La plaga del mes de septiembre… ¡No es una plaga!
Empieza el curso con buen pie y haz las paces con los artrópodos. Hablamos de los habitantes del suelo de nuestro huerto que, a diferencia de los artículos anteriores, son beneficiosos! Os presentamos los colémbolos, dipluros y proturos.
Volvemos al trabajo, terminan las vacaciones, comienzan las clases y renovamos el huerto y como no, hay que empezar por el suelo. Y es que el mes de septiembre siempre viene cargado de novedades y propósitos y en Esporas yo le hemos dedicado algún que otro artículo.
Horticultura, jardinería, meteorología e incluso manualidades! Todos, temas vinculados al noveno mes del calendario que en esta ocasión nos baja la mirada a la tierra que ha sostenido la cosecha de verano. Es tiempo de cambios!
Colémbolos para dummies
Los colémbolos son un grupo de artrópodos que tienen dos características únicas: un órgano saltador situado ventralmente en el cuarto segmento abdominal y un tubo ventral en el primer segmento abdominal relacionado con la regulación hídrica y la adhesión.
Coémbolo. Imagen de Andy Murray. Fuente Flickr
¿Cómo viven los colémbolos? La humedad y la temperatura determinan un hábitat óptimo para estos organismos aunque, en la región mediterránea el primer factor es más importante. Tienen 6 patas y son parientes cercanos del insectos. El orden al que pertenecen contiene más de 6000 especies y hace más de 400 millones de años que viven en nuestro planeta, donde son los más abundantes. Estos artrópodos no tienen alas y suelen ser de color claro. Bajo el abdomen tienen un órgano saltador llamado fúrcula.
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Gracias a su aparato bucal masticador comen esporas, hifas de los hongos y bacterias del suelo y por ello forman parte del humus y de la materia en descomposición. La reproducción de los colémbolos es muy curiosa: hay casos documentados de partenogénesis en que las células sexuales femeninas no deben ser fecundadas para iniciar la división sino que es un elemento ambiental, como la temperatura, que activa la formación de un nuevo individuo.
No obstante, la partenogénesis no es el método más usado entre los colémbolos. Los machos tienen por costumbre liberar una bolsa cargada con esperma sobre el suelo y es la hembra quien la recoge con los genitales para quedar fecundada. Tanto es así que los machos no presentan órganos para la cópula. Y de esta misma forma se reproducen los dos órdenes de que a continuación hablamos.
Proturos y dipluros para dummies
Los proturos son hexápodos que miden alrededor de 1 mm. Habitan la capa superficial del suelo y se calcula que existen 500 especies. Su anatomía es muy sencilla y con rasgos primitivos y no tienen pigmentación, como es normal en animales que viven apartados de la luz. Son los únicos que ¡no tienen antenas!
Proturo. Imagen de Wikipedia
Viven entre las hojas caídas, los musgos o la madera en descomposición y a diferencia de los colémbolos, presentan un aparato bucal chupador con el que succionan los fluidos de los que se alimentan. No sufren ningún tipo de metamorfosis y la longitud de sus patas depende de la profundidad a la que habitan, cuanto más superficial, más largas serán las patas.
Voltear de forma respetuosa la tierra ayuda a mantener la flora edáfica
¡En un metro cuadrado de suelo puede haber hasta 18.000 individuos! Los dipluros son largos y planos, pueden alcanzar los 5 cm. El aparato bucal es masticador y se conocen unas 800 especies de las cuales algunas son cavernícolas y es por eso que tienen una visión muy precaria o incluso no tienen ojos. Se alimentan de carroña pero hay especies que también son carnívoras, tanto es así que comen colémbolos.
Todos estos artrópodos transforman los nutrientes de la tierra para hacerlos asimilables por las plantas. Es por ello que las tareas agrícolas basadas en voltear la tierra bruscamente no les benefician en absoluto. De forma más directa, son los plaguicidas los principales responsables de su muerte.
Dipluro. Imagen de Wikipedia
Las diferentes vertientes de la agricultura ecológica defienden el respeto hacia a la fauna edáfica reduciendo el impacto del volteo de la tierra a la vez que aportan al suelo materia orgánica que les sirve de alimento. Por otro lado, la técnica conocida como bio-solarización ataca los microorganismos y el invertebrados malos y no beneficia a los artrópodos amigos ya que, al extender una capa de estiércol sobre el suelo de nuestro huerto y cubrirlo con un plástico aumentamos la temperatura y los gases de su entorno de forma peligrosa.
Y hasta aquí el artículo de este mes en el que nos hemos querido reconciliarse con los artrópodos. ¡Hasta octubre!