas, la Batalla de las Flores ha conservado su dominància dentro de la programación cultural, porque además de cerrarla, ha conservado viva la llama del antiguo espíritu. Eso sí, llama influida por el elemento fallero y la necesidad de las autoridades de acercarse en el pueblo. Un paréntesis, donde las flores intercambiadas durante la guerra lúdica, hacían la función de limar simbólicamente las evidentes diferencias políticas y sociales.
La barraca es el símbolo de la tradicional huerta valenciana, en las comarcas del alrededor de la Albufera. Ha sido refugio veraniego de las familias burguesas durante la época dorada del sector agrícola valenciano. Imagen d‘Antonio Marin Segovia
A partir de sus raíces históricas, el significado de la fiesta es evidente. El homenaje en todo su esplendor a la tradicional huerta valenciana. Uno homenaje colorido y aromático que iniciaron las familias burguesas y adineradas de València para celebrar la llegada del verano sin ningún tipo de protocolo y despedir la Gran Feria de la ciudad. La locura floral frota el cielo con miles de pétalos de colores cálidos desembocando en una guerra pacífica sin más trincheras que las raquetas, convertidas en el arma de lanzamiento de los proyectiles. El resultado de la guerra es el vistoso y aromático manto de claveles, serpentinas y confeti. Este combina con la decoración habitual de banderas estatutarias alrededor del itinerario. Escenario que los servicios de limpieza municipales borran rápidamente para restablecer la normalidad de la Alameda. Y se preguntaréis, que hacen de las montañas residuales de jefes de clavel que pueblan al asfalto? Básicamente se aprovecha como abono orgánico.
Para saber más…
Si queréis adentraros más en la historia gráfica y simbólica de este acto de la mano del ilustre investigador documentalista local Rafael Solaz Albert (propietario de la librería anticuario en la Calle San Fernando de València, cerca del Centro Cultural Octubre), hay que ascender a la sexta planta del centro comercial Pintor Sorolla-Colono de València. Tendréis la oportunidad de visitar la ritual exposición fotográfica en homenaje en la Batalla titulada: “La Batalla de Flores, 125 años en la Gran Feria de València”.
Recorrido por la evolución de un patrimonio festivo desde los años de consolidación hasta su máximo esplendor a inicios del siglo pasado, pasando por la recuperación de posguerra y coincidiendo con los años de decadencia ferial. 125 años mezclando fuerte tradición, arraigo valenciano y la disposición al cambio, a reivindicar como colectivo este patrimonio de todas y todos. Tienes de tiempo de ir hasta el 31 de Julio de forma gratuita. A que esperas a ir?