Investigación

30 Jun 2017

Ciencia por los pelos

Un estudio sobre la calidad de aire en Zaragoza involucra a sus ciudadanos para el cultivo de fresas. Y ¿qué relación hay entre todos estos elementos? La respuesta tiene nombre de trilogía épica, ‘Los Vigilantes del Cierzo’, un proyecto de ciencia ciudadana que ahora os contamos con más detalle.

El cierzo sopla fuerte, fresco y seco en la capital aragonesa, canalizado por el Ebro y originado por diferencia de presión entre el mar Cantábrico y el mar Mediterráneo, cuando se forma un anticiclón y una borrasca respectivamente. Para controlar los parámetros de contaminación habitualmente se utilizan equipos profesionales que recogen datos con mucha precisión y que son analizados por profesionales. No obstante, La Fundación Ibercivis y el Ayuntamiento de Zaragoza decidieron implicar a la ciudadanía para la recolección de datos que aporten información sobre los metales pesados presentes en el aire de Zaragoza.

Porque es importante saber qué estamos respirando os contamos hoy este proyecto de ciencia ciudadana en el que los vecinos de Zaragoza se involucran en el cuidado de fresales usados como indicadores de la calidad ambiental.

Las fresas y los pelitos de sus hojas

Las fresas son un cultivo fácil y pueden permanecer en la maceta un par de años. Además, son plantas perennes y sus hojas son pilosas (tienen pelitos) y retienen los contaminantes ambientales. Su tallo alcanza los 20 cm lo cual eleva las hojas a una distancia óptima del suelo para el estudio.

ISS 8533 08120Basílica de El Pilar en Zaragoza

Unas 1000 plantas se repartieron a partir del 20 de diciembre de 2016 a cualquier persona interesada. También a los docentes se les permitía retirar hasta 25 plantas para poner en marcha el proyecto en sus aulas y se repartieron instrucciones para el cuidado de las fresas.

Las fresas se colocan en los balcones o alféizares de las ventanas y pasados un par de meses, sus cuidadores envían, por correo postal, una hoja de la planta en un sobre al laboratorio donde se identificarán los compuestos contaminantes usando técnicas biomagnéticas. Las plantas funcionan como estaciones de monitorización de la contaminación ambiental gracias a sus hojas pilosas en contacto con el aire urbano.

Ciencia ciudadana para todos los públicos

A diferencia de otros proyectos de ciencia ciudadana en los que la participación colectiva se canaliza a través de las nuevas tecnologías, como app o web, en Vigilantes del Cierzo pensaron en los sectores de la sociedad que quedan excluidos de las actividades que requieren conocimientos informáticos. Como dirían por allí: “en vez de tener un cacharrico, vamos a utilizar seres vivos”, la llamada, entre los entendidos biomonitorización.

ISS 11967 00346Las pilosidades de las hojas retienen los metales pesados del aire

En el laboratorio se ha visto que las partículas analizadas provienen, principalmente, de la quema de combustibles fósiles, del desgaste de los discos de freno y otros elementos como las ruedas en los raíles de trenes y tranvías. A continuación, se elaborará un mapa de distribución de contaminantes por barrios y calles y se notificará a los participantes los resultados del estudio.

Pero ‘Vigilantes del Cierzo’ no es una innovación en sí misma ya que es un proyecto que replica en Zaragoza el proyecto Airbezen de la Universidad de Amberes fruto de la colaboración entre el profesor Samson Roeland y la Fundación Ibercivis.

¿Cuál es la labor del ciudadano?

A los participantes se les enseñó a cuidar de las plantas y a recolectar las hojas cortando por el tallo, a elegir las hojas que más tiempo tuvieran y las que estuvieran desprovistas de roturas o desperfectos. Tampoco les recomendaron esconder la planta en casa, regarla demasiado ni mojar las hojas.

 

Para la recolección, los científicos aconsejaban el uso de guantes y el envío de las muestras dentro de un sobre envueltas en un papel seco a través del correo ordinario indicando la dirección de origen de la muestra. A su vez, los cuidadores de fresas debían rellenar una encuesta sobre las condiciones en las que se encontraba la planta. Jardín, terraza, balcón o patio. También la distancia con la calle y la altura.

De esta forma miles de ciudadanos disfrutan de fresas cultivadas en casa y a su vez, ayudan a los científicos a estudiar la calidad del aire de la capital. En resumen, ciudadanos que por los pelos, no son científcos.

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Revista de divulgación científica del Jardí Botànic de la Universitat de València.
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