Botánico del mes: Lluís Serra
¿Pueden 35 años de libretas de campo resumir la trayectoria de un botánico? Lluis Serra, amante del mundo vegetal desde pequeño, experto en flora de Alicante, agente medioambiental, que saca tiempo siempre para formar y divulgar, nos cuenta sus pasos por un camino en el que caben anécdotas, profesionales, amigos, sueños y mucho trabajo hecho para conservar y conocer mejor nuestras plantas.
Pregunta obligada para empezar, ¿qué te atrajo de la botánica?
Mi familia tenía afición a salir a las sierras de los alrededores de Alcoy los fines de semana, esto y el interés por la ciencia en general hizo que me preguntara sobre las especies que entonces encontrábamos en el campo, y porque eran esas y no otras, así que la curiosidad y la proximidad toparon en la botánica, como ciencia muy próxima y fácil de compartir con familia y amigos.
Viaje fin de carrera de ciencias biológicas. En Laguna de Urbión con compañeros y Gonzalo Mateo (1992)
¿Cómo ha sido tu trayectoria profesional?
Mi trayectoria, afortunadamente, ha estado relacionada siempre con las plantas. Ya durante los años de bachillerato empecé a estudiar los árboles urbanos, y esto se tradujo en una primera publicación que poco después, mientras estudiaba Ingeniería Industrial, se transformó en unos cursillos que di en el Centro de Profesor de Alcoy, así poco a poco fui enlazando charlas y cursillos mientras estudiaba primero la ingeniería y después ya Biología en Valencia.
Lectura de la tesis doctoral con tribunal y directores. (Alicante, 2005). / A. Bort
Al finalizar la carrera comencé la tesis con una beca ya relacionada con los proyectos de conservación que dirigía Emili Laguna en la Conselleria, que poco después me contrató para desarrollar el Pla de Conservación de la Flora Rara, Endémica o Amenazada de Alicante, mientras Juanjo Herrero hacía la de Valencia y Carles Fabregat y Silvia López la de Castellón. Aunque antes de pasar al mundo profesional de la gestión pude disfrutar de una beca de investigación de tres meses en Kew Gardens, en Londres, donde desarrollé mi interés por la taxonomía y de donde salieron numerosos artículos describiendo, incluso, un nuevo género de plantas sudafricanas. Tener en las manos un pliego recolectado en 1710 de una planta descrita por Linneo para estudiarla y tipificarla fue de lo más emocionante, creo yo, que le puede pasar a un botánico.
Estudiando la taxonomía de Solenopsis en Kew Gardens (Londres, 1995) / A. Bort
Poco después ya pasamos a llevar los proyectos LIFE de Microrreservas de Flora, Conservación de Hábitats Prioritarios en la Red Natura 2000 y Conservación de 3 hábitats de Alta Montaña desde la Conselleria. Durante esos años combinamos la gestión, con la investigación y la divulgación sobre la flora y los hábitats de la Comunidad Valenciana, y sacamos varios libros colectivos, entre otros el de las orquídeas de la Comunidad Valenciana. Fue cuando empezamos una línea de investigación y divulgación sobre orquídeas dentro de la cual comenzamos un curso de orquídeas que este año cumple la 14 edición, siendo el curso de orquídeas más longevo del Estado Español.
Parece un camino que toca muchas vertientes.
Sí. También compaginamos el trabajo en la Conselleria con la docencia en la Universitat d’Alacant (solo un año) y, sobre todo, con la confección de la tesis sobre la flora de Alicante, que vio la luz en forma de publicación por el CSIC en 2007. Y al acabar con los proyectos LIFE llegó el poner en marcha la Ley de Patrimonio Arbóreo de la Comunidad Valenciana. Durante dos años y medio confeccionamos la base de datos oficial de árboles y arboledas monumentales y singulares y desarrollamos protocolos de actuación ante las afecciones en los árboles declarados.
Censando Halimium atriplicifolium trabajando de agente medioambiental en La Romana (Alicante 2012) / R. Torregrosa
Al final, esta etapa se acabó al ofrecerme una plaza de agente medioambiental en el Vinalopó Mitjà, donde continúo trabajando, en este caso con acción directa con la conservación de la flora, ya que puedo hablar directamente con los propietarios de las poblaciones de las especies protegidas y hacer informes para evitar las afecciones o denuncias si se actúa sobre especies o hábitats protegidos.
