Botánico del mes: Miguel Guara
Esta semana en espores conversamos con Miguel Guara, profesor titular de la Universitat de València adscrito al departamento de Botánica y Geología. Miguel comparte con nosotros su fascinación por la biología, una pasión que lo ha acompañado desde la infancia; nos habla de su dilatada carrera docente e investigadora, de sus experiencias en viajes a numerosos países y alienta las futuras generaciones de biólogos a abrazar la pasión la botánica.
¿Qué te atrajo de la Botánica?
El mundo de los seres vivos siempre me ha fascinado. Desde niño me han atraído toda clase de documentales y noticias relacionadas con la biología. Las relaciones entre los seres vivos y sus modos de vida, y de qué manera nos afectaba. Seguramente, mi gusto por la Botánica es una influencia de mi madre, le gustaban todas las plantas que veía; mantenía un pequeño jardín variado a la terraza de nuestro hogar en el trópico venezolano. Cuando estudiaba bachillerato, entendí que sin las plantas no podíamos vivir, eran la base del mantenimiento del resto. Pero, la decisión de estudiar Botánica fue durante los primeros días del cuarto curso de la carrera en 1977. En aquellos días, no todas las asignaturas se iniciaban a la vez y era frecuente que asistir de oyente mientras los diversos trámites burocráticos relacionados con la matriculación se fueron resolviendo. Después de asistir en algunas clases de la especialidad de Zoología, me decanté definitivamente por la especialidad de Botánica.
¿Nos podrías resumir tu trayectoria profesional?
Mi trayectoria profesional es bastante dilatada, con una componente docente muy acusada. Empecé como Ayudante de Clases Prácticas en febrero de 1980, para pasar a Profesor Colaborador en 1987 y después a Ayudante de L.R.O. hasta conseguir la actual condición de Profesor Titular de Universidad en 1992. Estoy adscrito al departamento de Botánica y Geología de la Universitat de València, con una vinculación ininterrumpida desde hace más de cuarenta y tres años, habiendo impartido docencia en la licenciatura de Biología hasta la entrada en vigor del marco del Espacio Europeo de Educación Superior (Bolonia), pasando a impartir docencia en los grados de Biología, Bioquímica y Ciencias Biomédicas, Biotecnología, Ciencias Ambientales o Farmacia, así como en el M.U. en Paleontología Aplicada desde sus inicios. Desde enero de 2014 a mayo de 2017, fui director del M.U. en Biodiversidad: Conservación y Evolución en el cual además de docencia me responsabilizaba de la asignatura ‘Prácticas Externas’; hasta el curso pasado fui codirector del Máster Propio en Control y Gestión de Plagas de la Universitat de València desde su puesta en marcha en el curso 2014-15. Anteriormente, fui secretario del departamento de octubre de 2002 a febrero de 2007 y posteriormente, director del departamento de Botánica durante algo más de 6 años (febrero de 2007 hasta marzo de 2013). En la actualidad, soy miembro de la Comisión Académica del M.U. en Biodiversidad: Conservación y Evolución, y de la Comisión Académica del Programa de Doctorado en Biodiversidad y Biología Evolutiva.
Mi investigación alcanza diferentes aspectos relacionados con la Taxonomía y Ecología de plantas vasculares, así como con la Biología de la Conservación. Desde hace algunos años trabajo con especies del género Limonium (Plumbaginaceae) con la Dra. Ana Caperta de la Universidad de Lisboa y sobre aspectos ecológicos de entomofauna (plagas) en masas forestales (pinares, encinares) o polinizadores de cultivos extensivos (melón) con el Dr. Jesús Selfa del departamento de Zoología de nuestra universidad. En la actualidad codirijo dos tesis con colegas de Ecuador y muy recientemente me he embarcado en un nuevo proyecto relacionado con la etnobotànica de la flora de Gran Canaria, junto a mi compañero de departamento el Dr. Gerardo Stübing. En estas líneas, he aplicado mis conocimientos en técnicas de muestreo, así como en el análisis de los datos aplicando diferentes métodos estadísticos multivariantes, por los cuales obtuve mi titularidad en Taxonomía Numérica el agosto de 1992, y de análisis filogenético. He participado en proyectos de investigación financiados por el Ministerio de Educación y Ciencia (4) o la Generalitat Valenciana (10), he publicado más 80 artículos científicos en revistas nacionales e internacionales, presentado 95 comunicaciones a congresos; he dirigido siete trabajos de fin de máster, y cinco tesis doctorales, así como otros nueve trabajos de investigación (tesis de licenciatura, trabajos fin de grado). En la actualidad tengo reconocidos tres sexenios de investigación.
