Jardines botánicos: herramientas para la educación
Pasear por un Botánico puede ser un momento de desconexión y ocio, pero también la excusa perfecta para abordar un tema que nos afecta a todos los niveles, la crisis climática. ¿Cómo convertir una ruta didáctica por el Jardín en el toque de atención necesario sobre qué está pasando a nivel ambiental y cómo afrontarlo? Raquel de Rivas nos da una larga lista de ideas que ponen a nuestras colecciones de plantas en el centro de la ecuación.
En el contexto de la actual crisis planetaria, caracterizada por la existencia de un conjunto de graves y complejas problemáticas se requiere, de forma imprescindible, de la implicación de la sociedad. Necesitamos una ciudadanía alfabetizada, capaz de participar de forma fundamentada en la toma de decisiones. Decisiones dirigidas a producir un cambio social y ambiental que permita continuar nuestra vida en el planeta de una forma socialmente más justa y ambientalmente más sostenible. La secuencia de pasos necesaria no se puede ni alterar ni acortar, comienza con el conocimiento de los problemas, sigue con su comprensión profunda y termina con el fin deseado, la implicación y el compromiso a nivel individual y colectivo con los comportamientos y actitudes que la situación demanda. Y la herramienta más poderosa con la que contamos para conseguir los cambios que se necesitan es, sin duda, la educación. Una educación transformadora que nos capacite para transitar hacia la Sostenibilidad..
Una de las piezas de este puzle es el Cambio Climático. Sabemos, porque la ciencia ha hecho muy bien su trabajo, que el clima de la Tierra está cambiando a un ritmo sin precedentes. Y también sabemos la causa, el aumento de los gases de efecto invernadero en nuestra atmósfera como consecuencia directa de la actividad humana. El Cambio Climático está íntimamente vinculado con otras graves problemáticas globales, lo que le convierte en el hilo conductor idóneo de un relato que nos ayude a situarnos en este complicado escenario. Los medios de comunicación nos hablan de una cifra: 1,5 grados Celsius debe ser el objetivo, el máximo aumento de temperatura que nos deberíamos permitir respecto a los valores de la era preindustrial, ese punto de inflexión en el que comenzaron a cambiar las tendencias. Debemos cuidarnos de juzgar esta cifra como poco relevante por su tamaño, ya que no refleja la maraña de consecuencias de este calentamiento provocado y acelerado.
Una llamada a la acción educativa
Ante esta foto surge de manera insistente la conveniencia de acercar la ciencia a la sociedad. Necesitamos espacios de conocimiento que permitan un flujo de información fiable y útil, contrastado y efectivo, y los Jardines Botánicos se presentan como opciones accesibles e idóneas para el desarrollo de estas sinergias, a través de herramientas como la Educación para la Sostenibilidad (EDS). Tenemos mucho a favor para que esta alianza se materialice y consolide. Desde su aparición en Europa en el siglo XVI, los Jardines Botánicos han ampliado sus actividades y capacidades de forma constante. A diferencia de otros entornos de investigación, ellos tienen una misión y vocación educativa desde sus propios orígenes y concepción ya que nacen vinculados a los entornos universitarios.
Entre los recursos de que disponen destaca la propia colección de plantas vivas, que aporta información sobre cómo responden las plantas al Cambio Climático. Estas cuestiones se relacionan con aspectos como la pérdida de biodiversidad por destrucción directa de los hábitats naturales, las invasiones biológicas, etc. Al ser museos vivos abiertos al público, permiten combinar de forma directa e intuitiva investigación, conservación y educación, conectando el conocimiento científico general y específico de las propias investigaciones con distintos contenidos didácticos sobre el Cambio Climático, lejos de abstracciones.
Y así lo han entendido estas instituciones, materializando un compromiso explícito y rotundo en 2018 en Melbourne (Australia), a través de la Alianza de los Jardines Botánicos por el Cambio Climático. Con este compromiso de fondo y los valiosos recursos de que disponen, son distintos y variados los argumentos y enfoques posibles de una intervención didáctica en un Jardín Botánico orientada a abordar el Cambio Climático.
En nuestros días, más del 50% de la población mundial reside en entornos urbanos. Existe un elevado nivel de desarraigo del ser humano con el medio natural que se considera clave en la aparición y el empeoramiento de las problemáticas globales actuales incluida la del Cambio Climático. Un Jardín Botánico ayuda a promover el tan demandado giro biocéntrico poniendo la defensa de la vida, tenga la forma que tenga, en el centro de las acciones que pretendamos emprender. Incluso la Ley Orgánica 3/2020 de Educación incluye en su contenido una mención específica a la necesidad de una educación enfocada hacia la Sostenibilidad y los retos de la crisis climática, destacando que el sistema educativo debe fomentar “el contacto con los espacios verdes”. Otra derivada de este enfoque apunta a los efectos positivos de los espacios verdes y del contacto con la naturaleza en la salud física y mental de las personas, lo que convierte a los Jardines Botánicos en centros de bienestar. Tenemos por lo tanto la oportunidad de articular una Educación para la Sostenibilidad que pretende reformar los vínculos entre el ser humano y su entorno natural, como fin en sí mismo y como medio para lograr otros beneficios relacionados.
