Botánica del mes: Ana Juan
Desde muy pequeña tenía claro que quería vivir rodeada de la naturaleza. Le gustaba salir al campo y, sobre todo, conocer el nombre de cada planta y árbol. Esta pasión la llevó a estudiar y a dedicar su vida a la botánica. Profesora e investigadora en la Universidad de Alicante, Ana Juan es nuestra botánica del mes. ¿Queréis conocerla?
¿Por qué decidiste estudiar Botánica?
Durante mi niñez, vivía todos los veranos en una pequeña casa de campo llena de olivos y recuerdo con especial ilusión cada vez que me iba de excursión con mi hermano Isidro al monte que teníamos frente a la casa. Imagino que este contacto inicial con la naturaleza e ir de viajes junto a mi familia de camping por diferentes sierras de la península ibérica, me ayudó a saber que quería estudiar Biología. Me interesaba saber qué veía por las montañas, sierras y cualquier medio natural que visitaba. Mi elección final por la Botánica llegó en segundo de carrera, cuando el profesor Manuel B. Crespo me transmitió su pasión por las plantas, especialmente en las prácticas de identificación, lo que hizo que me decidiese por esta ciencia que, a lo largo del tiempo, se ha convertido en mi hobby y en mi trabajo. Aún recuerdo como, nada más acabar el examen práctico de visu de la asignatura de Botánica, me decidí a hablar con él para colaborar y así poder profundizar aún más en este apasionante mundo de las plantas.
¿Nos podrías resumir tu trayectoria profesional?
Cursé mis estudios de Biología durante los años 1989-1993, formando parte de la primera promoción de esta Licenciatura en la Universidad de Alicante. En tercero de carrera decidí, junto a mi profesor Manuel B. Crespo, el tema de mi tesis de licenciatura, que versó sobre la flora y vegetación de la Sierra del Cid ubicada en Petrel (Alicante). En el año 2002 defendí mi tesis doctoral sobre diferentes aspectos morfológicos, moleculares y reproductivos de la especie Medicago citrina, con el fin de establecer las bases de su conservación. Mi labor como docente se inició en el año 1998 como profesora asociada, pasando a contratada doctor en el 2007 y, finalmente, pude obtener por oposición la plaza de profesora titular de Botánica por la Universidad de Alicante en el año 2012.
Mi labor investigadora se inició con estudios tradicionales de flora y vegetación, lo que me ha permitido obtener un conocimiento básico de los principales grupos taxonómicos de la flora mediterránea. A raíz de la realización de mi tesis doctoral, mi abanico de labores de investigación se incrementó al poder introducirme en dos mundos bien diferentes entre sí, como son la biología molecular y la biología reproductiva, aspectos que compagino desde entonces en mis trabajos de investigación. La biología molecular y la aplicación de sus diferentes técnicas es uno de los pilares de mi investigación, lo que me ha llevado a la dirección de varias tesis doctorales, donde se abarcaban aspectos relacionados con la filogenia de géneros como Ornithogalum, Daucus, Sarcocornia y Tamarix, o estudios sobre la variabilidad genética poblacional de plantas mediterráneas (Helianthemum caput-felis, Tamarix) o tropicales (Vriesea incurvata). Además, quiero destacar mi interés en el uso de herramientas genéticas en la conservación de especies endémicas, hoy en día prácticamente imprescindibles, ya que este tipo de datos puede resultar crucial para el correcto manejo de estas especies en su entorno natural o fuera de él. No obstante, hay que seguir aprendiendo y, estudiar algunos de estos grupos de plantas o ambientes desde otros puntos de vista, ha sido un nuevo reto en mi vida investigadora, con la dirección de trabajos más ecológicos, donde se ha analizado la estructura funcional de la vegetación de ambientes salinos.
