La crisis de las flores
A pesar de la crisis en el sector público y privado y del último aumento del IVA (del 8 al 21% en 2013), la floricultura se mantiene con pies de plomo. Nuestro país representa el 12% del total de producción de planta ornamental y flor cortada en Europa, con unas 1.247 hectáreas dedicadas a este cultivo.
Según un informe publicado el pasado mes de diciembre a lo largo de 2012 la facturación del sector de la floricultura fue de 2.525 millones de euros, una cifra considerable teniendo en cuenta los datos económicos a nivel global en aquel año. Según este mismo estudio, el margen bruto medio de las empresas en este año disminuyó algo más de un 10% si lo comparamos con el de 2008. Aún así, no se han producido grandes ajustes en el personal y el margen de beneficios bruto por empresa sigue estable.
Respecto a la exportación, la principal vocación empresarial de este tipo de negocios, Europa sigue siendo el principal destino de las flores cultivadas que salen de nuestro país, aunque el norte de África y Europa del Este parecen abrir nuevos mercados para el sector en un futuro próximo. A excepción de la Región de Murcia, donde en 2012 la floricultura y la flor cortada aumentaron sus exportaciones en un 34%, en el resto de España la palabra para definir el estado del sector es estabilidad.
Las variedades de clavel (Dianthus caryophyllus) son las más demandadas y exportadas por nuestro país
El mayor peso del subsector de flor cortada está en Andalucía (55% de la producción y 57% de la superficie), Murcia (14% de la producción) y Galicia (12%), mientras que el cultivo de plantas ornamentales se concentra en la Comunidad Valenciana (23%), Cataluña (con un 15% que se reparte en algunas zonas concretas como el Maresme o el área de Girona), Canarias (2%) y, por supuesto, Andalucía (con un 55% y mayoritariamente en la provincia de Almería, que exporta unos 20 millones de kilos de plantas vivas y flores cortadas cada año ). Dentro de las variedades de flores cortadas la mayor parte de la superficie se destina a cultivar clavel y miniclavel (un 45% del total). Por supuesto, dentro de estas cifras nunca hay que obviar la importancia social y laboral de este sector que da trabajo a más de medio millón de en Europa y que genera alrededor de 50.000 empleos en España concentrados en zonas donde la dependencia económica en este sector es muy alta.
Amenazas del sector y asignaturas pendientes
Sin embargo, a pesar de esta aparente estabilidad, la floricultura española sigue enfrentándose a muchos retos que amenazan con empañar los buenos resultados del sector. De entre ellos destaca la competencia directa con otros países que comienzan a introducir sus flores en la Unión Europea a unos precios que nuestro sector hortofrutícola no puede asumir. Estos países son Marruecos, México, Kenia, Colombia o Israel y su entrada en el mercado de la floricultura desde 2005 ha provocado una bajada constante de los precios en los últimos ocho años con el fin de hacerlos más competitivos. Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación han sido especialmente llamativos los descensos de mimosas, (cuyo precio ha bajado un 64%), crisantemos (alrededor del 28%) y rosas (descenso del 21%). Por el contrario otras especies como los geranios, las begonias y los helechos han aumentado su precio en el mismo periodo de tiempo, aunque haya sido ligeramente: un 2,3%, un 9,4% y un 10,5% respectivamente.
Invernadero de begonias. El género begonia comprende alrededor de 1.500 especies, de las que alrededor de 150, además de casi 10.000 variedades e híbridos, se comercializan para su uso en jardinería
Flores de Pascua
Otro de los grandes problemas de de la floricultura es su estacionalidad. El comercio de plantas ornamentales y flores cortadas está limitado a unas pocas épocas del año. La Navidad es el momento en el que más venta de flores se produce (un 75% de la flor y un 95% de la facturación de plantas interiores), seguido de la festividad de Todos los Santos (en octubre y cuando se comercializa alrededor del 15% de las ventas de flor cortada de todo el año) y de fiestas en las que tradicionalmente se regalan flores como puede ser San Valentín, el Día de la Madre o Semana Santa. La acusada estacionalidad del sector es la culpable de la inestabilidad de los precios, tanto para los agricultores como para los consumidores finales, debido a la fuerte oscilación en las campañas de un producto en un cortos periodo de tiempo.
El agua también es un problema creciente para los floricultores de nuestro país. Precisamente algunas de las comunidades donde más cultivo de flores hay son las que tienen recursos hídricos más escasos. Esto ralentiza las acciones para garantizar el consumo de agua que necesitan los empresarios e invernaderos y genera unos gastos “extra” que asume el propio sector y que se ve reflejado en los costes de producción. Además, la energía es cada vez más cara, especialmente el petróleo, y muchas de las hectáreas dedicadas a la flor cortada necesitan este combustible para la calefacción de los invernaderos. Tanto la escasez de agua como la subida del precio del petróleo son dos de las principales causas de las pérdidas económicas que pueden generarse en este sector.
Ante todos estos problemas la principal respuesta es apostar por la mejora de la producción en calidad y en cantidad. En este sentido los profesionales del sector reclaman una mayor inversión en investigación, en tecnología avanzada y en conseguir un mayor número de variedades por zona de cultivo. En el plano tecnológico vencer a las oscilaciones de los precios de producción y, a la larga, del mercado, pasa por hacer llegar el gas natural a los invernaderos para sustituirlo por el gasóleo como combustible de calefacción. Este cambio puede suponer un notable abaratamiento de los costes de mantenimiento de los invernaderos haciéndolos más asequibles, y supondría una menor inversión a la actual en los periodos de más alza de los precios.
De forma más general, el sector de la floricultura necesita, urgentemente, abrir nuevos mercados a nivel nacional e internacional y fomentar la gestión directa con otros países. Actualmente es Holanda quien compra directamente a los agricultores españoles y quien después establece los precios y vende “al por menor” por toda Europa. Los profesionales del sector piden establecer un nuevo sistema de comercio y la implantación de subastas nacionales para poner nuestros propios precios de origen, eliminando intermediarios y diversificando, a la vez, el mercado interior. En la actualidad, Francia y Holanda son los principales clientes en productos directos o derivados de la floricultura española. El país galo adquiere el 40% del total de las ventas de plantas ornamentales, plantones y bulbos, seguida de Alemania (12,4%), Holanda (11,40%) e Italia (poco más del 6%). Japón es uno de los países que en los últimos años se ha incorporado al mercado español y en la actualidad ocupa el sexto puesto en este ránking de “mejores clientes” acaparando un 3,5% de las exportaciones.
La venta a través de Internet o venta telemática, que ya ha sido ampliamente desarrollada en otros países como Holanda, es otra de las asignaturas pendientes que este sector tiene en nuestro país.