El Jardín de l’Albarda, una joya botánica en Pedreguer
En espores, nos encanta conocer otros jardines, por eso esta semana os invitamos a explorar con el geógrafo Nico Vives una auténtica joya botánica, para muchos todavía desconocida: el Jardín de L'Albarda, en la población de Pedreguer. Os animamos a descubrir este refugio para los amantes de la naturaleza y la jardinería mediterránea, un tesoro verde que hay que visitar en cada estación del año, para apreciar su transformación y la diversidad de su flora. Sin duda una experiencia inolvidable que os conectará con la belleza y serenidad de nuestro entorno natural.
Este acogedor y bucólico jardín de unas cinco hectáreas de extensión, ubicado en Pedreguer, se ha convertido en un modelo de referencia y una visita ineludible para los amantes de la jardinería autóctona mediterránea. Vamos a hacer un recorrido pausado por todos sus rincones, detallando los orígenes del jardín, de su topónimo, sus aportaciones arquitectónicas, las actividades que se programan etc. En definitiva, un itinerario muy completo de este agradable refugio.
Os presentamos un oasis singular en medio del propio oasis que ya es la comarca de la Marina Alta. El Jardín de L’Albarda es un placer para los sentidos. Un espacio verde donde relajarse y pasear sosegadamente. Podríamos decir que este lugar es un tipo de paraíso en medio del caos urbanístico reinante en la costa mediterránea.
Los orígenes del jardín
Este proyecto empezó en los años ochenta, cuando el ingeniero químico y empresario Enrique Montoliu adquirió un terreno agrícola (donde solo había pinos y algunos naranjos y limoneros) en la partida de l’Albardanera, en Pedreguer, en la cara norte de la montaña de la Sella y con la esfinge geológica del Montgó al fondo. La idea inicial era, simplemente, acoger una segunda residencia, como una más de las que hay por la zona de la Marina Alta, con su correspondiente jardín privado de especies exóticas.
Cuando en el año 1990 se termina la construcción de la casa y del jardín, Montoliu, un mecenas de la naturaleza, tuvo la suerte de conocer en ese momento a una persona que trabajaba en el mundo de la planta autóctona, Juanjo Todolí, que lo asesoró sobre los beneficios del uso de la misma. Así el proyecto, que inicialmente era estrictamente privado y sin tener en cuenta la sostenibilidad, se empezó a abrir al público (en aquel momento solo un sábado al mes) para que pudiera ser visitado.
A raíz de esto, en 1996, Montoliu creó Fundem “por una cuestión de responsabilidad, esto no me lo podía guardar para mí solo”, explica. Se trata de una fundación sin ánimo de lucro para la conservación de la fauna y flora mediterráneas, que ha reunido hoy en día a un millar de socios y destina recursos económicos a la adquisición de terrenos en diferentes lugares para su protección y custodia por entidades conservacionistas, como por ejemplo, el Mas del Peraire (a la Tinença de Benifassà, Castelló), u otros terrenos en la Vall de Gallinera, Serra de Bèrnia, Yàtova, Marjal d’Almenara, La Casella (Alzira), Vall de Laguar, Benimantell, Serra d’Espadà, Múgica (Vizcaya) o Villacañas (Toledo), entre otros. Fundem se mira en el espejo de la National Trust, en el Reino Unido, un icono de las iniciativas privadas de protección de la naturaleza creada en 1895. Millones de socios financian esta entidad.
Un topónimo con historia geográfica
La siguiente pregunta obligada es de donde viene el nombre del jardín. Albarda viene como consecuencia de que la partida rural donde se ubica se denomina, como hemos comentado antes, L’Albardanera, situada en el extremo norte del término de Pedreguer. Actualmente, solo distinguimos entre les Albardaneres Blancas y las Rojas, partidas que lindan con el término de Dénia, pero en el catastro de 1913 era una partida de considerable extensión que se subdividía en muchas zonas.