Todas estas tareas de investigación siempre están compaginadas con visitas a diferentes herbarios nacionales e internacionales y salidas de campo para la recolección y reconocimiento de las plantas en sus hábitats, pues estar conectada con el medio natural sigue siendo una de mis tareas favoritas. La verdad es que a raíz de los diferentes proyectos de investigación en los que he participado y las tesis dirigidas, he tenido la enorme suerte de poder realizar campañas de campo no solo por la península ibérica, sino también por diferentes países de la cuenca del Mediterráneo, así como por territorios mucho más alejados, como Australia, sur de África y México.
¿En qué consiste tu trabajo?
Mi día a día no es tan emocionante como pueda imaginarse, puesto que la burocracia está cada día más y más presente. Como docente, me preparo la clase a impartir ese día, repasando las imágenes a proyectar, actualizándolas conforme aparecen nuevos datos. Creo que estar actualizada tanto en metodologías docentes como en los contenidos de las asignaturas a impartir es una labor imprescindible para cualquier docente y ello implica dedicar un tiempo a la asistencia de cursos y a la lectura de nuevas publicaciones que puedan aportar datos de interés al tema que se esté impartiendo. Asimismo, la organización del diseño de nuevas asignaturas también forma parte de nuestro trabajo, como está pasando en la actualidad en relación con la implantación del nuevo Máster Universitario en Conservación de la Biodiversidad y Restauración del Medio Marino y Terrestre por la Universidad de Alicante, que empezará a impartirse el próximo curso académico 2020-21. Además, las labores de investigación, en el seno del grupo de investigación Botánica y Conservación vegetal de la Universidad de Alicante, tienen su hueco en mi día a día, donde la dirección de una tesis doctoral sobre la genética poblacional de tarayales en el Mediterráneo Occidental toma, en la actualidad, la mayor parte del tiempo.
¿Recuerdas algún proyecto en especial?
Al poco de acabar la carrera, tuve la suerte de participar en el proyecto “Hábitat”, de carácter nacional, donde pude participar de numerosas salidas de campo tanto por la Comunidad Valenciana como por otras partes de la península ibérica. Gracias a ello, y junto a Manuel B. Crespo, pude aprender y reconocer flora de diferentes ambientes naturales (dunas, saladares, matorrales, bosques, roquedos, etc.), así como aprender a distinguir los diferentes tipos de vegetación de los que formaban parte. Recuerdo que salíamos al campo durante todo el año, lo que te obligaba a aprender a reconocer cualquier planta en cualquier momento del año. Fue un aprendizaje intenso y muy gratificante y que, desde luego, recomendaría a cualquier persona que quiera dedicarse a la Botánica. Además, me gustaría poder destacar mi colaboración en otro proyecto llamado “Biodiversidad y conservación en las islas de las Comunidades de Valencia y Murcia”, ya que gracias a este estudio se inició la delimitación de las actividades a realizar en mi tesis doctoral.
Cuéntanos en qué proyecto trabajas ahora mismo.
Ahora mismo, estoy trabajando en el análisis de la genética poblacional de los tarayales en el Mediterráneo Occidental, que forma parte de una tesis doctoral que estoy dirigiendo. Además, estoy colaborando con Celeste Pérez Bañón, especialista en polinización y sírfidos de la Universidad de Alicante, en el estudio de la biología reproductiva y polinización del cultivo del aguacate en el norte de Alicante.
¿Cómo ha cambiado tu trabajo con los años?
