Humedad que no molesta
Las fachadas cubiertas de agua con microalgas son la última propuesta para dar eficiencia energética a los edificios. Fachadas biorreactivas que pueden dar calor al mismo tiempo que sombrean y aíslan, un avance más entre las múltiples investigaciones con estos microorganismos. Nunca la humedad había sido tan positiva.
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Pero entre lo más innovador que encontraremos está el uso de nuevos materiales de construcción tan sorprendentes como las microalgas, microorganismos que fijan el CO2 para realizar la fotosíntesis a partir de la luz solar, generando biomasa. Una propuesta verde para cubrir paredes exteriores que convierte las fachadas en biorreactivas, o lo que es el mismo, en biofachadas.
Se trata del primer edificio del mundo que utiliza una técnica así, tendrá cuatro plantas, podrá albergar 15 viviendas, y las paredes orientadas al este y al sureste estarán cubiertas por unos paneles con agua a
Lo que podemos pensar es que si este sistema se basa en la fotosíntesis se podría usar cualquier planta, pero es que las microalgas por un lado tienen una elevada capacidad de fijación del dióxido de carbono, y por otro crecen hasta diez veces más rápido. En estos paneles el sol calienta el agua, un calor que puede ir al sistema de calefacción. Pero además, la biomasa producida por Chlorella se transforma en metano a través de un proceso hidrotérmico, y todo el calor generado pasa al edificio, e incluso puede ir a edificios cercanos.
En este sentido, los cálculos hipotéticos hablan de generar 30kW/H anuales por metro cuadrado, más 150kW/h extra si el calor que no consumen las algas se extrae y se almacena. Aún así, a esta producción energética pueden sumarse también a otras ventajas que tendría el edificio cubierto por paneles como el sombreado, el aislamiento térmico (pueden hacer circular el aire, además los paneles oscilan y se pueden regular en función de la incidencia lumínica) y acústico. Un sistema que, si funciona correctamente, también puede convertirse en una buena opción para las industrias que, directamente, producen mucho CO2.
Microalgas, múltiples usos
La elevada fijación de CO2, la capacidad de multiplicación, y la facilidad de adaptación a múltiples ambientes, han hecho a las microalgas muy populares en la alguicultura, o cultivo de algas. Una popularidad que, sobre todo en Japón, se extiende al campo de las medicinas alternativas, y por ejemplo la Chlorella y la espirulina se recetan mucho por sus supuestas propiedades relacionadas con el control de peso, el crecimiento, la eliminación de toxinas y metales pesados, o el refuerzo del sistema inmunitario.
Características que hasta no hace mucho se ponían en entredicho pero de las que ahora parece que empiezan a tener evidencias científicas. La prensa resaltaba hace unos meses el proyecto Cenit (Consorcios Estratégicos Nacionales en Investigación Técnica) Vida (Valorización Integral de Algas), un conjunto de empresas y organismos de investigación para obtener productos y servicios del uso industrial de algas y microalgas.
Unos productos que, concretamente en el proyecto Inmugal, iban por el camino de aprovechar los contenidos de las microalgas en proteínas, vitaminas y aminoácidos esenciales, entre otros, en la industria alimentaria. Los trabajos se han centrado sobre todo en la elaboración de galletas y salsas incorporando estas pequeñas algas encapsuladas, para ver si pueden añadir a estos alimentos la capacidad de estimular nuestro sistema inmunitario.
El futuro de los biocombustibles
Pero sobre todo habremos oído hablar de las microalgas en las noticias relacionadas con los biocombustibles, dado que suenan ya como firmes competidoras de los carburantes fabricados a partir de los cultivos tradicionales. En Alicante encontramos la primera biofábrica de petróleo de Europa, BFS (Bio Fuel Systems), donde se trabaja para que la biomasa que se obtiene después de un proceso hidrofotosintético y termoquímico de captura del CO2 y conversión del mismo de lugar a un producto que pueda sustituir completamente el petróleo tradicional por petróleo ecológico. Un petróleo limpio, sin sulfuros ni metales pesados, y reductor del CO2.
Las diferentes opiniones por un lado afirman que producir biocarburantes a partir de algas supone un exceso de consumo de agua, energía y fertilizantes. No lo ven viable ni sostenible. Pero expertos españoles resaltan algunas ventajas a tener en cuenta, como el elevado crecimiento y productividad de las algas, la validez del proceso con aguas residuales o salobres, o la ausencia total de competencia con cultivos tradicionales.
Otro proyecto que se desarrolla en España es con la Chorella vulgaris, abundante en la rías gallegas, y persigue tres objetivos, depurar aguas residuales, eliminar CO2 atmosférico y producir biodiésel. Se trata del EnerBioAlgae, y se basa en grandes balsas de agua residual con microalgas, acelerando el proceso inyectando al agua dióxido de carbono, que en un futuro podría venir directamente de industrias cercanas.
Una vez limpia el agua, se filtran las microalgas, y de ellas se pretende extraer un aceite convertible en biodiésel. Habrá que investigar para obtenerlo y procesarlo a un precio competitivo, pero las primeras fases de los proyecto ya se desarrollan conjuntamente en Galicia, Almería, Francia y Portugal.