Reservas de la Biosfera, espacios de conciliación entre personas y naturaleza
El Jardí Botànic de la Universitat de València comienza un nuevo trabajo en una de las dos únicas Reservas de la Biosfera de la Comunidad Valenciana, la del el Alto Turia. Un espacio donde, como en otras Reservas, se tienen que promover soluciones locales e innovadoras para conservar la biodiversidad, preservar los ecosistemas y hacer frente al cambio climático, a la vez que se promueve el desarrollo económico. Caminad con nosotros por el río Turia entre pinos, orquídeas, sapos y mirlos acuáticos, mientras repasamos las características de estos lugares tan especiales y descubrimos cuál es el papel del Botànic en esta Reserva de la Biosfera en concreto.
Imaginas que un paseo por una Reserva de la Biosfera es como cualquier otro? Tal vez sí, pero detrás un espacio como este hay tareas muy importantes de conservación para que mantenga sus características naturales lo mejor posible. Y un trabajo así es el que liderará un equipo del Jardí Botànic de la Universitat de València, fruto de la subvención recibida al proyecto presentado a la convocatoria de la Consellería de Medio Ambiente, Agua, Infraestructuras y Territorio para optar a ayudas destinadas a la aplicación de medidas de conservación de la biodiversidad en las Reservas de la Biosfera de la Comunidad Valenciana. Ayudas financiadas dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno de España con los fondos Next Generation EU (Mecanismo para la Recuperación y Resiliencia).
Pero, antes de adentrarnos en la materia del proyecto, haremos un recorrido por sus diferentes tramos, todos ellos relacionados con esta red de áreas de conciliación con la naturaleza. En el primero, abordaremos las cuestiones principales de una Reserva de la Biosfera, qué requisitos reúne un espacio para merecer esta figura y como se distribuyen por el mundo. A continuación, pondremos en el centro la Reserva de la Biosfera del Alto Turia, paraje protagonista de nuestro proyecto. Y ya el último tramo es el que nos permitirá conectar los dos primeros y presentaros, con mucha ilusión, el proyecto del Jardí Botànic hacia la Reserva de la Biosfera del Alto Turia.
Qué son las Reservas de la Biosfera?
Las Reservas de la Biosfera conforman una red dinámica e interactiva de espacios de excelencia mundial donde se establece una relación armoniosa entre personas y naturaleza. Esta red surge a partir del Programa de la UNESCO sobre el Hombre y la Biosfera (MAB, por sus siglas en inglés), un programa intergubernamental que combina ciencias naturales y sociales para mejorar los medios de subsistencia de las personas al mismo tiempo que se preservan los ecosistemas naturales. Así pues, la misión de cada Reserva de la Biosfera es promover soluciones locales innovadoras para conservar la biodiversidad, preservar los ecosistemas y hacer frente al cambio climático, a la vez que se promueve el desarrollo económico con un enfoque respetuoso con la cultura y la naturaleza.
Y os preguntaréis: qué diferencia una Reserva de la Biosfera de cualquier otro espacio protegido? Pues, a pesar de que convergen en algunos aspectos, cada figura tiene su cometido. Por un lado, los espacios naturales protegidos son aquellas zonas dedicadas esencialmente a la conservación de la naturaleza, por su valor natural incalculable, y que se encuentran, por lo tanto, sujetas a un régimen jurídico especial de protección. Por otro lado, las Reservas de la Biosfera se definen como “laboratorios” de aprendizaje para el desarrollo sostenible, mediante el intercambio de experiencias con otras redes de enfoques similares, y presentan un componente de gestión basada en la combinación de los conocimientos tradicionales y la investigación científica.
Qué piezas son necesarias para componer una Reserva de la Biosfera?
