Ámsterdam, entre canales y tulipanes
En esta ciudad, famosa por sus típicas flores, encontramos un entorno turístico donde también podemos incluir un paseo por su Jardín Botánico, fundado a principios del s. XVII, con originales colecciones, un nenúfar gigante e incluso un mariposarium. Eso sí, debemos hacernos la idea de recorrerla en bicicleta para no desentonar.
Cuando en 1703 Pedro el Grande decidió fundar San Petersburgo lo hizo a imagen y semejanza de Ámsterdam, fascinado como estaba por sus canales y una arquitectura simple y austera que casaba con los gustos del zar. Un gran puerto comercial convertido en una ciudad que se construyó sobre pilotes de madera en un terreno ganado al mar, y así continúa siendo. Ámsterdam es hoy en día una gran ciudad, vibrante y cosmopolita, que acoge al viajero con multitud de actividades y diversión. Sin duda, la mejor época para visitar Ámsterdam es en primavera, con los tulipanes floreciendo por cada rincón de la ciudad, como en el tranquilo barrio de Beginhoof, antiguo convento de beguinas.
La ciudad (y el resto del país) cuenta con unas redes de transporte público que favorecen el tránsito de los viajeros. La imponente Estación Central de Ámsterdam es el centro neurálgico desde el que se articulan las comunicaciones por tierra y mar, además la urbe, conectada con el Canal del Norte, es puerto obligado de cruceros marítimos y fluviales. De allí parten los tres grandes canales anulares que son las vías principales en torno a las cuales se organiza el casco urbano. Por esos canales y los adyacentes transitan los numerosos barcos en las que los turistas recorren la ciudad, y en ellos podemos observar antiguas barcazas y plataformas convertidas hoy en viviendas. También es la estación el punto de partida de una compleja red de tranvías y autobuses que comunican con todos los rincones urbanos.
Además de los comercios tradicionales y los grandes centros comerciales, Ámsterdam cuenta en la actualidad con abundantes comercios vintage y outlets que la convierten en lugar de referencia para hipsters. Sin olvidar sus famosos coffe shops en los que se agolpan jóvenes de todo el mundo disfrutando con el consumo legal de marihuana y otras hierbas. Mención aparte merece el anacrónico Barrio Rojo, que sigue en pleno siglo XXI exhibiendo el comercio sexual, aunque por otro lado, su existencia demuestra la apertura de miras de una ciudad que no esconde sus miserias como otras ciudades europeas.
Por otro lado, es característico también el ritmo trepidante que imprime a la urbe el tránsito rodado de bicicletas. Las bicis inundan las calles y canales de la ciudad, las aceras, los parkings públicos, cualquier esquina sirve para aparcarlas. Todos los ciudadanos, sea cual sea su edad y condición utilizan este medio de transporte. Ejecutivos elegantemente vestidos, inmigrantes, bohemios, ancianos, adultos, jóvenes y niños comparten los innumerables carriles bici con que cuenta la ciudad y sus parques públicos. Destaca el Voldenpark, un gran espacio verde en el corazón de la ciudad, con lagos y caminos para recorrer a pie y en bicicleta.
Pero como hemos señalado, si hay algo claramente asociado a esta multitudinaria urbe son los tulipanes. Originarios de Turquía, el tulipán es el símbolo holandés y lo encontramos por todos los rincones de la ciudad. Desde el populoso mercado de las flores en el que numerosos puestos ofrecen bulbos y plantas para vecinos y visitantes, hasta el museo del tulipán, pasando por el Jardín Botánico, los parques y jardines, o incluso en las rotondas de transitadas calles. Tulipanes de vibrantes colores y variedades ponen una nota de color en una ambiente en el que se disfruta y valora la botánica.
