Botánico del mes: Albert Navarro
Esta semana en espores conversamos con Albert Navarro, botánico dedicado desde hace más de veinte años a la conservación de la flora protegida de la Comunidad Valenciana. Albert comparte con nosotros sus experiencias i las razones que le hicieron enamorarse de la botánica. Una vocación temprana que le llevó a cambiar sus estudios de ingeniería agrónoma por la carrera de Ciencias Biológicas y a trabajar con pasión para proteger la biodiversidad de nuestro entorno más próximo.
¿Que te atrajo de la Botánica?
La respuesta obvia, que no banal, sería que las plantas. De los organismos vivos son las que dan más carácter al paisaje, al ecosistema. Este conocimiento me vino un poco tarde: he crecido en un pueblo de l’Horta Sur y mi paisaje infantil fue agrario, industrial y urbano. Las primeras plantas de las cuales supe el nombre científico fueron el vinagrillo (Oxalis peso-caprae), el jaramago blanco (Diplotaxis erucoides) y el jaramago (Sysimbrium irio) que crecen en el mosaico de campos, calles y naves industriales en que se ha convertido la comarca a lo largo de los años de mi vida. Fue una estancia de un mes entero como voluntario medioambiental al macizo de Penyagolosa que despertó en mí el encanto de la montaña. Y del excursionismo. Un mes sin tele, ni teléfono, ni diarios. Con un horizonte constante de árboles y cosas verdes. De piedras y de tierra. De ruidos misteriosos y de agua fría. Había empezado a estudiar para ser ingeniero agrónomo, pero me lo dejé para comenzar la carrera de Ciencias Biológicas. La botánica llega a ser un espacio donde gravitan los vegetales, la geología, la meteorología, la fauna,…en definitiva, la naturaleza.
¿Nos podrías resumir tu trayectoria profesional?
Desde el punto estrictamente botánico hace más de 20 años que trabajo en la conservación de la flora protegida de la Comunidad Valenciana en tareas encargadas por la Generalitat Valenciana mediante el Servicio de Vida Silvestre y Red Natura 2000 en la empresa pública VAERSA (Valenciana de Estrategias y Recursos para la Sostenibilidad Ambiental).
A finales del siglo XX nuestro territorio tenía una legislación, pionera en todo el estado, de protección de flora. Pero estaba quedando obsoleta en cuanto al conocimiento real sobre la abundancia y distribución de las especies más raras. Precisamente las que hay que proteger. No era una característica propia. En el pasado reciente, el conocimiento que se tenía sobre las plantas más raras era, con suerte, una cuadrícula 10x10km o 1x1km, un topónimo, una altitud sobre el nivel del mar y la opinión experta de algún botánico sobre su rareza. Y con esa información se elaboraban listas rojas o listados de flora protegida. Había que afinarlo más para averiguar qué especies merecen estar o no protegidas y con qué grado de protección. Así pues, era necesario atesorar datos demográficos y geográficas precisas de las plantas sospechosas de estar amenazadas de extinción. Mi trabajo básicamente ha consistido en hacer el seguimiento de esas plantas. Trabajo que comparto con otros compañeros con los cuales trabajo codo a codo.
¿En qué consiste tu trabajo?
El seguimiento de la flora protegida no consiste únicamente en valorar el grado de amenaza de una especie y su evolución a lo largo del tiempo. Un listado de flora protegida no es una tonta clasificación jerárquica de especies amenazadas, el que sería una lista roja. Además, las administraciones públicas con competencias en protección de flora no solo se comprometen a que esas especies no empeoran su estatus de amenaza, además, se comprometen a mejorar esos estatus. En la medida de lo posible. Y hay dos formas de hacerlo: aumentando la abundancia y distribución de las plantas protegidas creando nuevas poblaciones (recolección de propágulos, germinación, cultivo y plantación en la naturaleza) o bien encontrando nuevas poblaciones de las cuales no se tenía noticia o información suficiente para hacer efectiva su protección.
Mi trabajo empieza ex situ, conociendo sobre la biología de la especie. Buscar sus localizaciones es el siguiente paso obvio. Aquí la existencia y desarrollo del Banco de Datos de Biodiversidad de la Comunidad Valenciana se ha llegado a ser a lo largo de los últimos años una herramienta de gran ayuda. Pero también se tiene que buscar en las publicaciones, herbarios, informes y cualquier fuente al alcance. Después se tiene que preparar la salida de campo y toda su logística intrínseca. Y se tiene que trabajar in situ sobre la especie censándola de la manera más apropiada y cogiendo datos geográficos lo más detallados posibles para elaborar, en la oficina, un mapa de la flora protegida valenciana.
¿Cómo piensas que ha cambiado tu trabajo con los años? nuevas tecnologías, procesos, especialidades, etc.
A principio de siglo se trabajaba con mapas de papel a escala 1:50000, sin ortofotos, sin receptores GPS, con un software GIS todavía en pañales, con la información técnica también en papel y dispersa o no accesible. Los teléfonos móviles eran incipientes y en cualquier caso la cobertura era pobre…
Ahora todo está maravillosamente al alcance. La accesibilidad a los documentos y a la cartografía es fácil y la información abundante. El GPS, el ordenador… los llevas en el bolsillo. Los softwares cartográficos han evolucionado mucho y hay donde elegir. Además, se han ido creando bases de datos de biodiversidad de fácil consulta.
En todos estos años como botánico, ¿cuál es la situación más curiosa o divertida, que se pueda contar, en la cual te has encontrado?
