Francesco Devicienti, (Ins)Pirat pel Botànic

Para canalizar toda la creatividad que puede llegar a desprender un Jardín Botánico, el año pasado organizamos desde el Botánico de la Universidad de Valencia “InsPirats pel Botànic”. Un concurso de pintura y narrativa rápidas al aire libre para dejar volar la imaginación en nuestro particular oasis urbano.

Después de la increíble experiencia del año pasado, volvemos con una nueva edición el próximo 20 de mayo y con más cursos relacionados. Para los más mayores, un taller de escritura narrativa y otro de dibujo de paisajes a lápiz, y para los peques, un taller de dibujo infantil de carácter gratuito. Cursos que también tendrán lugar en el mismo Jardín el fin de semana del 26 al 28 de mayo. Más información sobre el concurso aquí.

Así que, tanto si eres de los que todavía se está pensando participar en el concurso como si ya estás apuntado y esperas impaciente el día, quién mejor que el ganador de la sección de pintura del año pasado para contaros la experiencia de primera mano. Dibujar, pintar, bocetar, apuntar, emborronar, garabatear, rayar, estampar, manchar, fotografiar, escanear… Así se define Francesco Devicienti, este artista valenciano que a pesar de su juventud supo captar la esencia del concurso y emocionar al jurado con su particular visión del Jardín. 

El mundo artístico de Devicienti

Soy de los que siempre lleva en la mochila una libreta de apuntes, lápices, bolis, tinta y acuarelas, a la búsqueda de rincones o momentos en los que darles uso. Además no paro de escuchar música, así que por lo general, siempre que trabajo en casa o en el taller hay algo sonando de fondo.

Supongo que, como muchos, empecé en esto del arte aprendiendo en casa. Pero mi interés fue en aumento así que fui unos años a un par de academias de mi barrio y ya más tarde hice el Grado de Conservación y Restauración de Bienes culturales en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de Valencia. Ahora mismo estoy acabando un Master de Producción Artística.

Aunque me siento muy a gusto con el acrílico, me gusta jugar con muchas técnicas diferentes. De hecho, gracias al master que estoy realizando he descubierto el ámbito de la obra gráfica y la estampación, algo bastante desconocido para mi ya que solo había trabajado la estampación en relieve con linóleo.

Me encanta el mundo de posibilidades técnicas que se me ha abierto, como con la xilografía y la offsetografía, dos de los campos que he trabajado más en profundidad este año y con los que me siento muy a gusto.

Por otra parte, también trabajo la fotografía tanto analógica como digital, y juego mucho con fotomontajes manuales y la superposición de imágenes.

Todas estas técnicas suelen nutrirse entre ellas en mis trabajos, ya que busco constantemente el camino de la hibridación de técnicas con el fin de enriquecer los resultados formales, así que es normal ver obras en las que mezcle varias o reutilice soportes, motivos, etc.

Pues llevo una página en Facebook y otra en Instagram en las que voy colgando material a medida que trabajo. Por el momento estoy a la espera de que me respondan de un par de salas.

El paisaje, mi inspiración

Me siento muy cómodo cuando pinto en ambientes tranquilos, sobretodo en mi pueblo (Xàbia), allí siempre encuentro sitios en los que puedo pararme a hacer un apunte, una acuarela, tomar un par de fotos o incluso pensar. Imagino que gracias al propio entorno puedo perderme en el papel, en lo que lleve encima o en mi mismo.

De hecho, recuerdo con mucho cariño esos momentos de pequeño con mi padre, en la mesa pequeña del salón de casa, pintando un paisaje de “la Caleta” con acuarelas. Yo le decía lo que tenía que aparecer y entre los dos dibujábamos y lo pintamos. Es por eso que en general la naturaleza aparece en mi obra a modo de paisaje, aunque siempre me digo que debería hacer una clasificación de todas las especies que tenemos en el jardín de mi casa de allí, así que puede que salga algo interesante más adelante. Casi como mi propio Jardín Botánico.

Ahora mismo estoy trabajando en varias series en las que hago testimonio de aquello que es partícipe de mi identidad personal a través del “fragmento”. Así que los paisajes suelen ser lugares de gran carga simbólica para mi, sitios en los que se han desarrollado situaciones o se ha experimentado procesos de cambio que afectan a la continua construcción de mi “yo personal”.

Pero en concreto la serie que más destacaría es la que está basada en la superposición de fotografías de lugares y espacios que tomo durante los viajes que realizo. En ella subyace la idea tradicional de viaje y la idea del viaje como continuo crecimiento y aprendizaje. Elaboro un par de superposiciones por viaje realizado, consiguiendo así un paisaje nuevo que es el resultado de la suma de las experiencias vividas y que recoge gran cantidad de información en un espacio reducido. En muchas ocasiones estos paisajes son espacios naturales

Y de repente… Inspirats!

Me enteré del concurso por casualidad, gracias a otra persona, me trajo un folleto donde lo anunciaba y luego busqué la información a través de la web y de las redes sociales. Había visitado el Jardín otras veces, de pequeño o para despejarme de vez en cuando, dar una vuelta, hacer tiempo o leer, pero no para pintar, así que decidí apuntarme.

En cuanto a la experiencia con el concurso, fue muy buena, ya que a pesar de ser la primera edición del concurso y hacer un día bastante caluroso, el ambiente y el entorno acompañaron mucho.

De todos los rincones del Botánico, me llamó la atención un pasillo lateral inundado de bambú, justo a la altura de una puerta misteriosa que no parecía ir a ningún lado enmarcada por un par de macetas de barro. Me pareció que estaba cargada de simbolismo y que incitaba a abrirla con la mente e imaginar a donde podía llevar, así que me puse a pintar.

Personalmente, me gusta hacer muchos descansos para desconectar y volver a la obra con otro punto de vista, así que me iba a dar una vuelta por el jardín y así ver el trabajo de los demás. Recuerdo que cada vez que retomaba la obra, lo hacía con la mirada algo más fresca: corregía cosas, añadía otras… hasta que satisfecho la dí por acabada.

Fue una lástima que se levantara viento de cara a la tarde, a la hora de la entrega de premios y el concierto, y no se pudieran sacar las obras ni disfrutar del resto de la programación, pero lo recuerdo todo como algo muy positivo aunque algo cansado.

Además descubrí que el Botánico es un lugar muy apacible en el que es sencillo encontrar rincones, del propio Jardín o de tu cabeza, que quieras trabajar. Así que, a los que todavía os estéis pensando si participar o no, ¡animaos sin duda!; y a los que os hayáis apuntado este año, suerte, no olvidéis llevar algo para el sol y muchas ganas de disfrutar y explorar la cantidad de posibilidades que se esconden por el Jardín.