La invasión de José
José Marmaneu nació en Valencia y volvió a nuestro Jardín como estudiante en prácticas. Ahora es bloguero de Espores y nos cuenta con entusiasmo cómo fue su trabajo entre nuestros árboles, con nuestras instalaciones y con el personal. ¡Así da gusto!
Seguramente, a muchos de vosotros os habrán hecho alguna vez la siguiente pregunta: ¿Cómo os veis dentro de 5 años? A los entendidos les gusta mucho este tipo de reflexiones, porque frente a un marco de infinitas posibilidades, normalmente suele salir a relucir la verdadera esencia de lo que uno es, lo que algunos llaman sueños. A mí, cuando me preguntaron por mi futuro, hace ya bastante tiempo, no recuerdo claramente lo que respondí, pero si que lo hice de manera muy generalista, quizás debido a que mis inquietudes entonces eran más difusas o simplemente desconocía la amplitud de posibilidades.
Jose Mª Marmaneu en el Jardín Botánico de Gotemburgo
Sin embargo sí recuerdo una sensación que tenía pero que no me atreví a revelar y es que me veía retornando a mi Valencia natal y realizándome allí como científico. Algunos años después y gracias a la vinculación del Dr. Jaime Güemes con la Universidad de Alicante, donde me he formado, tuve en conocimiento la existencia de un convenio de prácticas con el Jardín Botánico de Valencia y movido por los influjos del pasado vi posible realizar aquel vetusto sueño.
Un sueño hecho realidad
De esta manera amaneció septiembre y mis maletas e ilusiones estaban en la capital del Turia, ciudad que hace 26 años me vio nacer. Con la sensación de estar en casa me incorporé a la gran familia que es la plantilla del Botánico y de mano de mi tutor Jaime Güemes fui descubriendo esa magnífica maquinaria que hay detrás del famoso Jardín. Sin perder mucho tiempo, pues tenía muchas ganas de empezar a trabajar, se me asignó el proyecto que en realidad vengo a contaros hoy.
Parcelas del Jardín. Imagen de Elisa Caballer
Bajo el largo título de: Seguimiento de la floración, fructificación y dispersión de especies de flora vascular cultivadas en el Jardín Botánico de la Universidad de Valencia, se esconde un estudio sobre las especies exóticas invasoras (EEI), es decir, aquellas especies (plantas en este caso) que no siendo nativas de esta zona (exóticas) tienen la capacidad de reproducirse sin dificultad ni ayuda en nuestro territorio (invasoras). El Jardín, por su naturaleza divulgativa, alberga en su interior una elevada cantidad de especies vegetales de todas las partes del mundo: Amazonas, China, Australia etc. y por lo tanto supone un potencial foco de dispersión de especies exóticas. Por ello, es necesario analizar cuáles de las más de 4500 especies que alberga presentan un comportamiento o carácter invasor y por tanto suponen un riesgo para nuestra biodiversidad.
Teniendo en cuenta mi escasa formación en especies foráneas, me puse a trabajar desde el primer día familiarizándome con las especies del Botánico. Al principio se me hacía la lengua un nudo cuando intentaba descifrar los nombres científicos, pero con el tiempo Brachychiton, Eichhornia, Koelreuteria o Phyllostachys fueron tan comunes para mí como Pepe, Juan o Gabriel. Así pues, en la primera fase del proyecto se me podía ver todas las mañanas reconociendo, parcela por parcela, las 6 hectáreas que componen el recinto y ataviado con bolsas y azada en mano, recoger cualquier plantón que empezase a germinar. Al principio, después de cada ¡Eh tu! No pises ahí tenía que explicar el motivo de mi presencia, pero poco a poco los empleados del jardín fueron familiarizándose con mi trabajo, incluso, en la medida que podían, me ayudaban. No fueron pocos los acuerdos a los que los encargados de mantenimiento y yo tuvimos que llegar para que me dejaran investigar las parcelas antes de que las desbrozaran.
Inavadiendo el Jardín
Cargadas las bolsas con multitud de plántulas, plantones y a veces ni siquiera eso, simples breves tallos con apenas dos mínimas hojas, y con la libreta llena de anotaciones sobre la localización y aspectos de interés, me encaminaba a la calurosa sala de prensado. Allí, bajo el recelo de dos grandes y pesadas prensas y rodeado de cajas y cajas llenas de pliegos que emanaban un característico olor a cartón viejo y humedad, separaba cada planta entre hojas de periódico para facilitar su deshidratación. Esta fase del proceso que parece rutinaria y banal, es crítica e importantísima, ya que si no consigues eliminar toda la humedad de los pliegos, en el futuro se pueden echar a perder y con ellos cualquier referencia tangible y física del proyecto.
Sala de prensado. Imagen de Elisa Caballer
El siguiente paso lógico, tras asegurarnos la conservación de los pliegos, es tratar de identificarlos, y digo tratar, porque si ya en fresco, en algunas ocasiones, es complicado determinar a que especie pertenece, imaginaos con la planta en dos dimensiones, donde las formas se desvirtúan y muchas estructuras pueden quedar ocultas. Así con todo, muchas eran obvias pues crecían bajo la protección de su progenitor o presentaban espinas o formas de las hojas muy características. También para aquellas que con fortuna hallaba en flor, tenía el recurso del Manual para la determinación de la flora valenciana (Mateo & Crespo, 2009). Aun así y contando para todo con la inestimable ayuda de Jaime Güemes, ciertos ejemplares quedaron sin determinar. En la ciencia el éxito rotundo no siempre es posible, pero esto no significa invariablemente que se haya fracaso.
Laboratorio de determinación. Imagen de Elisa Caballer
Una vez finalizado el trabajo de campo llega el momento que tanto nos gusta a los científicos que es el de organizar/clasificar los datos recogidos para poder analizarlos y sacar las conclusiones pertinentes. Hoy en día gracias, a la informática podemos hacer esta tarea menos ardua y a la vez más eficiente, revisando errores al instante y cotejando la información según nuestra voluntad. Así pues lo que en un principio comenzó con una simple tabla de datos con dos o tres columnas, poco a poco fui completándola con información adicional basada en la bibliografía. Ecología, origen, distribución, estatus legal… Son algunos de los aspectos interesantes para este proyecto que hay que ir completando y a la vez referenciando, pues cualquier dato que no haya sigo extraído de tu propio trabajo debe estar perfectamente identificado y justificado.
Es muy importante esta fase del trabajo que nosotros llamamos de laboratorio y aunque en este caso no hayan tubos ni probetas de por medio, la finalidad es la misma. Por así decirlo, el trabajo de laboratorio es aquel en el cual cocinamos la información obtenida del campo, para poder analizar los aspectos que nos resulten de interés. En el caso de este trabajo es crucial determinar el origen de las plantas, pues aunque una especie prolifere mucho, si es nativa de nuestra zona no resulta una EEI. En resumen, gracias a los análisis de laboratorio podemos extraer las conclusiones que posteriormente se hacen públicas para que cualquiera pueda beneficiarse de ellas.
Preparando un pliego. Imagen de Elisa Caballer
Muchas veces no nos damos cuenta del trabajo que hay detrás de las cosas y aunque no es objetivo de estas palabras hacer un llamamiento al reconocimiento del científico, si que lo es el dar a conocer que hay toda una masa de hielo bajo la punta del iceberg. Multitud de profesionales trabajan en esta gran institución que es el Jardín Botánico de la Universidad de Valencia para que nosotros podamos disfrutar de los resultados de su esfuerzo a través de este magnífico enclave verde en pleno centro de la ciudad de Valencia.