Según el libro “Pedreguer, memòria d’un poble”, hay que considerar el origen de la palabra a partir de la bardana o “llapassa”, una planta herbácea de la familia de las compuestas (Arctium minus). La bardana es de la misma familia que la palabra albarda (del árabe al-bárda’a), que significa “guarnimiento de las bestias de carga” que consiste en una almohada llena de paja, de borra, que se adapta al lomo del animal”. Albardanera hace referencia a los dos picos casi gemelos de la montaña de la Sella, que parecen una silla de montar a caballo. Así pues, el topónimo del actual jardín cuenta con una base histórica, topográfica y botánica muy curiosa.
También hay que destacar el entorno donde está situado este jardín. En una zona eminentemente turística como la Marina Alta, entre las masificadas ciudades costeras de Dénia, Jávea o Calp, encontramos este espacio verde localizado justo al lado de una urbanización, La Sella, en Pedreguer. Aun así, l’Albarda es un tipo de reducto natural, donde poder disfrutar de un bello paisaje durante unas horas, pausadamente, entre el mar y la montaña. En definitiva, un oasis en el desierto donde contemplar la gran variedad de especies vegetales que acoge. Una alternativa al típico y desgastado binomio turístico de sol y playa.
Diferentes jardines en un mismo espacio
A L‘Albarda lo podríamos definir como un jardín de jardines, porque hay zonas claramente diferenciadas en su interior. En este sentido, allí podremos pasear por un jardín formal renacentista (pilar básico de los jardines europeos) bien cerca de la casa, un jardín tradicional valenciano con influencias árabes, una zona boscosa con especies propias del mediterráneo y por una zona de bosque de ribera.
En primer lugar, el jardín formal renacentista cuenta con espacios muy ordenados, líneas arquitectónicas y trazados geométricos muy definidos. Por lo que respecta a los acabados y decoración, podremos encontrar detalles barrocos, renacentistas y neoclásicos. Las especies escogidas en este caso (como por ejemplo el arrayán Myrtus communis subsp.tarentina) permiten recortes y diseño de formas de manera repetitiva. Además, el uso de fuentes y surtidores de agua son elementos que no pueden faltar en el diseño de este tipo de jardín, y su ubicación buscará una simetría. Diferentes tipos de materiales como la piedra natural, la gravilla de mármol, el ladrillo antiguo y el hierro son elementos tradicionales que no pasan de moda y que se integran de manera excelente los unos con los otros.
En cuanto al jardín árabe, está impregnado en primavera del olor del jazmín y la mandarina. Consiste en cuatro cuadrados muy grandes marcados con setos de boj (Buxus sempervirens) y densamente plantados de naranjos (Citrus sinensis). En la zona boscosa encontramos quejigo (Quercus faginea), carrascas (Quercus ilex), un ejemplar de ochenta años de alcornoque como el árbol más longevo del jardín (Quercus suber) y almeces (Celtis australis), entre otros, con un sotobosque mediterráneo compuesto por el omnipresente durillo (Viburnum tinus), laurel (Laurus nobilis), arborcer (Arbutus unedo), palmito (Chamaerops humilis) o carrasco (Quercus coccifera). Por último, la rocalla, que es artificial, es una pequeña elevación construida con piedra calcárea desde la cual cae una cascada a un estaño.
En L’Albarda podemos encontrar más de setecientas especies, con una gran variedad, y aunque la mayoría de las plantas son autóctonas, también hay araucarias o acebos, así como algunas especies tropicales, una colección de palmeras y una de rosas. Y como no, hay que destacar algunos endemismos presentes al jardín, como por ejemplo la Silene Hifacensis.
Además, veremos una rica variedad de esculturas y arte durante el paseo por el jardín. No podemos dejar de visitar el trencadís, un mosaico de cerámica rota utilizado para reproducir bellas formas de animales de la zona, obra del artista valenciano Cento Yuste. El paisaje completo es un auténtico placer para los sentidos: ver, oler, escuchar… observar los colores, variables a lo largo de las estaciones del año según el ciclo anual de las especies vegetales. Oler el perfume y la fragancia de la colección de rosas. Poder escuchar la avifauna cantar alegremente o el sonido del agua correr en las fuentes, riachuelos o estaños.