Paralelamente no he dejado nunca de hacer cursos de flora o vegetación en la Estación Científica de la Font Roja y el CEMA Font Roja, publicando libros de divulgación como los del Montgó, Font Roja, Árboles y arbustos de la Comunidad Valenciana, flora de Elda o flora de Orihuela. Y la vertiente más estrictamente científica la desarrollo como asesor regional de la Flora Ibérica, dirigida desde el Jardín Botánico de Madrid, así como haciendo publicaciones sobre novedades florísticas o nuevos taxones en Alicante o nuestra comunidad.
Y de todos estos proyectos, ¿de cuál estás más orgulloso?
Los proyectos LIFE fueron muy enriquecedores porque era la novedad, sobre todo el de Microrreservas de Flora. Éramos líderes gracias al espíritu de Emili Laguna y nos permitió impregnar del sentimiento conservacionista hacia la flora dentro de nuestra administración y en otras comunidades autónomas y otros países.
Cuéntanos más de estas publicaciones de las que nos has hablado.
Creo que el primer libro fue el de Santa Pola, en 1998. Surgió de forma casi espontánea al presentarme a un concurso local de trabajos de investigación donde el premio era su publicación. Digamos que ahí ya sumé mi interés por la divulgación sobre la flora, el estudio de la distribución de las plantas y la fotografía como herramienta transmisora de información y goce estético.
Durante el estudio de la Font Roja con Jaume Soler (Alcoi, 2008) / A. Bort
Unos años después vino la guía del Parque natural del Montgó, de la mano del buen amigo Jaume Soler, donde hablamos e ilustramos la tercera parte de la flora del parque. Después de leer la tesis en 2005 y publicarla en 2007 comencé el reto de sacar una flora completa del Parque Natural de la Font Roja, donde ya subía con mis padres cuando niño. Tuve la gran suerte que la Obra Social de la CAM, de la mano de la gerente del CEMA Font Roja Begonya Marco, pensó que podía ser un libro de interés y financiaron la edición, así que lo presentamos Jaume y yo en Alcoy en 2011.
Además, de mi estancia como agente medioambiental surgió la posibilidad de hacer un libro sobre la flora de Elda, un territorio áspero, seco e injustamente poco valorado ambientalmente, así que nos esforzamos en transformar la idea de esos parajes áridos y desiertos en lugares de alto valor naturalístico e, incluso, paisajístico. El ayuntamiento y la Conselleria sumaron el esfuerzo y se publicó en 2016 como el patrimonio vegetal de Elda con un significativo subtítulo “Entre saladares y estepas del Vinalopó”, con la intención de que la gente empezara a amar el paisaje con el que convive tal como es y no como querría que fuera.
¿Y qué impacto o repercusión crees que tienen estas publicaciones?
Jajajaja (ríe), esto habría que preguntarlo a los lectores. La verdad es que en su totalidad están agotados y cada vez que hago un curso la gente pregunta por algunos de ellos (sobre todo Montgó, orquídeas y Font Roja). Mucha gente a mi alrededor los usa, desde estudiantes de universidad o de ciclos formativos relacionados con el medio ambiente cono profesionales que trabajan en el medio natural y, por supuesto, aficionados a la flora y a la fotografía. Quiero pensar que a mucha gente les ha ayudado a amar más la naturaleza y han visto la inmensa diversidad biológica del territorio donde vivimos.
Te implicas mucho en la divulgación de la riqueza botánica de nuestras tierras: charlas, excursiones, etc. Para ti, ¿qué papel tiene la divulgación?
Es fundamental, pero entiendo que tiene que ser una divulgación con un cierto nivel de rigor científico. Soy muy purista cuando reviso textos con la nomenclatura botánica para que los nombres científicos y de los autores de las especies estén correctamente escritos. Puede parecer poco importante, pero esto transmite que el autor sabe de lo que está hablando y respeta el trabajo de centenares de autores anteriores que han ido describiendo las especies que nosotros fotografiamos y de las que disfrutamos a nuestro alrededor.
