Joventut i Planeta: jóvenes artistas ante la emergencia climática
El 24 de noviembre, el Jardí Botànic de la Universitat de València se convirtió en el escenario de una acción artística que buscaba sensibilizar sobre la crisis climática global y destacar la responsabilidad de las nuevas generaciones de los países desarrollados frente a esta crisis. Esta iniciativa, promovida por la promotora LAEX, tomó forma a través del proyecto Joventut i Planeta, que integró varias disciplinas artísticas como teatro, performance, poesía, fotografía, escultura y moda, en seis espacios del jardín. Explorando temas como el cambio climático o los Objetivos de Desarrollo Sostenible, artistas destacados como La Canadiense, Carlos Baixauli, Elsa Moreno, Ginebra Cots, Leo Pum y Marco Ferreira, así como diseñadoras de moda como Lola Conesa, Elisa Molina y Calabrese, ofrecieron una visión crítica y provocadora sobre las relaciones entre el ser humano y la naturaleza. Un proyecto que demuestra el poder del arte como herramienta de concienciación y transformación en la sociedad contemporánea.
En el Jardí Botànic de la Universitat de València realizamos, el pasado 24 de noviembre, una acción artística que queremos vincular con la responsabilidad del contexto en el que nos encontramos situadas las nuevas sociedades de los países desarrollados, un contexto en el cual el planeta está en una situación crítica y de urgencia, en un camino hacia el colapso. Y es que, siguiendo esta línea, una gran variedad de instituciones internacionales ha desarrollado un conjunto de estrategias para hacer frente a la amenaza del cambio planetario, algunas más cuestionables que otros, influenciadas por políticas, cambios de gobiernos y, sobre todo, los sistemas económicos que trabajan por la autosupervivencia de los más fuertes, influenciando el todo de las herramientas de mitigación del cambio climático.
Ante esta situación, nace la urgencia de organizarnos para divulgar y ver las posibilidades de explorar el conjunto de canales de comunicación de las nuevas generaciones utilizando espacios institucionales como mesa de debate para problemas del presente. Y bajo estos paraguas, desde la joven promotora de LAEX, decidimos lanzar Joventut i Planeta, un proyecto fundamentado en el diálogo entre el arte y el medio ambiente.
Quienes somos LA EX?
LAEX es una promotora valenciana que nace al 2022, con la intención de crear una rica programación de artistas locales para evitar la emigración de los jóvenes valencianos a otras ciudades por la falta de movimiento artístico en el territorio. De este modo, tratamos de acercar a la nueva generación a espacios poco convencionales para aumentar la creación y el consumo cultural. LAEX busca generar sinergias entre los artistas que programa, ampliando de este modo las capacidades creativas y sociales. Producir y coordinar un movimiento juvenil que siga, cree y consuma cultura valenciana con unos valores sociales, ambientales y accesibles, es el principal objetivo de la promotora.
En el caso de Joventut i Planeta, fue una acción que pretendía conjuntar diferentes disciplinas artísticas en el Jardí Botànic, a partir de un recorrido de seis espacios ubicados al jardín exterior. Las actividades planteadas en cada una de las disciplinas se configuraron a través de grupos de trabajos dirigidos hacia la misma dirección: la creación de seis acciones artísticas fundamentadas en un único relato fresco, potente y provocador. Estas postas estuvieron construidas por la creación de seis artistas y todas ellas compartieron un mismo hilo compuesto por la reflexión sobre el cambio climático, la solución mundial de los ODS y la necesidad del desarrollo sostenible. En definitiva, una acción para dejar constancia de que la urgencia climática es una evidencia y el planeta necesita una respuesta sólida.
Cómo desarrollamos el proyecto?