Aulas de puertas hacia fuera
La educación fuera del aula, aquella que tiene lugar fuera del entorno habitual de los centros educativos, se ha demostrado eficaz para la promoción del aprendizaje a través de la interacción con el medio. Los Jardines Botánicos adquieren un papel protagonista como escenario de intervenciones educativas fuera de las aulas. Son seguros, accesibles, y numerosos, estando presentes en la mayoría de las ciudades.
Aprovechando la biodiversidad vegetal que contienen es posible la elección de distintas especies que sirvan como ejemplo de la importancia de la biodiversidad para el ser humano y el mantenimiento de la vida en la Tierra tal como la conocemos. Podemos destacar su papel fundamental en aspectos cotidianos como fuente de materias primas, generadores de riqueza cultural y espiritual, y un largo etcétera.
Un tema clave es el efecto invernadero, natural y esencial para la vida en la Tierra, que inspira la utilización de un mecanismo similar para modificar la temperatura ambiental y poder así reproducir hábitats y condiciones climáticas distintas de las naturales en un entorno determinado. La visita a los invernaderos de un Jardín Botánico ayuda a entender este proceso sin el cual la vida no sería viable, así como la necesidad de restaurar el equilibrio atmosférico del que depende. También permite entender cómo el Cambio Climático se produce por un incremento de este efecto invernadero como consecuencia del aumento desmesurado de los gases implicados, llamados Gases de Efecto Invernadero (GEI).
Adicionalmente, el papel de los organismos fotosintéticos, terrestres y marinos, es insustituible en los procesos de regulación climática. Las plantas, sumideros de carbono, realizan un papel fundamental comprometido en estos momentos a causa de la degradación y pérdida de hábitats. Comprender este rol y por lo tanto la necesidad de conservar las masas verdes, es una de las cuestiones más importantes que un Jardín Botánico permite concretar y profundizar. El proceso denominado ceguera hacia las plantas (Plant Blindness), esa tendencia a no considerar a las plantas como organismos esenciales, cobra especial relevancia en un escenario de crisis climática. Los esfuerzos han de dirigirse a la conservación de los ecosistemas capaces de contrarrestar, en parte, el exceso de CO2 atmosférico, ya que no existe tecnología capaz de imitar este mecanismo único e imprescindible para la vida.
Y no podemos olvidarnos de los servicios ecosistémicos, esa multitud de beneficios que de manera no intencionada nos ofrece la naturaleza y hacen posible la vida humana, que se ven alterados como consecuencia del aumento de la temperatura ambiental. Algunos de estos servicios son el suministro de alimentos nutritivos y agua limpia; la regulación de las enfermedades y del clima; el apoyo a la polinización de los cultivos y a la formación de suelos, la promoción de beneficios recreativos y culturales. La falta de sincronización de las especies implicadas en los procesos naturales, que se produce cuando estas reaccionan de distinta forma a las altas temperaturas, provoca que los ecosistemas dejen de funcionar de forma equilibrada. Los Jardines Botánicos permiten estudiar hábitats, no sólo especies aisladas, además de ayudar a entender que la salud humana depende directamente del estado de los sistemas naturales que la sustentan. La Organización Mundial de la Salud ha formulado esta relación como “Una Salud”.
Incluso las adaptaciones de las plantas a las condiciones ambientales son un buen ejemplo para entender las diferencias entre los Cambios Climáticos anteriores, naturales y progresivos, y el actual, brusco y acelerado. Es necesario entender la evolución como un proceso lento de adaptación y por qué el Cambio Climático, impulsor de la transformación acelerada del entorno, supone un peligro para la adaptación y supervivencia de las especies. Cuando una planta muere lo hace por deterioro o pérdida de su hábitat, un hábitat que hemos compartido durante largos periodos de tiempo. Las plantas son indicadores de las amenazas que se ciernen sobre nuestra especie.
Éstos son sólo algunos ejemplos de cuestiones que es posible abordar es un Jardín Botánico, en el marco de una intervención de Educación para la Sostenibilidad. Intervención que puede completarse con preguntas que, paseando por un espacio de estas características, facilitan e inspiran reflexiones profundas. ¿Cuál es el modelo de vida que hemos adoptado que justifica la destrucción de ecosistemas y entornos naturales en nombre del desarrollo? ¿Qué tipo de vida llevamos que nos hace generar tantos residuos? ¿Para qué necesitamos tanta energía? Proponemos una reflexión que se articule a través del conocimiento y de la capacitación, a través de la educación, sin olvidar el potencial que tenemos como personas. Necesitamos un compromiso desde las instituciones que combinan ciencia y educación, que ayude a canalizar la preocupación de la ciudadanía hacia un compromiso firme y fundamentado. Que nos ayude a una revisión honesta de nuestras propias contradicciones desde la perspectiva según la cual el privilegio del conocimiento lleva asociada la responsabilidad de la acción.