He formado parte de diferentes comisiones de contratación de profesorado y personal de servicios por designación de la Universitat de València, así como miembro de diferentes comisiones de la Facultad de Ciencias Biológicas de la misma universidad a lo largo de todo este tiempo, donde he sido miembro electo de la Junta de Centro durante el curso académico 2016-17. Desde el curso pasado he empezado una labor sindical y formo parte de la Junta de PDI de la universidad.
¿En que consiste tu trabajo?
Mi trabajo consiste en todas estas actividades que he comentado: docentes, investigadoras y académicas. Las voy repartiendo en función de los requerimientos de la semana; es realmente difícil organizar el tiempo para cada una de ellas, porque en muchas ocasiones son coincidentes y la jordana puede ser complicada. En cualquier caso, aplico el siguiente criterio: primero la docencia, después la académica y finalmente, la investigación. Particularmente, procuro concentrar mis clases en el primer cuatrimestre para disponer de más tiempo durante el segundo cuatrimestre para las otras actividades, especialmente las investigadoras.
¿Cuál es tu especialidad? ¿Qué te interesó de este campo de estudio?
No me considero un especialista en ninguna faceta de la Botánica, porque me gusta cualquier tema relacionado con el mundo vegetal. Pero mi preferencia está en diferentes aspectos fenológicos, corológicos y ecológicos de las plantas vasculares.
¿Estás orgulloso de haber participado en algún proyecto especialmente?
¡Claro! En todos los que he participado. Guardo buenos recuerdos de los momentos que pasé en mis viajes en Armenia y Egipto, así como, en Turquía, Francia, Italia, Portugal o España para la recogida de muestras. He podido conocer a muchas personas, no todas del mundo académico, y nuevos lugares donde me he encontrado en situaciones de riesgo por las condiciones geopolíticas de los países visitados.
Explícanos en qué proyectos trabajas ahora mismo.
En la actualidad codirijo dos tesis con colegas de Ecuador: una relacionada con la teca (Tectona grandis L. hilo.) junto al Dr. Danilo Vera (Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias –INIAP-) y otra relacionada con la productividad y cambios en la vegetación de la Reserva de la Biosfera Yasuní en la Amazonia occidental con el Dr. Renato València (Pontificia Universidad Católica –PUCE-). Muy recientemente me he embarcado en un nuevo proyecto relacionado con la etnobotánica de la flora de Gran Canaria, junto a mi compañero de departamento el Dr. Gerardo Stübing.
¿Cómo piensas que ha cambiado tu trabajo con los años?
Según se mire. A mi modo de entender, lo cual ha cambiado no es el trabajo, sino lo como se hace y se configura. Desde el punto de vista de la docencia, los cambios se deben a la implantación de las premisas del “modelo Bolonia” que ha repercutido en el tiempo de duración de los grados. Claramente, se ha mejorado mucho en las horas dedicadas a las sesiones prácticas, se ha incorporado otras actividades (lecturas, conferencias) o aspectos de transversalidad entre materias. Un tema interesante, que sí ha representado una mejora sustancial, es la accesibilidad a las bases de datos bibliográficas, repositorios y otras fuentes de información que son de gran ayuda, tanto en la docencia, como en la investigación. Sin embargo, la burocracia ha crecido considerablemente, siendo más un impedimento que un beneficio.
¿Cuál es la parte más desagradable de tu trabajo y la más gratificante?
Mi trabajo me gusta, pero no creo que haya nada desagradable. Lo que sí que me molesta es que no hay un horario preestablecido, una jornada laboral clara en la cual estén cuantificados los tiempos para las diferentes actividades en las cuales estás involucrado. El mismo día puedes tener clase a las nueve de la mañana que a las siete de la tarde; las reuniones se intercalan entre las clases o se tiene que concretar alguna fase de investigación en los vacíos disponibles.
Es gratificante ver cómo van progresando los alumnos, van pasando de curso y consiguen la meta que se habían propuesto. Al final de todo este camino, entienden que la vida académica es una cosa diferente a la vida laboral y profesional. Cuando al cabo de los años coincides con antiguos alumnos, sus anécdotas son muy interesantes.