Las Reservas de la Biosfera deben cumplir tres funciones básicas, equivalentes y complementarias: conservación, desarrollo y apoyo logístico. La función de conservación se centra en los paisajes, los ecosistemas, las especies y la diversidad genética. La de desarrollo vela para lograr un futuro económico y social sostenible, además de apoyar la diversidad cultural. Y la función de apoyo logístico, procura la transformación del territorio a través de la promoción de proyectos modelo, el fomento de la educación, la investigación y la monitorización, junto con el intercambio de experiencias y conocimientos, tanto a escala local como escala nacional y global.
Además, no podemos olvidar que las Reservas de la Biosfera configuran territorios estructurados y organizados. Así, cada reserva tiene que contener tres zonas: la zona núcleo, dedicada plenamente a la protección de la biodiversidad y donde el objetivo es proporcionar información sobre procesos y funciones de los ecosistemas; la zona tampón, circundando y contigua en la zona núcleo, que cumple la función de amortiguar el impacto de las actividades humanas sobre la última y su objetivo es permitir el desarrollo de técnicas de gestión compatibles con la continuidad de los ecosistemas y su biodiversidad; y la zona de transición, en la cual encontramos los asentamientos humanos, y donde el objetivo es ayudar e impulsar en las comunidades locales para usar sistemas socioeconómicos sostenibles.
En este sentido, antes de iniciar el proceso de preparación de una candidatura para una nueva Reserva de la Biosfera, se tienen que tener en cuenta varios ítems relacionados con las especificidades del Programa MAB. Por ejemplo, se tiene que tener una visión local y contar con el apoyo vecinal, o dedo de otro modo, las comunidades locales tienen que formar parte activa de la reserva en todo el recorrido de la propuesta: desde decidir crearla y qué propósitos se quieren conseguir, hasta pensar en cómo integrarla en su vida cotidiana, como se beneficiarán de formar parte de esta red, o como contribuirán en última instancia a los objetivos del Programa MAB y la UNESCO.
En cuanto a la localización, una Reserva de la Biosfera tiene que ser representativa de su región biogeográfica y significativa para la biodiversidad, dos factores clave para que la UNESCO determine su designación. De este modo, la red mundial de Reservas de la Biosfera asegura la integración de todas las regiones biogeográficas del mundo y garantiza que estas zonas tienen relevancia ambiental debido a la biodiversidad que acogen. Otro ítem importante es la estructura de gobernanza, la cual tiene que basarse en la integridad y equidad entre las distintas partes interesadas (autoridades gubernamentales, organizaciones no gubernamentales, empresas, universidades, etc.), además de garantizar la participación de todas las partes en los procesos de toma de decisiones.
Pero no menos importante es la financiación, pieza indispensable para implementar de forma eficaz el desarrollo sostenible en las Reservas de la Biosfera. El más recomendable seria identificar las ayudas antes del proceso de nominación, que estas provengan de varias fuentes y que garanticen un presupuesto básico efectivo a largo plazo. Además, también se puede contar con ayudas complementarias procedentes de partes interesadas participantes, tasas turísticas, marketing, socios locales e internacionales, apoyo gubernamental o fuentes internacionales.
Tampoco podemos descuidar las necesidades de las diferentes partes interesadas, por lo cual la gestión tiene que tener en cuenta las tres funciones básicas de una Reserva de la Biosfera –conservación, desarrollo y apoyo logístico– las cuales tienen que estar equilibradas, puesto que el favorecimiento de una función en detrimento de las otras suele dar lugar a una reducción en el rendimiento y a un impacto desigual de las actividades de las Reservas.
Finalmente, no existen indicaciones globales en cuanto a la dimensión de una Reserva de la Biosfera, mientras puedan cumplirse las tres funciones antes mencionadas. Esta flexibilidad respecto al área de ocupación abre la posibilidad de solicitar una candidatura en cualquier lugar del mundo, considerando diferentes condiciones ambientales, políticas y geográficas. El conjunto de todas estas consideraciones nos ayudará a determinar si es oportuno empezar el proceso de candidatura para la nominación de una nueva reserva.
