10 preguntas verdes a… José Saborit
El 6 de noviembre nos despedimos de la exposición ‘Verano’ de José Saborit, una magnífica colección de acuarelas botánicas delicadas y sutiles que prueban la estrecha relación de este artista con la naturaleza. José Saborit ha creado una muestra inspirada en el entorno de su casa en Náquera, a los pies de la Sierra Calderona y consigue que la flora que nos resulta tan familiar se convierta en una obra de arte. En Espores queríamos saber más sobre este pintor, académico y profesor y lo hemos sometido a nuestro cuestionario verde
¿Cuál es tu primer recuerdo de naturaleza?
No puedo asegurar que sea el primero, pero sí el más arraigado y persistente. Algunos días de verano, cuando estábamos de vacaciones en Náquera, mi padre me llevaba a coger hierbas aromáticas: tomillo, romero, rabo de gato y, lo más raro, té de monte. Íbamos a la gran montaña que hay frente a la casa –a mí entonces me parecía gigantesca y lejana– y él caminaba durante horas por entre las rocas y la maleza con chanclas, casi descalzo, y a veces hasta cargando con mi peso cuando aún era muy pequeño. Me fascinaba la naturaleza de esas hierbas que debían recolectarse con esfuerzo aunque fueran gratuitas, y no menos que eso me fascinaba también la naturaleza enérgica de mi padre para desplazarse por la montaña con agilidad y determinación.
¿Y la última planta que has matado?
Algunos pequeños ailantos invasores, para evitar que nuestro humilde jardín reduzca su diversidad y sea un monotemático jardín plagado de ailantos.
¿Cuál de las cuatro R practicas más: reducir, reutilizar, reciclar o recuperar?
Intento ir a la raíz del problema y reducir todo lo posible, aunque la trama comercial en la que estamos metidos hasta las cejas no nos lo pone nada fácil. Me interesa mucho también la reutilización, la recuperación y el reciclaje como acicates de la creatividad.
El verano es tiempo de…
Abolir el tiempo cronológico y productivo. Cada verano renueva su retornelo con la infancia y sus lazos con la eternidad. Es ese tiempo otro que nos salva, o en el que podemos salvarnos, porque podemos dejar de ser rehenes de nuestros propios objetivos, del rendimiento, de la competitividad y de todo eso que envenena el sabor intenso y desnudo de la vida.
Un olor vegetal que odies y uno que te fascine
Nunca cocino coles de Bruselas porque detesto su olor. Y el olor de la flor del algarrobo me desconcierta, no acabo de entenderlo. Me fascina, además del perfume de jazmín en las noches templadas de verano, como a todo el mundo, el perfume que deja en los dedos al quebrarla una hoja tierna y pequeña de limonero.
Tu fobia inconfesable cuando vas al campo
Excursionistas escandalosos con atavíos chillones que rompen la armonía cromática del monte. Las moscas también pueden ponerse muy irritantes en verano, pero no por ello hay que negarles su potencial poético y su innegable capacidad para entrenar nuestra paciencia.
Un jardín donde perderte
Por supuesto y sin ningún lugar a dudas, el Jardín prohibido del Edén.
Y un árbol al que admires
Admiro a muchos árboles, y algunos de ellos célebres, pero el primero que me viene a la cabeza ahora es un viejo algarrobo que tenemos en el jardín de la casa de campo. Hace tiempo que el pobre tiene el tronco casi completamente hueco y da la impresión que una fuerte ráfaga de viento podría tumbarlo con facilidad, pero ahí está resistiendo obstinado año tras año y dándonos muchos quilos de algarrobas al final de cada verano. Todo un ejemplo.
¿Crees que regalar flores o plantas está pasado de moda?
Al contrario, creo que regalar flores debiera ser una obligación cívica y no solo un signo de buen gusto o distinción. Flores naturales, en primero lugar, pero también flores pintadas, con acuarela, por ejemplo.
3 cosas que te llevarías a un Jardín Botánico
Lo primero, buena compañía, a ser posible alguien que supiera mucho de plantas. Lo segundo, varias horas por delante. Lo tercero, los ojos bien abiertos.