El Hortus Botanicus Amsterdam
Es uno de los jardines botánicos más antiguos del mundo. Con su rica historia, el jardín es un oasis verde en medio de la ajetreada ciudad, en el que crecen 4000 tipos de plantas diferentes procedentes de todos los continentes. Entre sus colecciones se puede pasear, visitar exposiciones y conciertos, o simplemente descansar leyendo un libro. Cuenta con varios invernaderos en los que estudiar sus plantas, sentir otros climas, e incluso admirar las mariposas.
El Hortus fue fundado en 1638, y en origen fue un jardín de hierbas medicinales a cargo de las autoridades municipales de Ámsterdam. En ese huerto se formaba a médicos y farmacéuticos para la elaboración de medicamentos. Como puerto de vital importancia en los siglos XVII y XVIII, los barcos de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales traían plantas ornamentales y especias. Desde 1896 a 1918 fue Hugo de Vries, famoso profesor de genética, el director del Hortus, y de esas fechas datan los principales edificios que componen el complejo. En 1912 se construyó el edificio en el que se aloja el Invernadero de Palmeras, algo posterior, mientras que de 1915 es el edificio Hugo de Vries. Pero la parte más antigua del jardín es la puerta de entrada que fue construida en 1715.
En cuanto a su contenido, una cyca gigante del este del Cabo (Encephalatos altensteinii) que cuenta con 300 años, es la planta más antigua del Hortus, y fue comprada por el rey Guillermo II. Por otro lado, en el jardín y los invernaderos se reproducen siete climas diferentes, y a pesar de sus pequeñas dimensiones, apenas una superficie de 1,2 hectáreas, su riqueza de plantas es enorme. Como en otros jardines, la colección se gestiona desde un enfoque científico, intercambiando semillas con otros jardines botánicos. Además, el Hortus se especializa en una serie de grupos de plantas: las cycas, las plantas sudafricanas, las palmeras y las plantas carnívoras. Éstas, junto a las de otros botánicos holandeses, forman parte de la Colección Botánica Nacional.
Las hierbas medicinales fueron el centro de la colección original, y actualmente cuenta con más de 50 árboles monumentales y poco comunes. El llamado jardín Snippendaal, estaba incluido en el primer catálogo del Hortus de 1846 escrito por el prefecto Johannes Snippendaal. También en el folleto que facilita la institución nos proporciona una “ruta de los árboles” con amplia información sobre esos ejemplares especiales. Pero sin duda La joya del Hortus es un nenúfar gigante Victoria amazónica, que forma parte del Hortus desde 1859 y se muestra de junio a septiembre en el estanque climatizado.
Encontraremos un invernadero con tres climas que es el edificio más reciente. Consta de una parte desértica con Welwitschia mirabilis, junto a una auténtica selva de palmeras y orquídeas tropicales, y un tercer espacio, la parte subtropical con plantas de Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda. Por otro lado, el Invernadero de Palmeras, un edificio de ladrillo rojo antiguo con numerosas vidrieras conserva Cidádeas, palmeras, un árbol de la canela y un Philodendro enorme. En el invernadero mexicano, de dimensiones más pequeñas crecen cactus traídos de México y Estados Unidos. Pero el más singular de estos espacios es el dedicado al mariposario, allí, entre una gran colección de plantas tropicales de uso cotidiano como el café, té o chocolate, vuelan mariposas de brillantes colores.
Mariposario del Hortus Botanicus. Foto: Erik Coolen
Tras el paseo, se puede disfrutar en el antiguo edificio de la Oranjerie de una taza de café acompañada de diferentes platos elaborados con productos biológicos. Su terraza rodeada de plantas exóticas es uno de los rincones más tranquilo y agradable de Ámsterdam. Por último, antes de abandonar el recinto se puede visitar el edificio más antiguo, construido en 1862, utilizado como oficinas. Allí se encuentra la tienda en la que adquirir plantas, semillas, libros y tarjetas que nos servirán de recuerdo o suvenir, a la vez que contribuimos con el mantenimiento del jardín, los invernaderos y la colección botánica.