¿Perdidos en la montaña sin GPS, brújula ni mapa?
La orientación en el medio natural es una cuestion de seguridad y, además, posibilita el disfrute pleno de las rutas que realizamos. Por si nos perdemos en la montaña y no podemos usar móvil, ni GPS, es recomendable llevar un mapa y una brújula siempre. Además, también es conveniente conocer algunas cuestiones básicas para leer el paisaje: el sol, la luna, las estrellas y la vegetación nos pueden dar pistas clave para orientarnos. ¡Compartimos algunas!
Se entiende por orientación en el medio natural el conjunto de técnicas necesarias para movernos en un espacio tridimensional a partir de puntos de referencia específicos. Dentro de ésta, encontramos dos tipos: la orientación artificial, con instrumentos desarrollados por el ser humano, o la natural o no instrumental, con información que nos proporciona el mismo medio natural. Conocer ambos tipos es altamente recomendable. Como nos explica el experto en orientación Paco Royo, “aunque el GPS es una herramienta muy útil en orientación, llega el día en el que nos quedamos sin batería o tenemos una mala conexión con el satélite”. Por eso, aconseja tener unos conocimientos básicos sobre cómo utilizar una brújula con un mapa o saber, mirando un mapa topográfico, qué ruta es la que más nos interesa.
Por tanto, si nos perdemos en la montaña y no tenemos FPS, nos hemos dejado la brújula en casa y el mapa se nos ha estropeado por el camino, os contamos unas cuantas técnicas a tener en cuenta.
De día: el sol
El sol sale por el este y se pone por el oeste, y en su punto más alto (cénit) queda en el sur, aunque de una manera aproximada. De hecho, sólo el 21 de marzo y el 23 de septiembre, coincidiendo con los equinoccios, sale exactamente por el este y se pone exactamente por el oeste. El resto del año, la referencia es sólo aproximada. Además, hay diversos métodos, como el del reloj o el del palo que nos pueden situar con la ayuda del sol.
Aprende a orientarte en el bosque
De noche: la luna y las estrellas
La luna nos puede proporcionar una aproximación a los puntos cardinales. Cuando está en la fase de cuarto creciente (con forma de D), las puntas señalan el este, mientras que en fase de cuarto menguante (en forma de C), las puntas indican el oeste.
No obstante, de noche y con el cielo claro, es preferible ubicar la estrella polar que, en el hemisferio norte, indica el norte. Para localizarla, tenemos que buscar la Osa Mayor o Carro y en sus dos últimas estrellas trazar una línea imaginaria unas cinco veces la distancia entre esas dos últimas estrellas y llegamos a la estrella polar (también conocida como estrella del norte). Es, además, la última estrella de la cola de la Osa Menor.
Otros indicios de la naturaleza
Aprendiendo a fijarnos en el paisaje, a observar las formas de vegetación, la orientación de los valles, el comportamiento de los animales, etc. también podemos obtener pistas que contribuirán a situar los puntos cardinales y, por tanto, a orientar-nos.
Así, hablando con referencia al hemisferio norte, nos podemos fijar, en primer lugar, en los árboles. Los que están aislados tienen más desarrollado su tronco en dirección sur. Si vemos un tocón y observamos los anillos, los que están más juntos indican el norte y los más separados están orientados al sur. Tanto los árboles como los muros o las rocas aisladas (no nos valen en medio de un bosque frondoso o en sombría) tienden a estar más secos en la parte sur, mientras que están húmedos y cubiertos de musgo por la parte que mira al norte.
Haz clic a la imagen para saber más sobre los musgos
Las plantas suelen crecer hacia el sol por lo que tienen más hojas y flores en la parte más soleada, hacia el sur (hablamos del hemisferio norte, ya que en el hemisferio sur se invierte esta relación). Ahora bien, en zonas áridas las laderas más soleadas de las montañas suelen tener menos vegetación porque les da demasiado el sol mientras que las laderas orientadas al norte retienen más la nieve, la humedad y tienen más vegetación.
También el tipo de vegetación nos aporta detalles para ubicar los puntos cardinales. En los valles, en la ladera norte encontraremos vegetación termófila, la que no tolera grandes descensos de temperatura, mientras que la umbrófila, la que se adapta a zonas de sombra y de luz escasa, suele crecer en las laderas norte. Así, las coníferas buscan las laderas de sombría y otras como las encinas se encuentran mejor en la solana, hacia el sur. El comportamiento de los animales es interesante observarlo en este sentido. Las aves migran hacia el sur en otoño y en primavera se dirigen al norte. Y las bocas de las madrigueras y hormigueros predomina la orientación hacia el sur.
Finalmente, las obras resultantes de la creación humana proporcionan también pistas de orientación. Por ejemplo, en las iglesias con planta de cruz latina, el altar está orientado al este y la línea que une la puerta y el altar marca la dirección Oeste-Este.
Leer el paisaje
Si nos acostumbramos a leer el paisaje, con la observación constante podemos conseguir interpretar los indicios de la naturaleza de manera mecánica. Ahora bien, Paco Royo no nos recomienda utilizar la orientación por indicios de la naturaleza en exclusiva. Nos puede proporcionar una referencia, como un punto cardinal, pero, como destaca este experto en orientación “no nos proporciona un rumbo como sí nos da una brújula ni una idea del terreno que vamos a encontrar como nos la da un mapa”. Debe ser, por tanto, una herramienta complementaria, una ayuda a otras técnicas de orientación. Además, también nos apunta que puede ser una actividad entretenida y divertida para los más pequeños para que aprendan a fijarse y disfrutar de todos estos detalles.
Siempre será recomendable una buena planificación de la ruta, de las condiciones climatológicas que nos encontraremos y no dejar nada a la improvisación. Si, aún así, nos perdemos, debemos volver al último punto conocido y evitar caminar sin saber por dónde nos movemos. Debemos evitar el pánico y desplazarnos de manera irracional porque sólo empeorará nuestro problema. Es preferible centrarse en buscar, con las herramientas que tengamos, los indicios y señales que nos ayuden a situarnos. Además, cuando nos volvamos a poner en ruta, podemos dejar algún tipo de marca para asegurarnos de que no damos vueltas en círculos.
Para las personas interesadas en aprender a orientarse en el medio natural, recomendamos el curso que Paco Royo impartirá en el Jardín Botánico los días 19 y 20 de noviembre dentro de la programación de los cursos de otoño. Adquirir conocimientos básicos sobre orientación está al alcance de cualquier persona que disfrute de estar en contacto con la naturaleza, bien para realizar una ruta de senderismo o para ir al campo a recoger setas. Como asegura Royo, “permite disfrutar de la ruta de manera segura”.
Este artículo ha sido posible gracias a la colaboración del experto en orientación Paco Royo, competidor en carreras de orientación nacionales e internacionales y profesor de planificación de rutas de senderismo.