13 edición del curso de orquídeas de la Comunitat Valenciana en Vistabella del Maestrat (Castellón, 2018)
El conocimiento hay que transmitirlo a la sociedad. Y aunque me gusta mucho y lo hago cuando puedo, publico en revistas científicas pero poca gente las lee. Pienso que es importante que la información que generen los que trabajan en centros de investigación pueda llegar al gran público, así que botánicos como Jaume Soler, Josep Oltra, Emili Laguna o yo misma nos dedicamos a hacer libros, dar charlas, cursos, y así el aprecio por nuestras plantas y paisajes ayudará a conservarlos para las generaciones futuras.
Precisamente, con el Botánico colaboras en este tipo de actividades. ¿Qué relación tienes con él?
El Jardín siempre me ha acogido como si fuera un miembro de su equipo, no solo sus directores, desde Manuel Costa, pasando por Antoni Aguilella, Isabel Mateu y ahora Jaime Güemes, sino el resto de su personal, sobre todo Xuso Riera o Javier Fabado desde el herbario, me han facilitado las tareas investigadoras. También desde hace unos años me llaman para guiar algunas excursiones cuando se hacen cerca de casa, por la Font Roja o Mariola, así que yo disfruto de enseñar “mis” montañas, donde me he desarrollado como botánico.
¿En qué trabajas ahora mismo?
A estas alturas estamos a punto de sacar una nueva edición de la guía de orquídeas de la Comunidad Valenciana, encargada por la Conselleria, y donde he podido actuar como editor y he podido maquetarla para que sea no solo útil sino un libro bonito con fotos de más de 50 fotógrafos.
Observando orquídeas en Jávea (Alicante, 2011) / R. Torregrosa
También estoy acabando el trabajo de campo del próximo libro sobra la flora del paisaje protegido de las sierras del Sit y el Maigmó, que tendría que ver la luz antes de acabar el año. Y continúo revisando la flora de la sierra de Mariola para el siguiente libro que será la flora de Mariola y Font Roja juntas, prácticamente la mitad de la flora de Alicante, además del estudio seguido sobre las orquídeas valencianas o la flora, en general, de Alicante.
¿Cómo valoras la situación laboral del sector?
Pues creo que los botánicos no estamos demasiado reconocidos y que parece un trabajo del siglo pasado (¡o incluso del anterior al siglo pasado!). Desgraciadamente se ha asimilado que el estudio de la biodiversidad es una traba al supuesto desarrollo de la especie humana, en vez de considerar que es una necesidad para conseguir un desarrollo armónico y sostenible.
Censando la orquídea fantasma (Dendrophylax lindenii) con Ernesto Múgica (Cuba, 2014) / A. Bort
Veo que cada uno echamos hacia donde podemos desarrollar parte de nuestra experiencia. Los puestos de trabajo en los centros de investigación se han reducido dramáticamente en los 10 años que llevamos de crisis y algunos equipos incluso han desaparecido.
Y con ese panorama, ¿cómo animarías a los actuales estudiantes de biología para que se dedicaran a lo mismo que tú? ¿Qué les hace falta?
Sobre todo hay que ser constante, y tener un objetivo. Si te gusta la flora puedes disfrutar de ella desde muchas vertientes. Una de ellas, ser agente medioambiental, nunca lo habría pensado pero ahora que llevo ya diez años de agente veo que para un biólogo de bota es una salida profesional muy interesante que te permite desarrollar la afición por la flora o la fauna con muchas posibilidades de hacer educación ambiental, investigación y, sobre todo, conservación.
¿Trabajas solo o en equipo?
He trabajado con mucha gente, primero con Gonzalo y Benito cuando estaba en sus equipos en la universidad, después con Emili. Actualmente comparto proyectos con Jaume Soler y Josep Oltra pero también llevo una serie de artículos sobre las orquídeas valencianas desde hace años donde recopilo novedades interesantes de numerosos forofos, muchos de ellos discípulos de los cursos de orquídeas, así que en este campo podríamos decir que trabajo con un equipo numeroso de forofos.
En todos estos estos años, ¿cómo piensas que ha cambiado tu trabajo?
