Personajes

27 Sep 2024

Adanson, el olvidado descubridor del baobab

Michel Adanson fue un destacado botánico del siglo XVIII que recogió numerosos tesoros científicos en el Senegal, entre ellos el emblemático baobab. En Espores os invitamos a adentraros en su apasionante aventura botánica: desde los herbarios que custodian sus hallazgos hasta las valiosas conexiones que estableció con otros científicos de la época, como Cavanilles. De la mano de Leopoldo Medina y Carlos Aedo, del Real Jardín Botánico de Madrid, CSIC, haremos un viaje por la historia de la botánica que nos acercará a un personaje tan apasionante como a menudo olvidado.

Es posible que no nos suene su nombre, pero Michel Adanson fue el primer explorador occidental en la zona de Senegal e identificó muchas especies no descritas, entre ellas el baobab. Recorrer su vida no es solo destacar sus numerosas aportaciones a la botánica, también es entender un poco más las rivalidades del mundo científico, independientes de la época histórica, y seguir el rastro de todos los materiales que recopiló en sus viajes, llegando hasta nuestro país en el herbario del Real Jardín Botánico de Madrid.  

Hoy queremos trazar un recorrido desde Michel Adanson (1727-1806), hasta el valenciano Antonio José Cavanilles (1745-1804), y queremos hacerlo a través de sus herbarios. El de Cavanilles es probablemente la más valiosa colección de cuantas se conservan en el Real Jardín Botánico de Madrid, donde fue director entre 1801 y 1804 tras formarse en el Jardin Royal (más tarde Muséum National d’Histoire Naturelle) entre 1781 y 1789. La valía de esta colección, muy rica en materiales tipo de las especies nuevas que describió, se acentúa gracias a los ejemplares que obtuvo de diversos botánicos importantes de la época, vinculados a dicho museo, entre ellos el protagonista de esta historia, Adanson.

A la izquierda retrato de M. Adanson./ Wikipedia. A la derecha portada del artículo en que M. Adanson publicó su descripción del baobab el año 1763 (Mémoires de l’Académie Royale 1761)

Adanson y su viaje africano

Adanson nació en la pequeña ciudad provenzal de Aix, en el sur de Francia. Su familia se trasladó a París hacia 1740, donde continuó sus estudios clásicos y se interesó por las enseñanzas de historia natural que se impartían en el Jardin Royal y el Collège Royal. Fue discípulo entre otros del médico y botánico Bernard de Jussieu (1699-1777), y en esa época comenzó a formar un herbario personal con plantas recolectadas en las excursiones que organizaban los hermanos Jussieu por los alrededores de París.

Gracias a los contactos familiares, Adanson consiguió que la Compagnie des Indies lo enviara a explorar el Senegal, donde se entregó al estudio de la naturaleza en un sentido amplio, ya que dedicó su atención a plantas, animales y minerales. Partió de Lorient en Bretaña el 3 de marzo de 1749 en el velero Chevalier Marin y, tras una escala en Tenerife, llegó a Senegal a través de Fort Saint-Louis el 24 de abril de 1749. No volvería a Francia hasta el 4 de enero de 1754. Como primer explorador occidental de esas regiones tropicales de África descubrió muchas especies nuevas, que recolectó y fue remitiendo a Europa para su posterior estudio.

Una de las más llamativas fue el baobab, árbol propio de las zonas semiáridas al sur del Sahara, del que había algunas referencias previas en la literatura renacentista. Estos árboles descomunales, con troncos verdaderamente espectaculares en forma de botella, no han dejado indiferente a ningún viajero y han sido fuente de mitos y leyendas para las culturas locales. También Adanson quedó impresionado por este gigante y escribió a Bernard de Jussieu en París para informarle y hacerle llegar una descripción del mismo, con el ruego de que se la remitiera a Linneo, que entonces estaba trabajando en su Species Plantarum.

Dibujo del baobab que M. Adanson publicó acompañando la descripción, que incluye detalles tan inusuales como el aspecto general del árbol, la sección de la flor o las plantas jóvenes (Mémoires de l’Académie Royale 1761).