Si nos fijamos en la distribución global de las Reservas de la Biosfera, se han designado, desde el establecimiento del Programa MAB, a principios de los años setenta, un total de 748 Reservas de la Biosfera en 134 países, de entre las cuales 23 corresponden en territorios transfronterizos. En España, las Reservas de la Biosfera se encuentran representadas por la Red Española de Reservas de la Biosfera (RERB), con la Organismo Autónomo Parcas Nacionales (OAPN) asumiendo el cumplimiento de sus funciones. El número de Reservas de la Biosfera logró la cifra de 53 al 2021, las cuales se encuentran distribuidas por 16 de las 17 comunidades autónomas (cuatro de ellas son transfronterizas, tres con Portugal y una intercontinental con Marruecos).
La Reserva de la Biosfera del Alto Turia
Actualmente, en la Comunidad Valenciana se han designado dos Reservas de la Biosfera: la del Alto Turia y la del Valle del Cabriel. Nuestro proyecto se encargará de la primera, también llamada RBAT. Situada en la región biogeográfica mediterránea, concretamente entre las provincias de Valencia y Cuenca, se extiende por las comarcas de los Serranos y el Rincón de Ademuz. La forman los términos municipales de 8 municipios, todos ellos unidos por el primer tramo del río Turia: Casas Altas y Casas Bajas, al Rincón de Ademuz; Santa Cruz de Moya, a la Serrania de Cuenca; Aras de los Olmos, Titaguas, Benagéber, Tuéjar y Chelva, a los Serranos; en orden según el recorrido descendente del Turia. En cuanto a sus dimensiones, comprende 67.079 hectáreas del territorio y una población total de 4.200 habitantes permanentes (6,2 habitantes por km²), donde algunos de los municipios constituyentes no superan los 500 habitantes.
La zona de la RBAT es de un marcado carácter mediterráneo, con veranos calurosos y secos. Los paisajes son varios, pasando por montañas, formaciones rocosas variadas, ambientes fluviales o lagunas. Entre algunas de las especies vegetales arbóreas o arbustivas más abundantes encontramos pinos (Pinus halepensis, P. nigra, P. pinaster, P. sylvestris), quercínies (Quercus ilex subsp. rotundifolia, Q. coccifera, Q. faginea, Q. pyrenaica), sabinas (Juniperus phoenicea, J. thurifera, J. sabina) o ginebras (Juniperus communis, J. oxycedrus), entre otras muchas plantas vasculares. Y en cuanto a la diversidad vegetal que acoge la Reserva, las plantas más importantes son aquellas incluidas en la lista del Catálogo Valenciano de Especies de Flora Amenazadas; por su singularidad, rareza y grado de amenaza. De esta lista, 35 plantas vasculares son presentes a la RBAT.
Entre ellas encontramos orquídeas (Himantoglossum hircinum, Ophrys castellana, etc.), plantas rupícolas (Saxifraga longifolia), bulbosas (Narcissus bulbocodium, Crocus nevadensis, etc.), acuáticas (Anagallis tenella), plantas adaptadas a diferentes condiciones edáficas como el sustrato de gres rojo -rodeno- (Erica cinerea, Asplenium foreziense, etc.) o de tiza (Campanula fastigiata, Gypsophila bermejoi, etc.) y otras plantas singulares con diferentes tipos de ecología (Aster willkommii, Malva aegyptia, Silene otites). Hay que destacar que algunas de estas plantas protegidas representan la única población de la especie en el territorio valenciano, como es el caso del brezo rojo (Erica cinerea) y el narciso bulbocodi (Narcissus bulbocodium). Y si nos focalizamos en las especies animales, en la zona de la RBAT encontramos, entre otros muchos, organismos de macrofauna simbólica como aves esteparias, liebres ibéricas (Lepus granatensis), conejos europeos (Oryctolagus cuniculus), mirlos acuáticos (Cinclus cinclus) y sapos comadrones (Alytes obstetricans), así como dos especies endémicas de pescados de agua dulce: el barbo colirrojo (Barbus haasi) y la madrilla bagra (Squalius valentinus).