Y una mención aparte merecen las aportaciones arquitectónicas al conjunto. La casa no tiene un interior visitable, pero es una bella edificación de estilo neoclásico con la fachada cubierta por parra virgen (Phartenocissus tricuspidata) que, en otoño, cambia el color de sus hojas por un atractivo rojo oscuro. Por su parte, el umbráculo era una construcción habitual en el jardín renacentista mediterráneo, y el de L’Albarda es uno de sus elementos más destacados por su diseño y volumetría, proporcionando sombra y humedad a aquellas especies que requieren de un ambiente más tropical, como las palmeras o los helechos. Es una imponente estructura de hierro. Como anécdota, contaros que quien os escribe trabajó una temporada en el jardín aprovechando las vacaciones de los estudios universitarios y todavía recuerda la plantación de las palmeras en su interior.
El anfiteatro, curiosamente, no es para personas sino para plantas. Esta edificación quizás es una de las construcciones que más llaman la atención del conjunto arquitectónico del jardín. Realiza la función de invernadero, repleto de tiestos con plantas variadas, simulando los espectadores de una función teatral.
L’Albarda, la garantía de una visita completa
Y si la visita a L’Albarda es un regalo para los sentidos, y para todos quienes estiman la jardinería y la botánica, aparte ofrece todo tipo de actividades formativas y culturales que enriquecen su agenda, como son: conciertos de música clásica, cursos de educación ambiental, talleres, visitas guiadas y otras actividades, como mercados navideños o experiencias tan bonitas y divertidas como uno Escape Garden, por ejemplo.
Esta joya paisajística ha sido incluida recientemente en el libro editado en el Canadá denominado “Las 150 plus beaux jardines lleva monde”, es decir, en la lista de los 150 jardines más bonitos del mundo determinada por Ulysse. Se trata de un grupo de personas expertas que recorre los jardines de todos los continentes del mundo, seleccionando el jardín de Pedreguer en el ámbito del continente europeo. Anteriormente, este espacio verde fue galardonado por su calidad natural y paisajística con el premio Magister de Paisajismo en 2002, otorgado por la Universitat Politècnica de València.
Hoy en día, L’Albarda es una de los iconos del mecenazgo natural a nuestro país. Os animamos a visitar, si todavía no lo habéis hecho, el jardín en cada una de las estaciones del año. Así, podréis descubrir los diferentes colores de la floración de cada especie vegetal presente en este espacio verde.
Recursos prácticos
Horario: El jardín abre todos los días del año de 10 a 14h. En verano, del 15 de junio al 15 de septiembre, también abre las puertas por la tarde (de 18 a 21h). No hace falta reserva previa.
Localización: Carrer Baix Vinalopo, 8 – Pedreguer (03750) Alacant.
Recomendaciones: En verano, debido a la proliferación de mosquitos en el zonas húmedas, se recomienda la aplicación de cremas repelentes o directamente, manga larga.
Lugares donde comer: En Pedreguer, podemos reservar en el Bar Rey Jaime I, en el Restaurant Ausiàs o a la Taberna Antigua. En la población de Jesús Pobre, podemos probar en La Tarea, Bar Pedro, Bar Rosita o el Restaurante Lo Sequer.
Donde contratar la escape garden
Otros lugares que visitar:
Podemos aprovechar la visita a L’Albarda para acercarnos a otros lugares interesantes próximos como el Hort de l’Alé o el Castell de l’Ocaive, todos ellos en Pedreguer.
Bibliografia
Web oficial del jardí
COSTA P., BALLESTER T., GARCIA, P. Pedreguer, memòria d’un poble. Ajuntament de Pedreguer (2009)
GUTIÉRREZ PULIDO, D. Un paseo histórico por el Jardín de l’Albarda. Xàbia al Dia (2020).
L’obra de Cento Yuste a l’Albarda
Audiovisuals sobre el Jardí
El pianista y compositor Fabián Dos Ríos pone banda sonora a un maravilloso audiovisual con imágenes aereas para difundir la riqueza botánica del Jardín de l’Albarda. Lo podéis activar para leer este artículo.
El Escarabajo Verde, RTVE