Paisajes y rincones de un Jardín Botánico Atlántico

El Botánico de Gijón es el primero del noroeste peninsular y el único dedicado a la vegetación y la flora atlánticas. Un Jardín diferente con 16.000 hectáreas en el que se evocan y recrean distintos biomas que componen la biogeografía de las tierras del Atlántico Norte, y que en 2013 celebra su décimo aniversario.

El Jardín Botánico Atlántico de Gijón ha acogido este mes de mayo el XII simposio de la Asociación Iberomacaronésica de Jardines Botánicos (AIMJB), un encuentro donde los Jardines ponen en común sus proyectos, participan de grupos de trabajo y plantean estrategias futuras, partiendo de sus particularidades como espacios ajardinados abiertos al público que desarrollan tareas de conservación, investigación, educación y divulgación.

En esta reunión bianual los asistentes al simposio nos llevamos además un gran regalo, descubrir un Jardín que en su escasa década de existencia ha logrado desarrollar y mostrar interesantísimas colecciones, crear un espacio atrayente y que invita al conocimiento pero también al disfrute, afianzar una amplia agenda de actividades, y todo sin abandonar lo más importante, la capacidad de seguir trabajando por un proyecto bien diseñado y ejecutado que tiene, sin duda, mucho futuro.

Seguir los numerosos itinerarios que nos ofrece el Jardín supone, sobretodo, elegir. ¿Queremos recorrer mágicas carbayeras? ¿Seguir el rumor del agua hasta donde nos lleve? ¿Recorrer las exposiciones que van surgiendo en el camino? ¿Nos apetece sentarnos a disfrutar de un prado, de una zona de umbría? 

En nuestro paseo iremos descubriendo información de los distintos entornos, elementos museográficos que complementan la información, e incluso nos sorprenderá alguna planta con un cartel que reza directamente “llévame a casa”, lo cual indica que podemos adquirirla en la tienda de plantas del Jardín. Cuando el entorno es tan verde y tan amplio como sucede en el Botánico Atlántico, perderse es inevitable.

Colecciones del Botánico

El Jardín se estructura en cuatro colecciones principales pero como explica Álvaro Bueno, el conservador, el Botánico Atlántico siempre ha querido distanciarse del modelo tradicional, apostado por generar un modelo caracterizado por ser un espacio en el que se evoquen y, ocasionalmente, se recreen distintos biomas en los que se agrupen elementos botánicos arquetípicos, presentados con un cierto criterio escenográfico y reproduciendo los entornos paisajísticos más característicos de cada uno de ellos.

Lo cual creen que es interesante y atractivo para un público más amplio, y además permite diseñar un itinerario museístico más rico para la visita del Jardín, en el que aparte de los recursos didácticos estrictamente botánicos, se le saque partido a los contenidos más generales de la historia natural: ecológicos, climáticos, biogeográficos, paleohistóricos, etc.

Así pues, encontraremos la colección dedicada al Entorno Cantábrico, que persigue el objetivo de trabajar por la conservación, estudio y divulgación de los recursos vegetales de estos territorios, espacios de gran diversidad por su situación fronteriza y su cercanía al mar.

Aquí encontraremos por ejemplo gran variedad de tipos de bosque, como carrascales, que son perennifolios de las zonas más continentales, encinares, impresionantes carbayeras, bosques caducifolios que están desapareciendo de forma generalizada por la presión humana, alcornocales, hayedos, siempre en zonas de muchas precipitaciones, o alisedas, el bosque de ribera más común en el cantábrico.

Por otro lado está La Factoría Vegetal, un espacio dedicado a los usos que se ha hecho de las plantas en las riberas septentrionales del Océano Atlántico, ya que los intercambios botánicos han supuesto históricamente un cambio en la agricultura, la gastronomía y las propias costumbres. En esta zona están los frutales y huertos del Viejo y el Nuevo Mundo, entre los que encontramos el bananero Musa x paradisiaca, el chirimoyo Annona cherimola, el aguacate Persea americana, y ejemplos de plantas textiles y alimenticias, también un Jardín de Simples y una colección de malas hierbas y de plantas invasoras.

Las colecciones siguen en El Jardín de la Isla que sin duda esconde la magia de haber pertenecido a una familia que volcó en él sus ansias y emociones. Fue a finales del s. XIX cuando Florencio Valdés, un industrial de la ciudad fundó este jardín romántico que aún conserva el trazado, la esencia, e incluso la casa familiar. Aquí caminaremos entre camelias, bulbosas, arte topiaria y arbustos ornamentales.

Por último, el Itinerario Atlántico es un recorrido por los paisajes vegetales del Atlántico Norte centrándose en este momento en dos biomas, el boreal y el templado. Actualmente, en el Jardín trabajan ampliando las colecciones para recrear el paisaje boreal americano típico, explicándose a través de él su mayor diversidad vegetal frente al boreal europeo. Aunque sin duda una de las joyas que no nos podemos perder es La Carbayera del Tragamón, un bosque adehesado típico del mediterráneo peninsular con carbayos de 400 años, incluido en la Red Natural de Espacios Protegidos como monumento natural.

Para acercarse al Botánico

Conciertos, campamentos de verano, cursos prácticos de manejo de plantas, las noches mágicas con personajes de la mitología astur, o visitas guiadas son algunas de las muchas actividades que también se realizan en el Jardín. 

Una de sus últimas propuestas, las rutas por el Cantábrico, son excursiones para interpretar el paisaje vegetal del entorno cantábrico, y con ellas se visitaran sitios como los Lagos de Covadonga, acompañados por el personal científico del propio Jardín Botánico. Incluso este mes de mayo organizaron también las I Jornadas de Pintura y Naturaleza, con concurso de dibujo, certamen de pintura rápida y un taller infantil.

Y es que es precisamente a los niños a quienes prestan una gran atención con su Club de los Miruéndanos, para los menores de 12 años, su zona de El Bosque de los Niños, con los mismos contenidos del Botánico pero añadiendo espacios de juego y una cartelería especial, y material didáctico para descubrir, por ejemplo, todos los secretos de las matemáticas a través de los elementos naturales que tenemos a nuestro alrededor.

Por último, entre sus proyectos divulgativos destaca La Colmena Viajera, un libro impecablemente ilustrado en el que se da valor al importante proceso de polinización de las plantas, realizado no solo por las abejas sino por numerosos insectos. A parte del cuento y la guía para el docente, se ha creado un blog para los centros docentes que visitan el Jardín y realizan la visita y talleres relacionados, o aquellos que reciben a “la colmena viajera” en sus propias aulas.

¡Descúbrelo todo en botanico.gijon.es!