10 preguntas verdes a… Carlos Marzal
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Un lugar verde al que ibas de pequeño
Mi paraíso natural son los montes de Serra, en la Sierra Calderona, y, sobre todo, el jardín de mi casa en ese pueblo.
Nos autoinvitamos a tu casa y te pedimos algo que mezcle “cocina y plantas”, ¿qué plato prepararías?
Os cocinaría alguna pasta, sazonada con orégano y albahaca, que son especias de los dioses.
¿En la visita, qué planta nunca encontraremos en tus balcones o en el salón?
Hubo un tiempo en que aborrecí los potos, porque se me morían. Nunca conseguí encontrarles el intríngulis del riego.
Y antes de que nos eches, nos colamos en tu armario… ¿encontraremos botas de montaña?
Por supuesto, hago caminatas por la Calderona con frecuencia, sobre todo en verano. Las mías son con Gore-Tex, para pisar los charcos, algo fundamental.
Confiésanos tu pecado insostenible.
Me imagino que no tengo uno, sino una retahíla. Si el fundamentalismo sostenible me observara con detenimiento me condenaría a la hoguera, supongo.
¿Qué paisaje podría inspirar tu próximo poema?
Cualquiera: el mecanismo que sugiere un poema salta donde menos lo esperabas. Como decía Bergamín: son las “ideas liebres”.
Tu especie favorita y un lugar donde encontrarla.
Las higueras, los pinos, los algarrobos, los olivos, los alcornoques: en cualquier monte del Mediterráneo; pero sobre todo en los rincones de la Sierra Calderona o la Sierra de Espadán.
Un aroma que te recuerde al campo.
La bosta de caballo. Faulkner decía que era el olor de la épica. Para mí es lírico, pero de una lírica áspera.
Buscador de setas, cuidador de bonsáis, florista, recolector de semillas… ¿qué te gustaría ser de mayor?
Hubo un tiempo en que trabajé durante los fines de semana en un taller de bonsáis, y era feliz. Pero siento debilidad por las floristas, porque mi suegra lo fue.
3 cosas que te llevarías a un Jardín Botánico.
Un buen libro, un buen abrigo y un buen amigo que sepa de las plantas del Jardín Botánico. Por pedir, que fuera Cavanilles (y así en el amigo estaría también el libro).