Desde los estudios iniciales de florística en el año 1995 al uso ya habitual de herramientas moleculares, la forma de abarcar el estudio de las plantas ha cambiado enormemente. Esto origina una adaptación y aprendizaje constante, que me ha permitido saber llevar a cabo diferentes técnicas de laboratorio como la secuenciación Sanger de ADN y el análisis de fragmentos (ej. AFLP, microsatélites), y su posterior análisis, con el fin de poder abarcar aquellas preguntas que se nos plantean a la hora de emprender un determinado estudio. Este aprendizaje lo inicié en el año 1999 en los laboratorios de los Royal Botanical Gardens de Kew (Reino Unido). Gracias a ello, y tras varias visitas a este centro, pude montar el laboratorio de Biología molecular que se usa en nuestro grupo de investigación Botánica y Conservación vegetal. En los últimos años, han aparecido nuevas técnicas de genómica de plantas, que permiten obtener una enorme cantidad de datos e incluso la posibilidad de secuenciar el genoma de especies vegetales. Su forma de análisis es totalmente diferente, pues nos adentramos en el mundo de la bioinformática. Este es el nuevo reto que tenemos entre las manos, entender, aprender y aplicar estas nuevas técnicas en los próximos trabajos de investigación.
Como profesora has visto pasar diversas generaciones de estudiantes. ¿Qué es lo importante, como docente?
Vamos a ser sinceros y aunque, en ocasiones, las clases pueden ser algo tediosas al tener que dar un temario concreto, hay que darles a conocer que estamos rodeados de plantas, que aparecen en cualquier sitio, desde nuestra cocina, a nuestra ropa, libros, cuadros y películas. Siempre que tengo ocasión tiendo a usar en mis clases ejemplos cercanos a ellos, para que vean y observen que lo que aprenden en clase, en ocasiones está más cerca de ellos de lo que creen. Además de las clases regladas en el seno de la Licenciatura o del Grado de Biología, he impartido clases teóricas y prácticas en cursos de extensión universitaria sobre flora alicantina en la Sede Universitaria de Biar, así como en la Universidad Permanente (UA), en este caso destinado para personas mayores de 50 años. Como docente, creo que es importante transmitir lo increíble que es el mundo de las plantas.
¿Has conocido a alguna persona especialmente interesante gracias a tu trabajo?
La verdad es que este trabajo te permite conocer a muchas personas interesantes, durante los congresos, las salidas de campo o las visitas a otros centros de investigación. Todas ellas han aportado algo especial en mi vida, ya sea de forma profesional o personal. Aunque es difícil seleccionar solo a una, me gustaría destacar al profesor Mark Chase, investigador de los Royal Botanic Gardens de Kew (Reino Unido), pionero de los estudios filogenéticos de las angiospermas, siendo miembro activo del grupo de investigación internacional denominado APG (Angiosperm Phylogenetic Group), que trabaja sobre la posición y ordenación filogenética de las plantas con flores.
¿Piensas que tu trabajo te permite aprender sobre temas no relacionados con la Botánica?
La verdad es que he tenido la suerte de compartir muchas horas de campo en las islas Columbretes con Celeste Pérez Bañón, durante la realización de nuestras tesis doctorales. Ambas estudiamos aspectos sobre la biología reproductiva y polinización de la especie Medicago citrina, desde una doble visión: botánica y entomológica. Gracias a ello, pude aprender muchos aspectos sobre la biología de estos insectos y su papel como polinizadores.
¿Qué relación tienes con el Jardí Botànic de la Universitat de València?
El Jardí Botànic de la Universitat de València forma parte de mi vida botánica y personal. Empecé a visitarlo con fines de investigación, ya por los años 90, mucho antes de la reestructuración actual. Desde entonces, mantengo esta vinculación, especialmente con Jaime Güemes, actual Director del Botànic, con el que he podido compartir, incluso, la impartición de la asignatura “Introducción a la Biología de la Conservación” en el seno del curso de doctorado de la Universidad de Alicante titulado “Biodiversidad: Conservación y Gestión de las especies y sus hábitats”. Además, y durante varios años, hemos llevado a los estudiantes a conocer sus instalaciones, como ejemplo de centro que aglutina labores de investigación, conservación y divulgación de plantas. Recientemente, he sido invitada a participar en el ciclo de actividades relacionadas en torno a la celebración del Día Internacional de la Niña y la Mujer en la Ciencia, lo cual ha sido todo un placer y experiencia enriquecedora, que me ha unido aún más al Botànic.