En su comunicación con Linneo, Bernard de Jussieu ya llamaba al árbol Adansonia, y este no perdió el tiempo y publicó la especie como Adansonia digitata en sus obras de 1753 y 1759. Entre tanto Adanson, que ya había regresado de Senegal, escribió a Linneo en 1756 haciéndole llegar copia de una descripción detallada de la planta, que había enviado a publicar a las Mémoires de l’Académie Royale con el nombre genérico de Baobab. Esta publicación, que se retrasó considerablemente ya que no vio la luz hasta 1763, llegó tarde para que el nombre propuesto por Adanson fuera aceptado. El papel que jugó Linneo en este asunto no parece muy elegante, pues acaparó el mérito científico de la descripción de la planta hurtándoselo a su descubridor. Hay que decir en su favor, sin embargo, que tuvo el detalle de dedicarle el género a Adanson, un reconocimiento más sentimental que científico, pero nada desdeñable pues remarca su papel como descubridor.

A la izquierda ejemplar de baobab localizado durante la primera expedición de la Flora de Guinea Ecuatorial en Annobón (2010)./Carlos Aedo. A la derecha localización de la isla de Annobón./Wikipedia

Nuevas necesidades de clasificación

La estancia en el Senegal le abrió a Adanson las puertas a un mundo nuevo, el tropical, con multitud de especies completamente distintas a las europeas que no encajaban en los sistemas de clasificación de las plantas que hasta el momento se habían propuesto por diferentes autores. Esto le persuadió de la necesidad de buscar un método que fuera universal y permitiera clasificar racionalmente estas nuevas especies. Los sistemas de clasificación que pugnaban por imponerse en la época eran dos: el de Tournefort, basado principalmente en la forma de la corola, y el de Linneo, en el número de estambres. Ambos se consideraban sistemas artificiales, muy prácticos para la identificación de las plantas, pero con importantes deficiencias cuando se trataba de agrupar a las especies por sus afinidades. Como respuesta a esta problemática Adanson publicó en 1763-64 su Familles des plantes, obra con dos aportaciones relevantes. Por una parte, retomó y dio consistencia a la idea de Pierre Magnol (1638-1715), profesor de la universidad de Montpellier, de reagrupar a los géneros en familias. Muchos de los nombres y circunscripción de las familias que hoy empleamos se deben a Adanson.

Por otra parte, estableció un método de clasificación que considera todos los caracteres posibles y al que denominó “método natural” por contraposición a los sistemas artificiales de los que hablábamos. Su mentor, Bernard de Jussieu, había desarrollado en paralelo un método semejante para ordenar las plantas del jardín del Trianón de Versalles que nunca llegó a publicar. Adanson siguió un método inductivo, basado en la filosofía cartesiana, en el que daba diferente importancia a los caracteres a posteriori y según el grupo considerado, mientras que B. de Jussieu empleó un método deductivo en el que postulaba a priori la importancia de los caracteres y lo hacía para todo el reino vegetal. En palabras de Frans Antonie Stafleu, Adanson “… fue el primer autor que proporcionó una base lógica para una clasificación natural de las plantas”.

A la izquierda portada de Familles des plantes, la obra más relevante de M. Adanson./ Biblioteca de Missouri Botanical Garden. A la derecha portada de Genera Plantarum, la obra de A.-L. Jussieu. Biblioteca Digital del Real Jardín Botánico

El trabajo de Adanson tuvo poca repercusión en su tiempo, pero se puede considerar el punto de partida de los sistemas de clasificación modernos, que andando el tiempo se reforzarían con las ideas evolucionistas. Veinticinco años después Antoine-Laurent de Jussieu (1748-1836) publicó su Genera plantarum (1789), en donde plasmó las ideas de su tío Bernard y propuso la división de los vegetales en un centenar de Ordines naturales, que serían equivalentes a las familias de Adanson. Entre el sobrino y Adanson existía una rivalidad que sin duda influyó en el escaso crédito que A.-L. de Jussieu dio a las aportaciones de nuestro protagonista, cuyos resultados eran en buena medida similares.

El devenir del trabajo de Adanson, también en este caso, ha tenido un reconocimiento más testimonial que efectivo. En el Código Internacional de Nomenclatura Botánica se establece como punto de partida para los nombres supragenéricos de las plantas vasculares el Genera plantarum de A.-L. de Jussieu, de modo que los nombres anteriores no se consideran. Esta decisión arbitraria y débilmente justificada hace que treinta y tres nombres de familias se atribuyan actualmente a A.-L. de Jussieu, aun cuando ya estaban previamente publicados por Adanson.

