Botánico del mes: Dani Ballesteros
Des de muy temprano se interesó por la conservación de la naturaleza, desarrolló su tesis doctoral en el Jardí Botànic de la Universitat de València y ha trabajado en seis centros de investigación de cinco países diferentes. Dani Ballesteros, especialista en conservación de recursos fitogenéticos i investigador en el Royal Botanic Gardens de Kew (Reino Unido) es nuestro botánico del mes.
¿Qué te atrajo de la botánica?
Los bosques cerrados y su ambiente fresco y misterioso. En tercero de BUP tuve un profesor que nos hizo hacer un trabajo de botánica, donde tuvimos que informarnos acerca de los ecosistemas mediterráneos y sus especies. Me atrajeron mucho los bosques maduros de carrascas y la necesidad de su conservación debido a su recesión y la presión antropológica. El tema de la conservación de la naturaleza siempre ha estado ligado a mis intereses personales como aficionado a la montaña y scout. Más tarde, cursando biología en COU, siempre tuve predilección por los temas de fisiología y anatomía vegetal, predilección que continuó durante mis estudios en la carrera de biología. En la carrera es donde constaté que la biología de la conservación no era solo una afición, sino también una opción profesional y científica.
¿Nos podrías resumir tu trayectoria profesional?
Acabé la carrera de biología en 2001, colaborando con el Jardí Botànic de la Universitat de València en mi último curso. En el Jardí desarrollé el DEA y la tesis doctoral entre 2002 y 2007, donde adquirí también predilección por los helechos. Mi carrera postdoctoral se ha extendido durante más de 10 años, trabajando en seis centros de investigación alojados en cinc países diferentes a lo largo de tres continentes. Muchos de estos centros son referencia en mi campo de investigación. Desde 2015 trabajo en los Royal Botanic Gardens de Kew (Reino Unido) como investigador, donde espero consolidar mi carrera profesional con un trabajo fijo en un futuro (esperemos) no muy lejano.
¿En qué consiste tu trabajo?
Hago investigación básica sobre la tolerancia al desecado y las bajas temperaturas de diversos propágulos de las plantas. Además, investigo los mecanismos fundamentales de la longevidad de diverso germoplasma, desde las unicelulares esporas, hasta sistemas más complejos (por ejemplo, semillas). Toda mi investigación básica tiene una variante aplicada, tanto en el desarrollo de protocolos de criopreservación para plantas amenazadas, como en la mejora de los protocolos estándares actuales de almacenado de semillas. Mi investigación básica a menudo requiere del uso de técnicas biofísicas y estructurales, lo que me suele poner en contacto con otras disciplinas de la ciencia diferentes, pero muy interesantes.
Tu especialidad es la ciencia de la conservación de recursos fitogenéticos. ¿Qué te interesó de este campo de estudio?
En general me interesó la idea del arca de Noé pero para plantas. Me pareció genial que pudiéramos generar una “copia de seguridad” de las especies en peligro (o de las deseadas para su uso y consumo por parte de los humanos), para poder reponerlas en un futuro. Para esta tarea, existen protocolos y metodologías estándar (desecado y almacenado en congelador), usando semillas, esporas y polen como el material a conservar. Pero no todas las semillas o polen se pueden almacenar usando metodologías estándar (o no toleran el desecado, o el congelador, o ambas cosas), y no todos los materiales conservados sobreviven almacenados el largo tiempo deseado. Estos aspectos científicos de la conservación de recursos fitogenéticos me cautivaron. Y entre ellos, aquellos relacionados con cómo la estructura celular y tisular (en semillas, esporas, polen y otros tejidos) es esencial para la habilidad de sobrevivir el desecado y las bajas temperaturas de manera prolongada.
¿Estás orgulloso de haber participado en algún proyecto en especial?
Hay varios proyectos que me han hecho sentir orgulloso de mi trabajo, y es difícil elegir uno. En el Jardí Botànic, por ejemplo, contribuí a establecer y desarrollar el banco de esporas de helechos a lo largo de los años que trabajé allí y con los resultados de mi tesis doctoral. Los bancos de esporas de helechos conservan una parte importante, pero a menudo infravalorada, de la flora. No son muy habituales a nivel mundial y el Jardí puede presumir de tener uno de los pocos (y más antiguos) que existen. Gracias a los conocimientos adquiridos en este proyecto, y a investigaciones que vinieron después en otras instituciones, he podido ayudar a diversas instituciones a lo largo del planeta a desarrollar manuales de conservación de helechos y crear nuevos bancos de esporas. Es un orgullo para mi saber que con mi trabajo estoy promocionando y ayudando a la conservación de este bello grupo de plantas. También me siento muy orgulloso de mi trabajo sobre biofísica y biología estructural de semillas y esporas en relación a su tolerancia al desecado y longevidad. Es un trabajo complejo y único que, no sólo me da renombre a nivel científico en mi campo, sino que con los nuevos conocimientos adquiridos estoy contribuyendo a revisar y mejorar los protocolos de almacenado de semillas estándar que se utilizan globalmente.
