Sobrevivir al fuego
Desde hace mucho tiempo el fuego ha sido una de las causas más importantes de perturbación en la vegetación de toda la zona mediterránea, por lo que juega un papel decisivo en la dinámica y estructura de los ecosistemas mediterráneos. Sabemos que los ecosistemas mediterráneos se queman con cierta frecuencia pero, ¿conocemos las adaptaciones de las plantas a esta circunstancia?
El efecto del fuego depende tanto de la temperatura y la intensidad de este como de la frecuencia y recurrencia de los incendios, siendo las dos últimas elevadas en la zona mediterránea. El registro de temperatura de los fuegos varía desde menos de 300⁰C en los incendios más leves hasta más de 700⁰C en los más graves. Y la intensidad varía según el tipo de fuego, su medida y las consecuencias que tiene sobre los organismos. Aquellos fuegos más intensos provocarán cambios más elevados.
Incendio en Sant Ramon – Viladecans. Imagen de Miquel C
Unos cambios sobre la vegetación que se clasifican como efectos inmediatos o no inmediatos, es decir, cuando afectan a la reproducción. Como inmediatos observamos la quema de la biomasa y la mortalidad de los individuos. En cambio los efectos sobre la reproducción pueden actuar de diferente manera; desde la destrucción de las semillas de las plantas, como también originar un retraso en el periodo reproductivo o la desaparición de los animales que se encargan de la polinización o de distribuir las semillas e, incluso, también puede estimular la germinación de algunas plantas o su floración.
Adaptaciones mediterráneas al fuego
Debido a que el fuego es una perturbación habitual en el Mediterráneo, muchas plantas han adaptado diferentes mecanismos de resistencia:
• Las plantas rebrotadoras son capaces de volver a crecer después de ser quemadas gracias a estructuras especializadas de la propia planta.
• Las germinadoras desarrollan propágulos resistentes y viables, ya sean semillas o frutos, después de haber sido quemadas.
• Las facultativas combinan estas dos estrategias y se ven bastante favorecidas después de un incendio.
• Finalmente tenemos las plantas que no presentan ningún mecanismo de resistencia al fuego, pero que aún así están presentes después de un incendio.
Plantas rebrotadoras
Estas rebrotan a través de yemas aéreas que se encuentran protegidas por la corteza gruesa del árbol, como es el caso del alcornoque mediterráneo (Quercus suber), o a través de yemas subterráneas que se resguarden del fuego por el efecto aislante del calor que ofrece el tierra.
Alcornoque (Quercus súber). Imagen de Antonio
Otros ejemplos de especies rebrotadoras son la encina (Quercus ilex), el agracejo (Phillyrea latifolia), el durillo (Viburnum tinus), el madroño (Arbutus unedo), el lentisco (Pistacia lentiscus), el brezo de invierno (Erica multiflora), el brezo blanco (Erica arborea) y el enebro rojo (Juniperus oxycedrus).
Germinar para sobrevivir
Ellas pueden presentar los propágulos (semillas o frutos) de resistencia en la tierra o dentro de la propia planta. Las plantas que almacenan los propágulos de resistencia en la tierra producen una gran cantidad de semillas que pueden permanecer en el suelo durante mucho tiempo en un estado de dormición (estado en que el crecimiento se para o queda muy retardado temporalmente y por lo tanto hay un bajo consumo energético). Estas semillas acostumbran a ser pequeñas, cosa que facilita que se introduzcan dentro del suelo, y con una cubierta dura que les permite hacer frente a las altas temperaturas.
Estepa (Cistus sp.) Imagen de Isabelle Blanchemain
Durante el incendio el fuego rompe la dormición de estas semillas y estimula que después haya germinación. La temperatura en este caso es un factor muy importante. Si se llega entre los 80 y 150⁰C, las semillas germinarán, pero si las temperaturas son superiores estas morirán. Por eso, es importante que sean pequeñas y queden enterradas al suelo a entre 5 y 10 cm de profundidad pudiéndose proteger de las máximas temperaturas del incendio. Ejemplos de este tipo de plantas son las estepas (Cistus).
Por otro lado, las que almacenan los propágulos de resistencia dentro de la planta protegen las semillas de las altas temperaturas del fuego gracias a estructuras resistentes, como por ejemplo las piñas de algunos pinos. Después del incendio las semillas son liberadas y mantienen su capacidad para germinar.
Piña de pino blanco (Pinus halepensis). Imagen de Mario Martí
Algunos pinos que presentan esta estrategia, como por ejemplo el pino carrasco (Pinus halepensis), el pino rodeno (Pinus pinaster) o el pino de Chipre (Pinus brutia), desarrollan las llamadas piñas serótinas. Estas se mantienen cerradas en las copas de los árboles durante años y su apertura se ve estimulada por el fuego. A pesar de que otros factores también pueden llegar a abrirlas, como por ejemplo vientos secos, cambios del clima a pequeña escala o ciclos de calentamiento y secado.
Plantas facultativamente preparadas y otras avispadas
Como ya hemos dicho, hay plantas facultativas que pueden presentar ambas estrategias, es decir presentan mecanismos de resistencia por rebrote y también por desarrollo de propàgulos resistentes. Un ejemplo de estos tipos es la bocha (Dorycnium pentaphyllum).
Bocha de escobas (Dorycnium pentaphyllum). Imagen de Ettore Balocchi
Lactuca serriola como elemplo de planta compuesta con gran capacidad de dispersión. Imagen de Matt Lavin
Finalmente, están las especies que no rebrotan después del incendio ni tampoco presentan propágulos de resistencia almacenados, y que aun así tienen presencia en la zona afectada por el incendio. Su aparición depende de la eficiencia en la dispersión de sus semillas desde las zonas no quemadas, una eficiencia relacionada con las características propias de cada especie. Pero también es muy importante la medida del fuego y la heterogeneidad en su severidad, es decir, si permite o no la presencia de islas de vegetación sin quemar dentro de la zona del incendio. Las plantas que queden en estas islas y tengan buena capacidad de dispersión se verán favorecidas y aparecerán en la zona quemada. En general la familia de las compuestas (Asteraceae) presentan una gran capacidad de dispersión, siendo de las primeras en germinar después de un incendio.
Cuatro mesos después de un incendio forestal. Imagen de el Ajuntament de Vilanova i la Geltrú
En resumen, en el Mediterráneo la presencia y desarrollo de las especies en una zona afectada por un incendio dependerá tanto de los mecanismos de resistencia que han desarrollado a lo largo de la evolución como de su presencia alrededor de este incendio o en las islas de vegetación sin quemar dentro del propio incendio. Como podemos ver no hay un único camino para hacer frente a las perturbaciones ocasionadas por el fuego y todo esto condiciona en gran medida los paisajes que nos rodean en el Mediterráneo .