Para articular una estructura conceptual en este proceso de divulgación, desde el equipo curatorial se definirían las principales patas argumentarías del proyecto, bajo el que todas las propuestas deberían de construir su marco de acción. La primera de todas hacía referencia a los Objetivos de los Desarrollo Sostenible (ODS), sucesores de los Objetivos del Milenio (ODM), los cuales han sido una de las herramientas más resonadas por las políticas mundiales, sobre todo las europeas. De este modo se pidió a cada uno de los artistas convocados para la ocasión que relacionaron su obra con uno de los 17 objetivos, tanto de manera directa como indirecta.
En segundo lugar, se enmarcó todo el conjunto de discursos dentro del marco del informe elaborado por el grupo III del IPCC, en el Sexto Informe Intergubernamental del Cambio Climático, en lo referente a las diferentes soluciones de mitigación de la emergencia planetaria, basadas en las experiencias previas y analizando las expectativas para el futuro. En este informe se plantean procesos de integración entre los medios físicos y sociales para poder llevar a cabo las acciones de mitigación (entornos, sociedades, políticas, tecnologías…) y los objetivos establecidos de la política climática.
Así, la mitigación ha estado clave para la narrativa del programa de trabajo, dado que lo entendemos como una herramienta para el futuro, con la que las nuevas generaciones hacemos frente al cambio climático, con cierto optimismo y valentía y la postura de enfrentarnos a las nuevas necesidades planetarias, tal y como decía Max Aub, teniendo “nostalgia de futuro”, haciendo referencia a una expectativa difícil pero imprescindible de conseguir.
Por último, se introduce el pensamiento decolonial y de privilegio, partiendo en su construcción desde un punto donde tenemos que estar agradecidos de la capacidad de producir obras artísticas en ambientes urbanos, donde cada día es más complicado expresar críticas vestidas de producciones artísticas, con una tentativa clara de generar espacios. Espacios seguros, democráticos y estructurados, con la capacidad de ser puntos de contingencia a las adversidades de los años próximos.
Detrás de la mayoría de las herramientas para hacer frente al cambio climático, se encuentra un planteamiento basado al estructurar el desarrollo sostenible, la igualdad de género y la justicia alimentaria, donde hay un gran marco de investigación marcado por el crecimiento de las economías globales. Un crecimiento no horizontal, donde los recursos no se prestan equitativos al conjunto de las sociedades del planeta. En yuxtaposición, ninguna de estas herramientas plantea un trabajo sobre el decrecimiento demográfico, y de explotación de los recursos naturales, tal y como apunta La Canadiense en la propuesta dramatizada llevada al Botànic bajo el nombre de 2030.
Para llevar a la práctica las ideas expuestas, la promotora tuvo que estructurar un equipo de jóvenes con capacidad de llevar una mediación efectiva entre los artistas y la institución, respetando los requisitos mínimos impuestos por los dos lados. De este modo, se estudiaron las capacidades de producción del Jardín, para intentar que con los mínimo recursos, la propuesta lograra las expectativas.
Además, este acontecimiento presentaba una mayor complejidad, que venía de la gran cantidad de peso informativo y teórico que el proyecto cargaba sobre él. Así que la comunicación tanto interna como externa debía de ser perfecta y todos los detalles tenían que quedar claros, y mostrar una idea compacta de la muestra. De este modo se llevó a cabo un plan comunicativo exhaustivo para cohesionar la propuesta, dando peso a las actividades artísticas y la ocupación del Jardí Botànic.
¿Qué pasó el 24 de noviembre?
Con esta línea, el Jardí Botànic era el lugar perfecto para albergar una propuesta de divulgación científica-social con el arte como principal canal de comunicación. Pretendíamos utilizar uno de los principales pulmones verdes de nuestra ciudad para dibujar una propuesta sobre el lienzo de la belleza y exotismo de biodiversidad, conservación y divulgación vegetal que aportaba este espacio, con la voluntad de que esta intervención tan solo fuera el principio de una cocina en construcción. Además, hacer una revisión sobre el cambio climático y los posibles escenarios en un espacio reinado por la anarquía vegetal aporta un punto de riqueza al concepto artístico de la obra. Un cuerpo vivo sésil que aporta una gran cantidad de información e historia en su vida.