Tu grupo de investigación…
Se localiza en Wakehurst Place, hogar del Millennium Seed Bank de los Jardines botánicos reales de Kew. Es el equipo de biología comparativa de semillas dentro del departamento de biología comparativa de plantas y hongos. El núcleo está formado Hugh W. Pritchard (líder y alma máter del grupo) y cuatro investigadores principales, entre los que me encuentro yo. A menudo tenemos estudiantes de máster y doctorado y por nuestro laboratorio pasan diversos visitantes y colaboradores internacionales. Mis colegas de equipo son expertas en diversos campos de la biología de semillas; por ejemplo, Louise Colville es experta en los aspectos bioquímicos de la longevidad de semillas, Anne Visscher es bióloga molecular y está interesada en cómo las semillas sobreviven el estrés extremo (por ejemplo en desiertos o el espacio exterior), y Charlotte Seal es una fisióloga y bioquímica interesada en los aspectos biológicos y ecológicos de la germinación de semillas. Yo complemento el grupo con mi experiencia en los aspectos estructurales de la longevidad de semillas y la criopreservación.
Cuéntanos en qué proyectos trabajas ahora mismo.
Trabajo principalmente en dos proyectos. Uno está relacionado con la criopreservación (conservación en nitrógeno líquido) de semillas de árboles que no se pueden almacenar en los bancos de semillas convencionales (es decir en estado seco y a -20°C). Estas semillas se conocen como “recalcitrantes” y pueden llegar a pertenecer a un tercio de la flora amenazada, o incluso la mitad de los árboles de bosques húmedos tropicales. Este proyecto es muy importante ya que por ejemplo los Quercus sp., que tanto nos son familiares en los bosques mediterráneos (carrascas, coscojas, robles, etc), tienen semillas recalcitrantes y actualmente no existe ninguna “copia de seguridad”, ni de las especies mediterráneas ni de ninguna de las 600 especies reconocidas mundialmente, a pesar de ser dominantes e imprescindibles en muchos ecosistemas y encontrarse recientemente amenazadas por algunos patógenos y actuaciones humanas. En este proyecto no sólo trabajo con semillas y sus embriones, sino también con polen. El otro proyecto está relacionado con la “arquitectura” de las células cuando se almacenan en seco, y como esta “arquitectura seca” celular condiciona los mecanismos de envejecimiento y muerte a lo largo del tiempo. Este proyecto me lleva a trabajar tanto con aspectos bioquímicos como con aspectos estructurales y biofísicos bastantes complejos. Afortunadamente cuento con una amplia red de colaboraciones que me ayudan en esta tarea.
¿Cómo piensas que ha cambiado tu trabajo con los años?
(nuevas tecnologías, procesos, especialidades, etc.) Mi trabajo ha evolucionado con los años de la simple descripción y medición fisiológica de un proceso (el envejecimiento del germoplasma), a la búsqueda de aproximaciones innovadoras y noveles para entender cómo un sólido biológico (o sea cómo una “roca” hecha de materia biológica, que es lo que viene a ser una semilla seca o almacenada en nitrógeno líquido) sobrevive o envejece con el paso del tiempo. Para ello he seguido dos vías. Primeramente, he adaptado aproximaciones y técnicas tradicionalmente conocidas en física de materiales o ingeniería, pero poco usadas en biología, como la calorimetría diferencial de barrido o el análisis dinámico mecánico. Y, en estos últimos años, me he beneficiado de los avances tecnológicos en distintos campos, como los informáticos y microscópicos que has hecho posible la microtomografía computarizada, o las técnicas de dispersión de neutrones que se consiguen en aceleradores de partículas. Lo bonito de la ciencia es que no es siempre igual, y debe adaptarse y rejuvenecerse.
¿Qué relación tienes con el Jardí Botànic UV?
Estuve en el Jardí desde 2000 hasta 2007, como estudiante en prácticas y becario de colaboración primero, y como investigador predoctoral después (Ana Ibars y Elena Estrelles fueron mis directoras y quienes me iniciaron en ciencia en el Jardí). Hice muy buenos amigo/as y colegas allí, con algunos de los cuales aún tengo contacto a través de email esporádicos o de mensajes de WhatsApp. Guardo mucho cariño del Jardí y sus gentes.
¿Has conocido personas interesantes gracias a tu trabajo?
Gracias a mi trabajo he viajado mucho y vivido en sitios culturalmente muy diferentes, lo que te da pie a conocer gente anónima muy interesante y hacer buenos amigos en múltiples lugares. Además, he tenido el honor de trabajar y convertirme en amigo de algunos de los científicos que han marcado los principales puntos de inflexión en la investigación referente a mi especialidad. En eventos de recaudación de fondos en EEUU y en Kew, he conocido y hablado de mi trabajo con algunos presentadores de TV, políticos, famosillos y ricachones. No estuve en Wakehurst el día que nos visitó nuestro patrón, el príncipe Carlos de Inglaterra.