¿Qué importancia tiene la divulgación?
Creo que es muy importante y necesaria, aunque a veces la tenemos un poco descuidada. Dar a conocer nuestro trabajo como botánicos y la importancia que tienen las plantas en nuestro entorno natural es esencial para hacerlas visibles. Siempre que he tenido ocasión, así lo he hecho, participando en programas organizados desde la Universidad en el seno de actividades de extensión universitaria tanto para estudiantes de bachillerato (“Ven a hacer prácticas a la Universidad”), como para el público en general, e incluso participando en programas de divulgación científica de Canal 9 y RTVE.
¿Cuál es el futuro de la botánica?
Como muchas otras ciencias, está en evolución y, además, gracias a la aparición de nuevas formas de abarcar su estudio, siempre habrá cuestiones que resolver y que incluso, por fin, se puedan clarificar. Hay mucho camino que recorrer y, por suerte, hay mucha gente con ganas de evolucionar y seguir hablando de plantas.
¿Cuál es la habilidad imprescindible para tu trabajo?
No solo hay una, se podría decir que necesitas de varias de ellas para seguir adelante cada día. Yo destacaría la curiosidad, la constancia, las ganas de aprender y la observación.
¿Te consideras discípula de algún botánico/a en especial?
He tenido la suerte de ser discípula de Manuel B. Crespo, quien ya desde la carrera, me contagió su entusiasmo y devoción por el estudio de las plantas, y de quien he aprendido mucho a lo largo de todos estos años. También, me considero discípula del profesor Michael F. Fay (Royal Botanic Gardens, Kew, Reino Unido), con quien durante mi tesis doctoral me inicié en el uso de las técnicas moleculares a emplear en estudios filogenéticos, filogeográficos y de variabilidad poblacional.
En todos estos años como botánica, ¿Cuál es la situación más curiosa o divertida, que se pueda contar, en la que te has encontrado?
En el año 2010, tuve la suerte de poder visitar por primera vez Argelia, junto a Monserrat Martínez Ortega y Julio Peñas, colegas de la Universidad de Salamanca y de Granada, respectivamente. En uno de las días de campaña de campo viví la situación más curiosa con la que me he encontrado nunca. Al ir a visitar una sierra para la recolección de una población del género Veronica, tuvimos que entrar con permiso militar, ya que tenían bajo su control todo el sistema montañoso. Para subir a una de las cimas de la montaña, no solo fuimos acompañados por un convoy militar armado, que formaron un círculo a nuestro alrededor por nuestra seguridad mientras nosotros recolectábamos plantas, sino que, además, llevaban equipos anti-minas y solo podíamos caminar por las zonas señaladas por los militares. Además, nos miraban como “bichos raros” al ver que estábamos constantemente mirando al suelo buscando una planta.
Imagina que tienes tanto presupuesto como quieres. ¿Cómo sería entonces tu trabajo? ¿Qué cosas mejorarías?
Si esto fuese real y no solo un sueño, en primer lugar, contrataría a personal investigador y dedicaría otra parte de este presupuesto tanto a gastos de laboratorio como a campañas de campo. Todas estas facetas suelen ser bastante limitantes, y todas ellas, son necesarias para avanzar con firmeza en la investigación. Si, hoy en día, hacemos investigación prácticamente sin fondos, imagínate el cambio que sería al disponer de este presupuesto.
¿Eres alérgica a alguna planta?
Soy alérgica al polen de varias plantas, como al de los olivos y, además, al polen de la familia Amaranthaceae que, curiosamente, muchas de sus especies crecen en la mayor parte de los hábitats naturales donde estoy trabajando en los últimos años, como es el caso de los ecosistemas salinos. Cuando le dije a mi alergólogo que era botánica, me hizo la prueba de la alergia usando todas las muestras de plantas que tenía, ya no me quedaba hueco en los brazos.