Bien, a veces en pleno verano paseas por la playa arriba y abajo vestido con pantalón largo, mochila, botas, sombrero, GPS, teléfono móvil, contador, libreta,…Esto contrasta con los bañistas que toman el sol y el baño por allí. Tan tranquilos y viviendo la vida y disfrutando sus vacaciones. Contrasta más si la playa es nudista.
¿Qué relación tienes con el Jardín Botánico UV?
Una relación de devoto admirador. Además, a lo largo de los años he establecido agradables y fructíferas relaciones con técnicos e investigadores del Jardín que todavía continúan.
¿Qué papel tiene la divulgación?
La divulgación es importante. Más importante todavía es la puesta en valor del trabajo que haces. Pero es difícil. Las plantas silvestres y raras no tienen salida mediática. Algunas orquídeas o plantas con flores bonitas puede que sí. Pero el resto son invisibles para la sociedad en general.
Durante el trabajo no es insólito que se te acerque alguna persona y te pregunte que es el que haces. Cuando lo explicas la gente suele escuchar con interés y educación. Pero algunos te preguntan: ¿y esa planta sirve para algo? Y no, no creo que lo preguntan tendenciosamente. Simplemente no conocen los valores de la biodiversidad.
¿Estás orgulloso de haber participado en algún proyecto especialmente?
La recopilación de datos demográficos y geográficas de las especies de flora con las que he trabajado a lo largo de los años ha servido y sirve para valorar su grado de amenaza. Esta información es fundamental para evaluar y/o elaborar los listados legislativos de la flora protegida valenciana, estatal y de la Unión Europea. Así como a fuente para el proyecto del ‘Atlas y Libro Rojo de la Flora Vascular Amenazada’ española o la Lista Roja de la UICN.
A nivel autonómico ya se han hecho tres revisiones legislativas al respecto: a 2009, 2013 y 2022.
Además, con esa información el equipo elabora el ‘Mapa de la Flora Protegida de la Comunidad Valenciana’. Este mapa está integrado al Visor Cartográfico de la Generalitat Valenciana (en su versión interna para el personal de la administración autonómica). Es de utilidad para los gestores del territorio en sus tareas, dentro de sus competencias, para valorar las posibles afectaciones a las especies amenazadas por proyectos, obras o cualquier actividad. Sin salir de la oficina.
¿Has conocido personas interesantes gracias a tu trabajo?
Y tanto que sí. Muchas de ellas son gente relacionada con la botánica que ya han sido entrevistadas en esta revista.
¿Cómo imaginas a los futuros botánicos y botánicas?
Como una especie en peligro de extinción. Desde hace años la tendencia en la universidad es a reducir el número de horas de docencia de la botánica, de profesores y de recursos. Es curioso que esta tendencia negativa ha sido casi paralela a la progresiva toma de conciencia científica y social del valor positivo de la biodiversidad en todos sus aspectos. Aun así, cada vez se invierte menos en preparar a científicos que sean capaces de trabajar en su estudio.
¿Te consideras discípulo de algún botánico o botánica especialmente?
No en especial. Pero me parece imprescindible la ciencia aplicada a la florística y la taxonomía. No puedo obviar el trabajo hecho a lo largo de los años de botánicos como G. Mateo, M. B. Crespo con sus publicaciones sobre la flora valenciana. También y por la misma razón a O. de Bolós y J. Vigo. Y por la parte que les toca también a los diferentes autores de la obra Flora Ibérica.
¿Cuál es la habilidad imprescindible para tu trabajo?
La paciencia, la curiosidad y la ilusión. Parafraseando a Chesterton: hay una cosa que da esplendor a todo y es la idea de descubrir algo a la vuelta de la esquina.
Saber algo sobre la flora tampoco está de más!!! Y sobre geografía también.
¿Eras alérgico a alguna planta? ¿Al polen?
Normalmente sufro durante unos días en la primavera de rinitis alérgica. pero poca cosa. No tengo idea a que polen puedo reaccionar. ¡Pero a buen seguro es cosa de algunos machos!! Curiosamente ha sido algo que ha surgido ya hacia la madurez.
¿Cuál es la parte más pesada de tu trabajo y la más gratificante?
La más pesada es llegar a casa tarde, cansado, sucio, sudado, con rasguños, punzadas y con dolor de pies. La más gratificante es también lo mismo. Y si has podido hacer y/o encontrar aquello que te habías propuesto todavía mejor.
¿Qué es lo primero que haces al entrar en tu despacho … y la última?
Cuando empiezo el día a menudo consultar la previsión meteorológica y los datos climáticos anuales acumulados. También suele ser la última cosa que hago. Tienes que estar pendiente del tiempo cuando te desplazas por el campo. También tienes que tratar de prever el estado fenológico de las plantas allá donde estén para poder encontrártelas en el momento adecuado.
¿Trabajas solo o en equipo? ¿Cómo resulta trabajar así?
Trabajo en equipo, pero a veces se va en solitario por el campo. Recuerdos para los compañeros y amigos Josep, Josep, Joan, Patio, Simón, Aruca, Carlos, Emili,…
Trabajar solo se puede hacer y se hace. Pero tener cerca personas que hacen lo que tú y comparten ilusiones, preocupaciones y esquemas mentales específicos es mejor. Por la seguridad también.
Mención aparte han tienen los estudiantes en prácticas. Durante más de tres lustros he podido disfrutar periódicamente de su compañía en horas de trabajo. Por supuesto que ha habido un poco de todo, pero de muchos se me ha quedado un muy agradable recuerdo.