Una historia de herbarios

Las plantas del Senegal son sin duda las de mayor relevancia científica de cuantas recolectó Adanson. En este viaje hizo también algunas colecciones en su escala en Tenerife durante el viaje de ida, y en la isla de Fayal de las Azores a su vuelta. El primer conjunto de duplicados de estas plantas, unos 500 pliegos, fue adquirido por el Muséum National d’Histoire Naturelle de París en vida de Adanson e intercalado en el herbario general de esta institución. Otros de sus materiales procedentes del Senegal se encuentran incluidos en los herbarios de Lamarck y de Jussieu, hoy en día conservados en dicho museo como herbarios separados.

A la izquierda ejemplar d‘Avicennia tomentosa Jacq., proveniente del herbario de A.-L. Jussieu,  recolectado por M. Adanson durante su expedición al Senegal/Muséum National d’Histoire Naturelle de París. A la derecha ejemplar d‘Hibiscus senegalensis Cav. recolectado por M. Adanson durante su expedición al Senegal, conservada en el Real Jardín Botánico de Madrid. Cavanilles obtuvo este fragmento del herbario de la familia Jussieu durante su estancia en París.

Adanson tenía además un herbario personal de considerable tamaño, con 24.095 pliegos, en el que reunió colecciones propias y otras de sus corresponsales. En Francia herborizó principalmente en Normandía y en los alrededores de París, antes y después de su viaje africano. Entre mayo y octubre de 1779 se alejó de París para hacer otro gran viaje de recolección de plantas, esta vez al Midi francés, recorriendo la Auvernia, el Delfinado, la Provenza y los Pirineos orientales, así como las zonas cercanas de Suiza e Italia. Por lo que se refiere a España, alcanzó la frontera el 5 de julio de 1779 y continuó su viaje hacia la Junquera, Figueras, Gerona y Barcelona. Regresó por Montserrat, Berga y la Cerdaña, llegando a la parte francesa dos semanas después. Este herbario personal, que incluía principalmente colecciones europeas, suyas y de sus corresponsales, más las del Senegal, pasó a manos de sus herederos, que lo conservaron en buen estado en el château de Balaine (cerca de Villeneuve-sur-Allier), hasta que en 1924 lo vendieron al Muséum National d’Histoire Naturelle de París, en cuyas colecciones se integró como herbario separado.

Recorrido de M. Adanson por el nordeste de España en 1779, durante su viaje de recolección al Midi francés. Modificado de N. Hallé, Adansonia (1969).

En el herbario el Real Jardín Botánico de Madrid se han localizado cinco pliegos que fueron recolectados por Adanson en el Senegal, procedentes del herbario de la familia Jussieu, fragmentos que Cavanilles obtuvo como regalo durante su estancia en Francia. También se conserva algún otro pliego del mismo origen, procedente de semillas que Cavanilles cultivó en el jardín del Duque del Infantado, de cuyos hijos era preceptor. Sin duda el gran prestigio alcanzado por Cavanilles como excelente botánico contribuyó a que sus colegas franceses le proporcionaran muestras de diferentes expediciones. Estos ejemplares son de gran valor científico, pues en numerosas ocasiones son tipos nomenclaturales de las especies que propuso Cavanilles. Además, tienen un indudable valor histórico, ya que muestran las relaciones que se establecían entre los científicos europeos entorno al museo parisino, que en ese momento era el más importante centro de estudio de las diferentes disciplinas de la historia natural en el mundo.

El devenir de la obra de Adanson, que ha permanecido subestimada durante mucho tiempo, viene a recordarnos que el trabajo científico no es ajeno a las rivalidades y miserias inherentes a cualquier actividad humana. Sin embargo por suerte, y por lo general, el tiempo y una adecuada perspectiva acaban inexorablemente asignando las realizaciones científicas a sus verdaderos responsables. Hoy en día podemos revisar la obra de Adanson entendiendo un poco más su trayectoria, e imaginarnos sus interesantísimos viajes recorriendo su legado en esas bibliotecas botánicas que son los herbarios.

Doctor en Biología por la Universidad de Salamanca y Investigador Científico (CSIC-Real Jardín Botánico de Madrid)
convidat Firma invitada
Doctor en Ciencias Biológicas por la UAM y Responsable de la Sección de Plantas Vasculares del herbario del Real Jardín Botánico, CSIC
convidat Firma invitada
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