En el espacio natural se practican varios deportes como senderismo, cicloturismo, excursiones a caballo, escalada, espeleología, ràfting, pesca deportiva, y actividades acuáticas y de observación astronómica. Por otro lado, en este paraje se elaboran productos artesanales de alta calidad como mieles, vinos, aceites y embutidos. Igualmente, la RBAT alberga pinturas de arte rupestre integradas en el arco mediterráneo declarado patrimonio mundial por la UNESCO. Otras visitas culturales destacadas contemplan el acueducto romano de Peña Cortada y el yacimiento neolítico del abrigo del Tío Escribano. En cualquier caso, el recorrido por los pueblos permite adentrarnos en momentos recónditos de la historia y viajar a la época de los romanos, árabes y judíos.
El papel del Jardí Botànic en el proyecto
El proyecto liderado por el Jardín lleva por título “Inventario de la flora de la Reserva de la Biosfera del Alto Turia como recurso científico, divulgativo y de gestión”. El motivo de un proyecto como este radica en el hecho que un inventario florístico es el requisito primero e imprescindible para abordar cualquier trabajo de conservación y restauración de flora autóctona. Así mismo, el territorio valenciano en general, y la zona de la RBAT en particular, están muy humanizados, aunque mantienen espacios muy conservados. Si además consideramos los nuevos escenarios que plantea el cambio climático, es fundamental conocer las plantas y su distribución para hacer seguimientos de las diferentes especies, sobre todo de las más sensibles a los cambios ambientales, y más amenazadas de extinción.
Por todo esto, en este proyecto haremos una revisión crítica y actualizaremos el catálogo florístico de la RBAT, con el objetivo de presentar una herramienta para facilitar la conservación, la gestión y la difusión de sus valores naturales. La primera acción para lograr este objetivo es la revisión, tanto de la información de bases de datos como de publicaciones científicas, libros y obras históricas. Simultáneamente, revisaremos las recolecciones botánicas realizadas en la RBAT, el material vegetal de las cuales se encuentra depositado en los principales herbarios españoles. La segunda acción será la exploración del territorio, priorizando el estudio de aquellas cuadrículas de 1 km de lado con pocas citas de flora, es decir, con menos de 50 especies. Todo este trabajo nos permitirá detectar áreas de especial importancia para la flora y generar una cartografía detallada de las especies protegidas. Además, podremos determinar las poblaciones que requieren censos y seguimiento, localizar las vías de entrada de flora alóctona con potencial invasor y proponer medidas para contener su avance, además de sugerir si hace falta la modificación de alguno de los límites de las diferentes zonas de la Reserva.
A pesar de que no solo nos centraremos en la materia de conservación, dado que el proyecto también contempla la formación en biodiversidad. Esto se llevará a cabo mediante actividades dirigidas tanto al personal de la Reserva o de los ayuntamientos, como al público en general; con el fin de implicar más personas en la gobernanza de la RBAT. Finalmente, uno de los productos clave del proyecto consistirá a ofrecer propuestas divulgativas: desde la sugerencia de itinerarios de interés botánico o futuras actuaciones de censos de plantas y polinizadores, con participación ciudadana, hasta la elaboración de material divulgativo en forma de publicaciones, paneles informativos y una guía florística de la RBAT.
Con todo ello, nos queda mucho trabajo delante: desde tareas con las cuales estamos más familiarizados, hasta otros que son más nuevas para nuestro equipo. Pero, lo que es seguro, es que este proyecto comportará no solo una labor necesaria a la vez que aprovechable e interesante, sino también una experiencia enriquecedora tanto en el ámbito profesional como personal para las personas que viven en la Reserva de la Biosfera del Alto Turia y las que trabajamos en el Jardí Botànic de la Universitat de València.