Yo me considero un botánico del siglo XIX, un romántico de las exploraciones botánicas de aquella época, aunque use las nuevas tecnologías que nos facilitan las tareas de investigación o divulgación. De hecho empecé en 1984 con una base de datos en un reproductor de casetes conectado a un ordenador MSX Philips con la memoria de 64Kb, ¿os lo podéis imaginar? En esa base de datos ya incluía la información que cogía con mi libreta de campo.
Midiendo lirios para Flora Ibérica en la Font Roja con Santiago Castroviejo (Alcoi, 2007) / J. Soler
Actualmente continúo con las libretas de campo, me parece la herramienta más importante del naturalista. En mi caso guardo 116 libretas desde 1984, numerando las salidas con datos de plantas (6161 la última). Así se ha engrosado mi base de datos de la flora de Alicante hasta los 396.000 registros actuales de unas 2.600 especies. Tener una buena base de datos es fundamental, así como otros programas de SIG (Sistemas de Información Geográfica) para poder representar cartográficamente la información. Y también lo es, actualmente, salir al campo con GPS o con programas cartográficos en el móvil por saber dónde estás y dónde se encuentran las plantas. De hecho, tenemos amigos con los que salimos al campo que nos dicen “hoy, ¿qué cuadrícula nos toca?” debido al trabajo de consignación de las especies con cuadrículas de 1 km2 cada vez que salimos al campo.
Así pues, no ha cambiado demasiado el trabajo en el campo, solo que hoy lo hacemos con más precisión, y la fotografía digital nos ha facilitado mucho el tener un material gráfico de calidad.
Hablando de fotografía, que también te gusta mucho, ¿qué te aporta al estudio de las plantas y la divulgación?
Como ya he comentado mi archivo fotográfico es también extenso y hay que dedicarle tiempo para hacerlo útil, así lo uso para ilustrar charlas, cursos, artículos o libros, pero también como material para identificar especies. Actualmente es un complemento al material de herbario. En mi herbario, con cerca de 14.000 pliegos, hay numerosos ejemplares que he fotografiado previamente en el campo o en gabinete y donde hay detalles que, una vez prensada la planta, se han perdido pero restan en las fotografías en vivo, así se facilita la determinación exacta de la especie.
En tu día a día, ¿sobre qué otros temas aprendes?
De todo lo que está relacionado con la cartografía, la edición y la fotografía. De los 28 libros en los que hemos participado he maquetado 7, por lo que he tenido que aprender los programas de edición así como los de revelado digital del material fotográfico. Imagina que el archivo fotográfico ya pasa de las 60.000 imágenes, y tienen que estar muy documentadas con numerosas palabras clave para poder localizar rápidamente lo que se necesita en cada momento.
Cuéntanos cuál es la situación más curiosa o divertida, que se pueda contar, en que te has encontrado.
Creo que lo más sorprendente es lo desconocida que es nuestra tarea de conocimiento y estudio de la biodiversidad. En un viaje por Córcega, al llegar al camping en cuestión yo me ponía a prensar las plantas por tierra por no tener mesa y secar los papeles secantes de la prensa, y lo que conseguía era atraer a la gente para ver qué estaba haciendo. Esto también me ha pasado en otras zonas como Patagonia o Cuba. En Rumanía no entendían cómo unos turistas españoles entraban a pedir cajas de cartón usadas a un supermercado como si los faltara el dinero. Y siempre ha sido divertido explicar para qué necesitas periódicos pasados donde vayas, sea Noruega, Sicilia o Marruecos.
Revisando la herborización en Pinar del Rio (Cuba, 2014) / A. Bort
¿Has conocido personas interesantes gracias a tu trabajo?
Los botánicos como por ejemplo Pedro Montserrat, Santiago Castroviejo o Diego Rivera han sentado muy interesantes por su inmenso conocimiento sobre la flora o la historia de la botánica, pero también me he encontrado a forofos con un gran conocimiento y de los que he aprendido muchas cosas, gente mayor de algunos pueblos que conocían poblaciones desconocidas de plantas valiosas y han querido compartir la información con nosotros.
