Los Jardines Colgantes de Babilonia: un misterio de la antigüedad
En espores nos gusta viajar en el tiempo y descubrir jardines históricos que nos transportan a épocas pasadas, porque, aunque ya no podamos pasear por ellos, ni disfrutar de las especies que en su momento albergaron, todavía hoy, continúan inspirándonos y despertando nuestra curiosidad. Sus estructuras singulares y románticas, y su exótica y abundante vegetación, hacen volar nuestra imaginación y con un poco de esfuerzo casi conseguimos visualizarlos en todo su esplendor. ¿Y qué mejor ejemplo para explorar que uno de los más antiguos y misteriosos de la historia? Acompáñanos a descubrir los famosos Jardines Colgantes de Babilonia, una de las siete Maravillas del Mundo Antiguo, escenarios de leyendas que todavía hoy continúan fascinándonos.
Los Jardines de la capital babilónica, junto con el Faro de Alejandría, el Coloso de Rodas, el Templo de Artemisa, la Estatua de Zeus, el Mausoleo de Halicarnaso y la Gran Pirámide de Guiza fueron bautizadas por Herodoto, el historiador considerado como el padre de la historia, y otros autores clásicos, como las siete Maravillas del mundo antiguo y, exceptuando la pirámide, desgraciadamente todas han desaparecido. Con todo, y como pasa con el resto de los miembros de la exclusiva lista, los Jardines Colgantes, a pesar de no haber sobrevivido, continúan captando el interés de historiadores y arqueólogos, que durante siglos han intentado descifrar los enigmas que los rodean. Es cierto también que la existencia real de estos jardines ha estado objeto de interminables debates, pero su influencia en nuestra cultura es innegable, representando todavía el ideal de integración entre la naturaleza y la arquitectura innovadora.
Los orígenes del mito
Situados en la antigua ciudad de Babilonia, ahora la moderna ciudad de Hillah en Irak, los Jardines Colgantes eran conocidos por sus coetáneos, a los que les fascinaba su diseño y belleza que no tenía rival. Se cree que fueron levantados durante el reinado de Nabucodonosor II (634-562 a. C.) y que, según la leyenda, el monarca los ordenó construir para probar el amor que sentía por su esposa, Amyitis de Media. La princesa echaba de menos las colinas y la vegetación de su tierra natal, en la región montañosa del noroccidente de Irán, y los jardines fueran el intento de Nabucodonosor II de recrear el paisaje que tanto añoraba y hacerla sentir como casa.
Las primeras menciones provienen de autores griegos como Filón de Bizancio, Diodoro de Sicilia y Estrabón. Estos textos clásicos en muchas ocasiones difieren entre ellos y presentan muchas lagunas y contradicciones, pero la mayoría coinciden en algunos aspectos de la descripción de los célebres jardines. Los definen como un gran espacio cuadrado con una serie de terrazas o escalones superpuestos que descansan sobre arcos con vueltas sustentadas sobre robustos pilares de sección cuadrada. Además, las terrazas parecían flotar en el aire gracias a sus estructuras, muy complejas para su época, y causaban gran sorpresa a los visitantes de la ciudad.
Según los escritos antiguos, estas terrazas albergaban una gran variedad de árboles de frutos desconocidos, riachuelos artificiales, flores de especies llevadas de tierras lejanas y plantas, formando amplios paseos adornados con esculturas y ricos relevos decorativos. Las plantas sobresalían de los balcones y daban la impresión, a ojos de los viajeros, de estar suspendidos en el aire. Todos estos elementos daban como resultado una exuberante y frondosa vegetación, que contrastaba fuertemente con el paisaje desértico de Mesopotamia.
Ingeniería y diseño por delante de su época
Se cree que los jardines utilizaban una serie de sistemas de riego avanzados para mantener con vida la vegetación y algunas teorías sugieren que quizás se empleó una sofisticada red de bombas para transportar el agua desde el río Éufrates hasta las terrazas de los jardines. Este avanzado sistema de irrigación habría permitido el cultivo de una vegetación exuberante en un entorno en el cual de otro modo no habría sobrevivido, y también la creación de un microclima adecuado para la flora que se tenía que adaptar al clima desértico de la región.
El uso de materiales como baldosas y betún (como sellador) en la construcción de las terrazas ayudó a crear una estructura duradera y resistente a las inclemencias del tiempo, y las combinaciones de estos materiales con técnicas de construcción muy avanzadas demuestran con creces la habilidad y la creatividad de los constructores babilónicos.
Un enigma todavía por revelar
Los Jardines Colgantes son la única de las siete maravillas de la cual no se conoce su ubicación con exactitud. De hecho, la carencia de fuentes escritas babilónicas conservadas que mencionan los jardines, así como la ausencia de evidencias arqueológicas concluyentes sobre su localización, ha llevado algunos investigadores a considerar que su existencia podría tratarse simplemente de un mito, y que las historias o descripciones sobre los famosos jardines serían exageraciones o simplemente invenciones.
Las explicaciones que se han dado para cuestionar la existencia real de los Jardines son numerosas. En primer lugar, se ha argumentado que, dado que las descripciones de la maravilla provienen de textos griegos y romanos escritos siglos después de su supuesta destrucción, su existencia podría ser solo el producto de la imaginación de los antiguos historiadores, representando el ideal romántico del jardín oriental. Por otro lado, también se ha especulado con la posibilidad que los jardines efectivamente existieron en Babilonia, pero fueron destruidos por completo en el siglo I d.C. Y hay más, otra hipótesis sugiere que la leyenda podría referirse en realidad al jardín construido por el rey Sennàquerib (en el siglo VII a.c) en Nínive, la capital del Imperio asirio, cerca de la actual ciudad de Mosul. Esta teoría se basa en el hecho que Nínive en ocasiones era denominada “la antigua Babilonia”, lo cual podría haber dado lugar a un gran error histórico, situando los famosos jardines en Babilonia y no en Nínive.
A pesar de todas estas incógnitas, otros profesionales de la investigación todavía les dan crédito a los textos clásicos y mantienen la esperanza de que futuros hallazgos arqueológicos ayudan a que la existencia de la maravilla más viva y natural dejo de ser por fin una hipótesis sin demostrar.
Entre la realidad y la ficción
La ambigüedad de las fuentes históricas, sumada al hecho que todavía desconocemos la ubicación exacta de los Jardines Colgantes, ha hecho que pasen a formar parte del conjunto de grandes leyendas arqueológicas. Además, el misterio en torno a su existencia ha alimentado la fascinación a lo largo de los siglos y los ha convertido en un icono de esplendor y exotismo. A todos nos resulta fácil identificarlos, pues han sido recreados en innumerables ocasiones, desde antiguos grabados y pinturas renacentistas, hasta representaciones actuales en cómics, películas y documentales, y haciendo una rápida investigación a internet encontramos centenares de ilustraciones diferentes que recrean los Jardines, lo cual ha contribuido significativamente a mantener su estatus de leyenda en el imaginario colectivo. Por ahora, aquí en espores tenemos una nueva reseña sobre estos jardines de ensueño. ¿Dejaremos alguna vez de soñar?