De bulbos y bulbosas
Con una apariencia poco estética en los inicios de su vida, las plantas bulbosas esconden flores espectaculares que llenan de color y vida nuestros jardines. Son de plantas efímeras, de floración corta y fácil cultivo, ideales para jardineros principiantes.
Las plantas bulbosas se caracterizan para tener una estructura subterránea que les sirve como reserva de alimento y de tejidos. Este elemento característico las ha convertido en auténticas supervivientes puesto que gracias a esta reserva pueden organizar el crecimiento y la floración en función de unas condiciones medioambientales más favorables. Su almacén bajo tierra les permite estar durante mucho tiempos en reposo y empezar a crecer en los periodos del año con mejor temperatura. Este funcionamiento hace que las bulbosas sean plantas llamativas tanto por su forma de vivir como por su facilidad de adaptación a los diferentes medios y también por su gran variedad y belleza.
Estrictamente, las bulbosas son plantas con bulbo pero en jardinería se reconocen con este nombre todas aquellas plantas que poseen órganos subterráneos para almacenar nutrientes cómo son, además de los bulbos, los rizomas o los tubérculos. El ciclo de crecimiento de las plantas bulbosas es el siguiente: durante las estaciones más duras están en reposo gracias a la cantidad de nutrientes que tienen almacenados. Cuando las condiciones ambientales son favorables activan los nutrientes y crean hojas. Los bulbos son clave en la multiplicación vegetativa o asexual, característica de estas especies. Dependiendo de cada especie podemos encontrar bulbosas en periodo de floración a lo largo de todo el año.
Bulbo de hinojo
Cebollas
Se distinguen dos tipos de bulbos. Posiblemente los más conocidos son los tunicados, es decir, aquellos que parecen tener capas superpuestas, como una cebolla. En estas capas es donde se almacenan los nutrientes. Dentro de estas variedad de bulbosas encontramos en las más características como los tulipanes, el narciso (Narcissus), el jacinto (Hyacintus), la cebolla (Alillum cepo) o los ajos. El otro tipo de bulbo es el imbricado, también conocido como escamoso, en el cual las diferentes capas parecen superponerse como las tejas de un tejado. Los bulbos imbricados son más carnosos y más vulnerables puesto que las últimas capas son más rígidas y fuertes lo cual protege el disco basal, situado en la parte inferior del bulbo y donde se sitúan las raíces. Además, los bulbos imbricados tienen que mantenerse siempre húmedos antes de plantarse porque se secan las escamas y se dañan. Un ejemplo de bulbo escamoso son los lirios (Lillium).
Lirio
Los tulipanes y la bulbicultura
De todas las plantas bulbosas la más conocida es el tulipán por eso tenemos que viajar a Holanda, el mayor productor de bulbos internacional y promotor de la bulbicultura. Según las crónicas, la afición por el cultivo de bulbos en Europa se remonta al año 1593, cuando el botánico y micólogo flamenco Charles Clusius recibió unos bulbos de Oriente y decidió plantarlos en su jardín. Clusius fue uno de los científicos y horticultores más influyentes del siglo XVI y gracias a él, el cultivo de bulbos se convirtió en una moda entre las clases más altas, que los codiciaban por su exotismo.
Semper augustus
La tulipomania de la Edad Moderna se convirtió un problema social. La especulación sobre los bulbos era cada vez mayor en el siglo XVII un bulbo de la variedad Semper Augustus fue cambiado por dos bueyes, dos cerdos, doce corderos, botes de cerveza, varios kilos de mantequilla, queso, ginebra y otros alimentos hasta llegar a la cifra de 10.000 florines, toda una fortuna de la época. También las crónicas explican que en 1637 muchos comerciantes holandeses se arruinaron porque, debido a la fuerte competencia, no pudieron vender sus bulbos al precio que acostumbraban a hacerlo y no pudieron recuperar su inversión. Finalmente, el gobierno holandés tuvo que poner medidas a la especulación con bulbos.
Curiosas hueveras para vender bulbos de tulipán. Fuente: naturalbranding.blogspot.com.es
En la actualidad el tulipán es el principal bulbo producido para uso ornamental en todo el mundo. Sus exportaciones se estiman de la orden de los 2 millones de unidades anuales. Otras bulbosas con mucho peso económico y de producción son los gladiolos, los lirios, el iris, el narciso, las anémonas y los jacintos.
¿Cuáles son las plantas bulbosas más espectaculares?
Además de los tulipanes, los narcisos, los lirios o las azuzenas, plantas caracterizadas por la belleza de sus flores, existen otras bulbosas que, aunque menos conocidas, también destacan por su frescura y por su uso ornamental. Una de ellas es el agapanto (Agapanthoideae) también conocido como lirio africano, lila del Nilo o flor del amor y que se tiene un llamativo color azul. El agapanto es una de las bulbosss que no se reproduce ni alimenta por bulbos sino por rizomas, es decir, a través de un tallo subterráneo, también carnoso como los bulbos, del que van surgiendo raíces y nudos. Es endémico de Suráfrica, y podemos encontrarlo en regiones como Lesoto, Mozambique o Suazilandia. Se trata de una especie muy adaptable incluso en los terrenos más rústicos, soportando prácticamente cualquier tipo de suelo y condiciones de suelo y de sombra, lo cual hace que su cultivo sea fácil y que se uso en parques y jardinería que el coste de su mantenimiento es bajo.
Agapanto
Otra de las especies de bulbosas poco conocidas pero destacables por su belleza son las del género Puschkinia, originarias de Turquía e Irán. Se trata de unas bulbosas caducifolias que florecen a la primavera y que se caracterizan porque sus hojas, en forma de cinta, forman en el centro de la planta un tallo que acaba en un conjunto de flores acampanadas que dibujan una uva blanca con pigmentos azules. La puschkinia es una planta que tiende a reproducirse de forma natural, aparte de la división por separación de los bulbos, así que es considerada una especie invasora. También aparece como una planta venenosa que no tiene que ingerirse. Seguramente por estos dos motivos la puschkinia no es una planta muy extendida a pesar de su fácil cultivo y su particular belleza.
Puschkinia scilloides
Crocus sativus. Imagen: Luca Nicola Bacciarini
También dentro de las bulbosas encontramos los Crocus, género de plantas perennes de la familia Iridaceae. En este caso, los Crocus no tienen ni bulbo ni rizoma sino tallo engrosado subterráneo, de base hinchada y protegido varias capas de hojas secas superpuestas que se conoce como cormo. El género Crocus tiene más de ochenta especies distribuidas por la Europa mediterránea, el norte de África y Asia, y todas sus variedades son muy apreciadas en jardinería. Son bulbosas de otoño el colorido de las cuales podemos disfrutar en los meses de invierno. Sus flores pueden ser de muchos colores, amarillas, rojas, azules, violetas o blancas y poseen un cáliz muy alto y estrecho. La especie Crocus sativus es muy conocida en gastronomía puesto que sus estigmas secos no son otra cosa que el azafrán, utilizado como condimento en muchos de nuestros platos.