Así pues, se llevó a la práctica la idea y se conjuntaron seis disciplinas artísticas a partir de un recorrido diseñado con mucho detalle en seis espacios ubicados al jardín exterior del Botànic. Generamos una propuesta de itinerario libre en el que de forma continua se realizaban todas las actividades, de forma que se podía acceder a cualquier de ellas sin ninguna orden de visita. La propuesta planteaba que en cada punto artístico hubiera un grupo de trabajo, compuesto por una representación del equipo de producción, los curadores, y el artista, quien empleaba las metodologías pertinentes de su práctica.
En este sentido, nos configuró una programación con diferentes propuestas que partieron del mismo punto, momento y espacio. La realización de este proyecto presentaba una brillantez única que venía dada por la subjetividad artística, social y política de cada uno de los y las artistas seleccionados, influenciados directamente por su práctica. Y en ella se vio que al unir todas estas disciplinas en un mismo canal se incrementaba el peso de divulgación del proyecto. En definitiva, nos propusieron abrir la acción Joventut i Planeta como una ventana de investigación y divulgación por parte de un conjunto de artistas donde no solo se plantearían lo que se tiene que hacer, si no también su proceso y el porqué de las cosas.
Un Jardín y seis disciplinas artísticas
Una vez definido el proyecto se seleccionaron los artistas, usando un criterio fundamentado en la coherencia y capacidad artística de su producción con la narrativa del proyecto. En la disciplina de teatro, fue seleccionado el proyecto de La Canadiense, una compañía que se planteaba: ¿Cómo podemos ayudar en nuestras comunidades? ¿Cuál es nuestra capacidad real de acción? ¿Y la de nuestros gobernantes? Teniendo una mirada crítica y activadora, desde la base, de la crisis del presente. Se trataba así de una compañía de teatro político, y su propuesta estaba insertada en el marco actual de la crisis climática, energética y alimentaria que se va pronosticando, invitándonos a reflexionar alrededor de nuestro papel frente a los nuevos escenarios. Como jugar con una transición equitativa hacia un sistema menos depredador de la naturaleza. Presentaron un fragmento de su nueva producción 2030, que recientemente presentaron en el Teatro Musical de València, haciendo tres Sold Out. Esta misma pieza se volverá a representar en la ciudad de València el mes de mayo del 2024.
En el campo de la film performance Carlos Baixauli nos presentó diferentes técnicas del cine experimental, trabajando paralelamente con los rayogramas de Man Ray o las intervenciones químicas sobre el negativo de Dabeb Martos, al que sumó el uso del tretaproyector de Vale Omar, que permite superponer 4 partes de una imagen sobre la misma pantalla, generando una sensación ilusoria del movimiento. Presentó imágenes pertenecientes al esqueleto vegetal de algunas plantas y hojas, para hacer una reflexión crítica sobre las consecuencias de la alteración antropogénica al medio natural, y con la pretensión de devolverle una segunda vida al material vegetal sumergido en un océano de uranio radiactivo.
En cuanto a la poesía, Elsa Moreno, joven y trabajada poetisa transdisciplinar de València, nos trajo su obra centrada en la revisión del mito romántico con una mirada crítica, encaminada a abrir nuevos modelos afectivos que partan de la libertad y las curas. La deconstrucción del amor romántico es un paso necesario para lograr la plena igualdad de género reflejada y defendida en los ODS, puesto que el amor romántico descansa sobre la tradición heteropatriarcal.