¿Piensas que tu trabajo te permite aprender sobre temas no relacionados con la botánica?
Pon algún ejemplo. Si. Yo soy biólogo y botánico de formación, pero mi trabajo científico en conservación de semillas y demás germoplasma me ha hecho moverme hacia campos más relacionados con la física y la ingeniería mecánica. He tenido que aprender mucho en estos campos, y sobre todo relacionarme con expertos que me han ayudado (y ayudan) a aplicar técnicas no habituales en la botánica y a entender algunos temas muy complejos. Mi trabajo también me ha permitido aprender acerca de política (de la conservación de biodiversidad), y sobre aspectos culturales de muchos países y gentes.
¿Qué importancia tiene la divulgación? En el caso de la briología, por ejemplo, ¿se le da suficiente cobertura?
Está ahora de moda el término de “plant blindness” para indicar que la gente tiene una ceguera particular en cuanto a plantas se refiere. Quiere decir que, si en una foto de un bosque con cientos de especies de plantas hay un ciervo, la gente al ser preguntada te hablará del ciervo, pero en general nadie de los otros cientos de especies de plantas presentes. Dentro de las plantas, las algas, las briófitas y las pteridófitas, podrían ser consideradas como los puntos ciegos del mundo vegetal. Generalmente los medios hablan y nos fijamos en los árboles majestuosos y las bellas flores, pero no en los musgos que cubren los troncos, o los helechos que crecen entre las piedras. La divulgación científica, botánica, tiene un rol importante en esto, ya que debe potenciar estos grupos menos valorados pero ecológica y evolutivamente muy importantes.
¿Cómo valoras la situación laboral del sector?
Mala, muy mala. No voy a profundizar y enarbolar banderas, pero en mi opinión, en España, hay poco trabajo, promocionado generalmente a nivel interno, y mal pagado. Esto es aberrante para los muchos buenos científicos que se producen anualmente en España. Y ya no es que muchos acabemos emigrando por la falta de oportunidades buenas. Además, me da la sensación de que en España no se valora los científicos que se producen y se forman internacionalmente, sino a los que se quedan en “la casa” aguantando el chaparrón. Es bastante contrastante que encuentres múltiples ofertas, e incluso se peleen por ti, en países de arraigada tradición científica como EEUU, Reino Unido o Alemania, mientras que las oportunidades laborales apenas afloran en tu país de origen y si lo hacen, es en un secretismo absoluto o con requerimientos administrativos difíciles de afrontar. Quizá es un tema debido a la falta de inversión en ciencia a nivel general en España, pero también creo que es un tema de tradición, cultura y organización de universidades e institutos de investigación.
¿Te consideras discípulo de algún botánico o botánica en especial?
Tengo la fortuna que algunas de las personas referentes en mi campo sean también mis mentores y amigos, como Christina Walters, Hugh Pritchard o Valerie Pence. En el ámbito profesional internacional se me considera discípulo de Christina Walters por las aproximaciones experimentales que utilizo.
¿Qué época de la botánica te hubiera gustado vivir y por qué?
Quizá la época Victoriana en Reino Unido. Una época que generó grandes avances científicos, como la teoría del origen de las especies de Darwin. Fue una época de grandes expediciones y descubrimientos botánicos, con jardines botánicos como Kew o el Jardí Botànic de València como referentes y promotores de la Botánica. Una época donde se profesionalizó el hecho de ser científico, y donde existía una gran pasión por la horticultura y en particular por los helechos.
¿Qué herramientas necesitas para tu trabajo?
Básicamente, un laboratorio de cultivo in vitro y cámaras de crecimiento controlado de plantas, equipo fisicoquímico especializado (por ej. calorímetro diferencial de barrido, analizador dinámico mecánico), acceso a crio-microscopía, un ordenador, y buenas colecciones de semillas, polen y esporas.
Imagina que tienes tanto presupuesto como quieres. ¿Cómo sería entonces tu trabajo? ¿Qué cosas mejorarías?
Hace poco tuve que elaborar un presupuesto para un hipotético biobanco y centro de investigación en crio-biotecnología en Reino Unido, y nos dijeron que no escatimáramos en recursos. El presupuesto para cinco años ascendía a unos cuatro millones de euros, y básicamente incluía todo lo que necesitaba para mejorar mis actuales condiciones de trabajo: un contrato fijo con un salario acorde a mi experiencia, un par de técnicos de laboratorio para ayudar en los experimentos y algún que otro miembro de staff especializado en el ramo, algún elemento nuevo de análisis, y un laboratorio dedicado. A esto yo le hubiese añadido que el hipotético centro de investigación fuese construido en la Comunidad Valenciana en vez de en el húmedo West Sussex. Con todo esto yo sería feliz, podría poner mi productividad al máximo y conservar ex situ un gran número de especies vegetales para las cuales no existe hoy en día ninguna “copia de seguridad” en bancos de germoplasma.
¿Eres alérgico a alguna planta? ¿Al polen?
Si, al polen de olivo y de las gramíneas.
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