Imagina que tienes tanto presupuesto como quieras. ¿Cómo sería entonces tu trabajo? ¿Qué cosas mejorarías?
Pues no cambiaría demasiado, solo que tendría más tiempo para centrarme en proyectos de divulgación quizá de más envergadura.
¿Te consideras discípulo de alguien?
Obviamente soy hijo botánico de Gonzalo Mateo y Benito Crespo, mis directores de tesis. Gonzalo me enseñó a trabajar con la visión global de toda la flora y la sistemática, para ir despacio y no pensar que el conocimiento de un área grande no puede abordarse, todo es cuestión de hacer campo y más campo. Benito me enseñó que cualquier investigación, sea grande o pequeña, quizás tenga valor y si encuentras el punto de interés se puede publicar en cualquier revista. Es un gran taxónomo con una memoria prodigiosa y que me ha enseñado el valor de la nomenclatura.
Herborizando en la Sierra de Mariola con Gonzalo Mateo (Alfafara, 2018) / A. Bort
Otros botánicos como por ejemplo Santiago Castroviejo también me han ayudado mucho, con él compartí buenos momentos en Kew Gardens, donde compartí mi pasión por el descubrimiento, grande o pequeño, ante un pliego o un texto botánico. Diego Rivera me ofreció su vasta biblioteca para mejorar la tesis y también influyó para que me gustara navegar por los textos antiguos. Finalmente, Emili Laguna, mi jefe durando muchos años en la Conselleria, me transmitió la importancia de la parte legal de la conservación y la importancia de llegar a la gente, que, al fin y al cabo, son quienes financian los proyectos de conservación.
¿Qué época de la botánica te habría gustado vivir?
Creo que los siglos XVIII y XIX es cuando más reconocimiento tuvieron los botánicos. Es la época a la que podías viajar por todo el planeta para describir la biodiversidad y era valorado por las administraciones. Se veía la biodiversidad como un valor importante, esto actualmente por desgracia se ha perdido.
¿Y a qué botánico o botánica te habría gustado conocer en persona?
¿A qué botánico no le habría gustado conocer a Linneo? creo que tuvo una capacidad increíble de trabajo sistemático (no olvidemos que en el siglo XVIII no había ordenadores, jajajaja) para fusionar toda la información escrita, sinonimizar miles de nombres y describir miles de especies. Todo esto después de hacer un viaje a Laponia en una época en la que era como irse a la Luna. Otra figura de excepción que me hubiera gustado conocer (y acompañar) es Alexander Von Humboldt, también con una extraordinaria capacidad de síntesis, en este caso, no de especies sino de hábitats y paisajes, y desarrollar a partir de sus experiencias la biogeografía como ciencia.
¿Qué salvarías de tu oficina en caso de incendio?
El herbario es lo más importando claro, pero creo que no me daría tiempo (son muchas cajas jajajaja). Evidentemente el disco duro con copia de todo, tanto de las bases de datos como del material gráfico.
Herborizando en Evisa (Córcega, 1996) / A. Bort
¿Tienes una planta o un paisaje favorito?
Además de algunas descritas por nosotros (como no podía ser de otra manera) siempre hay plantas a las que se dedica más tiempo. La primera que describimos, Benito y yo durante mi tesina, una nona (Ononis rentonarensis) endemismo alcoyano-dianico, tiene una importancia evidente, al igual que la última, en este caso una orquídea híbrida descubierta inicialmente en Cartagena (Anacamptis x dafni notho subsp. solanoi), una planta muy bonita y muy fotografiada dedicada a un compañero de trabajo de Murcia, Pedro Solano.
Haciendo un censo de tejos en la Sierra de Mariola (Agres, 2005)
Por otro lado el tejo (Taxus baccata) es un árbol con el que he trabajado durante muchos años en los proyectos europeos y con el que tengo una relación afectiva. Sobre todo en la Tejera de Agres, en la sierra de Mariola, visitada desde que era pequeño con mi padre, y que he tenido la posibilidad de proteger como microrreserva de flora y mejorar con repoblaciones, eliminación de invasoras y difundir sus valores en artículos, libros, cursos, charlas e, incluso, en el programa de radio que de vez en cuando hago en Radio Alcoy sobre las plantas.