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12 Oct 2013

CESALPINO Y EL RENACER DE LA BOTÁNICA

Andrea Cesalpino fue profesor de medicina en las Universidades de Pisa y Roma y también el médico personal del Papa Clemente VIII. Pero sobre todo aportó al mundo una nueva forma de ver las plantas mucho más rica y detallada.

Si tuviéramos que resumir en unas pocas palabras cuáles fueron las aportaciones de Andrea Cesalpino (La Toscana, 1519- 1603) al mundo de la botánica diríamos que fue un gran observador que habló de ella como una ciencia que va del detalle a lo general sin quitar importancia ni a lo primero ni a lo segundo. Y es que, rigiéndose por los principios aristotélicos que su faceta como filósofo le permitía desarrollar, a lo largo de toda su vida Cesalpino buscó una forma de clasificar las plantas basada en la lógica y en la evolución.

 

Seguramente fue la necesidad de estandarizar criterios que favorecieran la investigación y el intercambio de conocimientos entre facultades y científicos lo que hizo que Cesalpino buscara un método de clasificación para las plantas diferente al que había en aquel momento. Para poner en marcha una primera clasificación centró todo su interés en la morfología de las plantas, vistas al detalle y por partes, y cada una de éstas estudiada de forma independiente. Siguiendo esta visión, acuñó un nuevo modelo de revisión del género vegetal: las plantas debían estudiarse y clasificarse en función de caracteres objetivos, como morfología o composición, y no según su utilidad. Gracias a este nuevo sistema se incluyeron en los nuevos estudios especies de plantas tradicionalmente excluidas y olvidadas como las algas, los musgos, los helechos  o los hongos. Por supuesto, esto fue antes de que se descubriera que los hongos no son vegetales y que los corales, en realidad, son animales.

 

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En el términos puramente botánicos Cesalpino se hizo célebre por inventar el primer método de clasificación botánico establecido según el tipo de flor y el número de semillas de cada planta, centrándose en especial en este segundo aspecto. Así, el botánico toscano estableció dos métodos de clasificación: primero según la naturaleza del tallo (conductor de los materiales nutritivos de las plantas leñosas y herbáceas) y después según los órganos de fructificación y las semillas. Clasificó estas últimas según el número, posición y forma de las partes del fruto, con subdivisiones basadas en raíces, tallo y hoja. Cesalpino defendía que las características como el olor, gusto, color o las propiedades medicinales eran meras coincidencias.

 

La rivalidad entre Cesalpino y Jung 

El método de clasificación de Cesalpino se publicó en algunas de sus obras más representativas (De plantis libri XVI -1583- y Appendix ad libros de plantis -1603-) y en él explicaba las afinidades reales o sustanciales de las plantas, llegando a la conclusión de que la actividad vegetativa por excelencia era la nutrición, y que la reproducción era algo secundario, como una extensión de la actividad principal de la planta. Por eso, los aspectos nutricionales eran los que definían las distintas especies.

 

Estas afirmaciones de Cesalpino serán retomadas (y también criticadas) por el filósofo y naturalista alemán Joachim Jung, fundador en 1625 de la primera Sociedad de Historia Natural, en el norte de los Alpes y de la Societas Ereunética de Rostock en 1622. Jung, contemporáneo de Kepler y Descartes, desarrolló a lo largo de su vida una brillante carrera científica destacando en distintas disciplinas como la filosofía, las matemáticas o la botánica. Según Jung la clasificación propuesta por Cesalpino, a pesar de introducir muchas novedades en los futuros estudios sobre las plantas, carecía de un orden claro. De hecho, de las 15 clases de vegetales que enumeró sólo una de ellas, las umbelíferas, se corresponde a lo que hoy en día es reconocido como un grupo natural. En todo caso Jung si que aceptó la idea de Cesalpino de que la nutrición era una función de las plantas que se anteponía a la reproducción pero su estudio en este sentido se centró más en la morfología que en la fisiología de cada especie.

 

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A pesar de que tanto Cesalpino como Jung ahondaron en una nueva forma de ver la botánica y de estudiar las plantas ninguno de ellos tuvo una fuerte repercusión entre sus contemporáneos. Habrá que esperar hasta finales del siglo XVII (Cesalpino murió en 1603 y Jung en 1657) para que un número mayoritario de botánicos y hombres de ciencia reconocieran la necesidad de crear un sistema natural de clasificación, y lo hicieron fundamentando sus tesis en la Morfología Comparada. La culminación del trabajo de Cesalpino y de Jung (a pesar de sus matices y diferencias) vendrá de la mano de Linneo, quien con el paso de los años reconocerá la deuda de la ciencia con ambos botánicos.

 

Revolución científica y jardines botánicos

A nivel científico, el Renacimiento supuso una revolución de gran envergadura y consecuencias imprevisibles. Es la época de las hipótesis y de los experimentos, del estudio del universo material y de la naturaleza humana. Ciencia y filosofía van en este periodo especialmente de la mano. Por eso las grandes figuras científicas de este momento aúnan en sus textos y libros distintas ciencias. En el caso de Cesalpino, su pasión y aquello por lo que ha pasado a la historia es la botánica, pero también fue un excelente filósofo (aplicando en su filosofía los principios aristotélicos) y sobre todo un gran médico.

 

El desarrollo de la botánica en el Renacimiento tiene diversas causas. Por una parte es importante mencionar la aparición de la imprenta y del papel para la elaboración, distribución y divulgación de herbarios. Es también el momento de la aparición de los primeros herboristas, como Otto Brunfels, Jerome Bock o Leonard Bush. Además, a principios del siglo XVI se desarrollará un instrumento que cambiará el rumbo tanto de la botánica como de la biología y las ciencias naturales en general: el microscopio óptico de Johanes y Zacharias Janssen (1509). El Renacimiento también es época de navegantes, de naturalistas y de expediciones y descubrimientos a lo largo y ancho del planeta.

 

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Jardín botánico de Padua

Sin embargo el gran avance de la botánica se debe a la creación de grandes instituciones de carácter científico y dedicadas casi en exclusivo a la investigación: se trata de los jardines botánicos, que comenzarán a desarrollarse a partir del siglo XVI. Estos jardines botánicos servirán para elaborar nuevos herbarios que permitían la experimentación in situ para el descubrimiento de nuevas especies. En un principio los jardines botánicos tomaron como antecesores los antiguos jardines de conventos y abadías, por lo que estaban centrados en el cultivo de especies alimenticias y medicinales. Después, centrarán sus estudios en el cultivo y la experimentación de todo tipo de especies. Los primeros jardines botánicos se fundarán en Italia (Padua, Pisa o Bolonia) a mediados del siglo XVI.

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