Herbario urbano
Seguro que si decimos que hay un mundo vegetal para descubrir en la ciudad de Valencia nadie se extraña. Pero, ¿y si no nos referimos a jardines cerrados o lugares en los que no hemos estado? ¿Y si hablamos de una medida mucho más pequeña? Porque, ¿cuántas veces nos fijamos en las plantas que crecen en los alcorques o en las pequeñas grietas de muros o paredes o incluso en los tejados?
En general el mundo vegetal pasa desapercibido para gran parte de la ciudadanía, pero esta invisibilidad se hace más patente en relación con la flora adventicia que busca su oportunidad vital en los lugares más insospechados de las ciudades. Podríamos pensar que los botánicos, alarmados por esta ignorancia sobre las plantas ciudadanas habrían lanzado una iniciativa para enmendar esta situación. Sin embargo, en la ciudad de Valencia ha sido desde el mundo del arte que ha surgido una iniciativa destinada a sensibilizar a la población sobre la importancia y belleza de las plantas a los entornos urbanos.
La propuesta nace con la filosofía de que dentro del espacio urbano, los solares no edificados y/o en desuso, son verdaderos hotspots o puntos calientes de biodiversidad que ofrecen refugio a numerosas especies vegetales espontáneas. En este sentido, el proyecto Herbario urbano pretende acercar los habitantes de la ciudad a la vegetación urbana espontánea, elemento desapercibido de su paisaje cotidiano. El proyecto inicial comprendía la creación de un recorrido por las calles más pobladas de vegetación espontánea, la realización de visitas guiadas a lo largo del festival, una galería virtual de imágenes de las plantas e información sobre su localización. Toda esta información ha sido incluida en el blog.
La idea inicial de la obra se amplió y matizó sobre la marcha, de forma que se siguió el siguiente proceso creativo: se empezó por analizar una área específica del casco antiguo de Valencia que aloja varios solares en un espacio reducido; poniendo en evidencia como las calles que los comunican sirven de corredor biológico para las plantas, que brotan en cada montón de tierra acumulado en un rincón, grieta o fisura, en cualquier lugar mínimamente favorable. Además, se hizo un análisis de imágenes de vista aérea para localizar sectores del casco antiguo de la ciudad de Valencia que presentaran una elevada concentración de solares no edificados y en desuso.
La posterior fase de campo permitió seleccionar cinco solares, basándose en su proximidad y similitud. El análisis se centró en la investigación de vegetación espontánea y de un tipo de corredores biológicos que pusieran en comunicación las diferentes especies y espacios ocupados por las plantas. El recorrido finalmente marcado fue documentado con imágenes, identificando las plantas presentes y colocando en lugares relevantes del recorrido la descripción de las mismas. Esta propuesta fue complementada mediante la colocación de “cajas de dispersión” o biodiversity dispersion points en lugares tácticos a lo largo del recorrido, para facilitar el proceso de difusión de las plantas de un solar a otro. Estos puntos de dispersión no eran más que pequeñas macetas colocadas en lugares estratégicos que servían de enlace entre las áreas con más vegetación.
La propuesta Herbario urbano fue inaugurada aprovechando el trampolín que supone el “Festival por el arte en Valencia: Intramurs” el 2015. Este festival promueve todas las artes contemporáneas y se enclava dentro del área delimitada por las antiguas murallas de Valencia.
De manos del artista e investigador italiano Marco Ranieri, la propuesta se concretó en un recorrido de 384 metros, partiendo de la puerta del Solar Corona, pasando por la calle del Historiador Beutier, la calle de Sant Ramon y la calle de la Beneficencia, llegando a la puerta del solar del IVAM en la calle Na Jordana. Ranieri, establecido en España, centra su trabajo en la transformación de la experiencia de la naturaleza en arte, enfatizando la belleza de lo pequeño, fragmentado, no permanente, como metáfora de nuestra propia existencia.
El recorrido se consolidó y marcó con las características de un recorrido botánico de educación ambiental que permite conocer helechos como el culantrillo de pozo (Adiantum capillus-veneres), plantas crasas del género Kalanchoe, algunas emparentadas con el tabaco, como el tabaco de jardín (Nicotiana glauca), otros comestibles, como la cerraja tierna (Sonchus tenerrimus) o la cerraja (Sonchus oleraceus). Algunas típicamente mediterráneas, como la higuera (Ficus carica), otras exóticas como el mismo Kalanchoe o el tabaco de jardín, algunas típicas de muros y paredes, como la picardía o hierba de campanario (Cymbalaria muralis) o la hierba de muro (Parietaria judaica).
Finalmente no se trata más que de especies que, una vez pasan a ser conocidas por los transeúntes, acaban despertando un enorme interés por su parte, lo que les lleva a convertirse en verdaderos rastreadores de plantas adventicias. En Herbario urbano cada planta se identificó por su nombre científico a través de una pegatina de reconocimiento colocada a su lado. A lo largo del recorrido se dispuso la señalética y se diseminaron las instrucciones de uso, la información sobre el proyecto, y las descripciones detalladas de las plantas predominantes, y se realizaron unos mapas plegables con toda la información detallada.
Al margen de las visitas oficiales dentro del festival, se realizaron numerosas visitas fuera de calendario, a grupos e individuos que lo solicitaron. El interés demostrado por los participantes ha sido notable. No sólo hacia el proyecto artístico en sí, sino sobre la vegetación urbana y sobre cuestiones ecológicas. Las preguntas más frecuentes fueron sobre los nombres comunes, usos y posible domesticación de las plantas que encontraban.
El éxito de la propuesta permitió su expansión, incorporándose a otra zona de la ciudad, a través del Festival Cabanyal Íntim en la primavera de 2016, siempre con la misma perspectiva de fomentar el andar como práctica artística y estética, descubriendo el mundo vegetal escondido en nuestras urbes. Para financiar el proyecto se crearon cuatro modelos de postales incluyendo el plano del recurrido a la parte posterior.
Desde el mundo de la biología no podemos más que dar la bienvenida a propuestas como esta que pretenden generar, restaurar o renovar vinculaciones entre personas y entornos vitales, colaborando en la difusión de una actitud más respetuosa hacia nuestro entorno. Se trata de un compromiso con la belleza efímera, centrada en las plantas adventicias, acuñadas genéricamente bajo el nombre de “malas hierbas”. Este conjunto de plantas, contra las cuales tanto se lucha tradicionalmente en la huerta y el jardín y que, sin embargo, tienen importantes posibilidades en la revalorización del imaginario colectivo. Estos recorridos permiten trabajar con éxito la atribución de un valor estético a los sujetos efímeros, como complemento de la difusión de principios ecológicos de protección, conservación y restauración entre un público no experto.