Por su parte, la fotografía vino de la joven Ginebra Cots, quién nos mostró la representación del eterno discurso sobre la dualidad de la vida y muerte relacionada con la que existe en la fotografía analógica, revelado y negativo. Relatada a través de una serie de fotografías y fotogramas que se refieren a cada uno de los cuatro elementos de la naturaleza. La vida hace referencia al revelado, pulido y limpio. La muerte es la oscuridad y abstracción del negativo. Con el collage expuesto el artista pretendía reflejar la no linealidad del proceso de pasar de la una a la otra, primero se tienen que experimentar muchos procesos naturales y químicos. La primera línea horizontal habla de la vida, el revelado, lo vive. En la segunda recta empieza esta transformación, las rendijas de vida terrestre y submarina se intoxican en productos químicos, concretamente en lejía. Mientras que en la tercera se abrasan y queman. Estas etapas simbolizaban las degradaciones que sufre nuestro planeta; la intoxicación de las aguas, la pérdida de vegetación y la concentración de gases de efecto invernadero que provoca el aumento general de las temperaturas. Finalizando con la última recta; la civilización como una contraposición a la naturaleza. La polución arrastra los elementos naturales a la inevitable muerte. Todavía quedaba luz pero no color.
En escultura, fueron Leo Pum y Marco Ferreira los que realizaron una instalación site-specific inmersiva donde se pretendía mostrar, desde una perspectiva no humana, el propio ecosistema del Botànic. Mediante una máquina de humo e iluminación (luz roja) sobre la diversa flora del Botànic, Leo mostró, partiendo de una mirada postnatural, aquello no perceptible por los humanos. De este modo se generó una visión no antropocéntrica de los ecosistemas ayudando a sensibilizar y comprender las visiones de otros seres vivos o animales que habitan los entornos que nos rodean. Una nueva manera de comprender la experiencia del Jardí Botànic de la Universitat de València, concienciando sobre la necesidad de conservación de la naturaleza desde nuevos puntos de vista más emocionales para quienes el visita.
Por último, en moda se presentaron tres propuestas diferentes, basadas en el uso circular de los textiles empleados para la manufactura de las colecciones y apoyándose en el consumo y el diseño sostenible de piezas. De este modo, se realizaron tres desfiles de moda de tres diseñadoras emergentes de la ciudad: Lola Conesa, Elisa Molina y Calabrese, acompañadas de David Chacón (Bleu), disc-jockey encargado de generar una atmósfera sonora alrededor de la propuesta de cada una de ellas.
Este es solo una compilación de todo el que supuso el proyecto Joventut i Planeta realizado por LAEX en el Jardí Botànic de la Universitat de València. Un camino de acción que esperamos que tenga continuidad. De momento, abrimos con este artículo un hilo que nos llevará a publicar en espores las diferentes entrevistas que realizamos en los artistas participantes por lo tanto de saber más de ellos y ellas y de sus propuestas llevadas al Jardí Botànic. La divulgación científica, social y cultural es una práctica obligatoria que tiene que ser impulsada también por las jóvenes generaciones, y abrir las puertas de las instituciones para hacer eco de estas urgencias es un proceso clave para el cambio.
Agradecimientos
Desde la organización de LAEX queremos agradecer a la administración del Jardí Botànic, en especial al Departamento de Cultura y Comunicación, para hacer posible esta propuesta. Por otro lado, agradecer también al Vicerrectorado de Cultura de La Universitat de València, principal patrocinador del proyecto.
En cuanto al equipo de trabajo, queremos hacer una mención especial al equipo humano que trabajó muchísimo desde días previos al acontecimiento, como son las dos auxiliares de producción Carlota Lopez y Ángela Vélez, y a las amigas de d’Matinada, las que hicieron un excelente trabajo con la imagen creativa del proyecto. Además, también destacamos al equipo de producción, encabezado por Guillem Magraner y Fèlix Sánchez, que trabajaron de una manera excelente durante los meses previos al acontecimiento, muestra de esto, la perfecta ejecución de la jornada. Y por último, a Elvira Martínez por la coordinación y dirección del plan de comunicación.