¿Cómo valoras la situación laboral del sector?
A mi modo de entender, continúa existiendo un desfase entre quien brinda la formación universitaria y aquello que requieren las empresas en sus profesionales en el mundo laboral. No se puede pensar que hacen falta botánicos, zoólogos, biólogos, ambientalistas, sino personas capaces de adaptarse a un trabajo concreto en la empresa privada o pública. Excepto rarísimas excepciones, los botánicos trabajaremos como tales.
¿Piensas que tu trabajo te permite aprender sobre temas no relacionados con la Botánica?
Sí, por supuesto. Las plantas, o los vegetales en sentido amplio, forman parte de nuestras vidas por lo que intervienen en muchos aspectos de manera más o menos directa, desde la alimentación a la construcción, o desde la visión ascética a la terapéutica. Particularmente, he aprendido sobre los procesos de plagas al trabajar junto a colegas entomólogos, pero también he aprendido a entender las implicaciones de los incendios forestales. En ambos casos se puede detectar cómo influye la política de gestión y la dualidad urbano-rural de estos problemas.
¿Has conocido personas interesantes gracias a tu trabajo?
Lógicamente. De mis primeros años recuerdo con especial afecto a Oriol de Bolòs, Pedro Montserrat i Francisco Ruíz de la Torre, porque siempre que hablé con ellos me aportaron visiones sobre las plantas y sus adaptaciones; también recuerdo a Ramón Margalef. Como no puede ser de otro modo, el recuerdo de José Mansanet Mansanet, acude a mi cabeza de vez en cuando. Durante mi estancia en la University of Reading en Inglaterra, tuve la oportunidad de habla muchas veces con Stephen Jury, David Moore o Vernon Heywood. En mi visita a Armenia conocí a Eleonora (Nuera) Gabrielian que me hablaba de sus viajes de exploración por la África oriental e islas del Índico. Me dejo en el tintero a muchos más, pero siempre llevo conmigo el recuerdo de mi mentor durante muchos años y al cual echaré de menos, Rafael Currás Cayón.
En ejercicio de la docencia, ¿qué es lo importante hoy?
Pienso que lo importante de ser docente ha sido siempre, y hoy más que nunca, la humildad al transmitir los diferentes conocimientos que ha ido amasando a lo largo de la vida. El docente no lo sabe todo, sino que tiene una posición frente a su desconocimiento que le faculta para continuar su propia formación y como tiene que transmitirla. Un docente es la persona que ayuda el discente a transitar un camino formativo durante un periodo de tiempo, para que pueda seguir su propio camino.
Cómo animarías a los actuales estudiantes de biología para que se dedicaron a lo mismo que tú? ¿Qué les hace falta?
Es difícil apuntar una receta sobre este tema; creo que no hay. Particularmente, si demuestras pasión por tu trabajo es la mejor manera de animar a las futuras generaciones de biólogos. Haría falta una mayor interdisciplinariedad en la formación botánica; hoy impera cada vez más el pensamiento molecular y vamos relegando la visión del organismo.
¿Qué herramientas necesitas para tu trabajo?
Desde un punto de vista docente, los recursos bibliográficos accesibles desde Internet son fundamentales, igual que para investigar, lo cual implica que sin un ordenador estás vencido. Evidentemente, un laboratorio en condiciones, que se consigue con mucha suerte, esfuerzo y años.
¿Cuál es la habilidad imprescindible para tu trabajo?
La paciencia y la orden, aunque a veces parezca que no las tienes.
¿Cómo imaginas a los futuros botánicos y botánicas?
Los imagino con diferentes aplicaciones en una unidad móvil controlada por inteligencia artificial, que los informará sobre los problemas taxonómicos, posibilidad de usos y aspectos desconocidos. Muy al estilo de Star Trek.
¿Qué es lo primero que haces al entrar en tu despacho laboratorio? ¿y lo último?
Es una rutina adquirida, nada más llegar enciendo mi ordenador para responder a los correos que han entrado durante la noche anterior. Y como no puede ser de otro modo, al finalizar la jornada, apagar mi ordenador.
¿Trabajas solo o en equipo? ¿Cómo resulta trabajar así?
Trabajo en equipo; es más formativo, eficiente y productivo.