El proyecto ‘Flora iberica’: un poco de historia
Cuarenta años y más de 400 personas avalan el proyecto Flora iberica. Dentro de tres años, si todo va bien, llegará a su fin. Habrá cumplido su necesario objetivo: estudiar todas las especies de plantas vasculares de la península ibérica y Baleares y recogerlas en una única obra, base fundamental para estudios sobre biodiversidad vegetal y generadora de conocimientos sobre botánica. Carlos Aedo y Ramón Morales, miembros del equipo investigador de Flora iberica, repasan la trayectoria de este proyecto.
La flora ibérica es una de las más ricas en número de especies de todo el territorio europeo. En el proyecto Flora iberica se han estudiado todas las especies de plantas vasculares silvestres y asilvestradas de España y Portugal continental, más Baleares. Ha generado la realización de más de 30 tesis doctorales, es base para futuros estudios sobre conservación de flora, herramienta para investigaciones aplicadas y ha sido, sin duda, un generador de conocimientos sobre botánica en España. Resulta notable que este proyecto, de 40 años de antigüedad, vaya a concluir en los próximos tres años.
Las primeras obras sobre nuestra flora
España o, mejor dicho, la península Ibérica, ha sido foco de atención de los estudios sobre naturaleza para todos los naturalistas europeos y para los propios españoles. Prueba de ello son los diversos viajes realizados por España con un interés botánico. Se puede decir que Clusio fue el primero que viajó por Portugal y España durante ocho meses (1564-1565) y publicó en 1576, 11 años después, un libro con muchas especies españolas desconocidas. A esta obra se la puede considerar la Protoflora ibérica. Otros muchos extranjeros viajaron por España durante los siglos XVII, XVIII y XIX y recolectaron plantas que luego describieron. En el artículo recientemente publicado en la revista Quercus (núm. 400, junio de 2019) por uno de los autores de estas líneas se relatan todos estos viajes.
Portada del primer tomo de la Flora Española de José Quer, publicado en 1762. A la derecha, Prodromus Florae Hispanicae de M. Willkomm y J. Lange, publicado entre 1861 y 1880. / Biblioteca RJC-CSIC.
El alemán Willkomm fue una gran conocedor de la flora española, lo que se plasmó en una obra escrita en latín junto con el danés Lange, publicada entre 1861 y 1880, y con un suplemento en 1893; llevan por título Prodromus Florae Hispanicae y Supplementum. Fue el resultado de sus tres viajes por España en la segunda mitad del siglo XIX. José Quer, botánico español, ya había publicado un siglo antes una Flora española (1762-1764) en cuatro tomos, que quedó incompleta debido a su muerte en 1764, y que terminó Gómez Ortega 20 años después. Y ya en el siglo XX aparecen tres grandes botánicos que trabajaron para una Flora española que nunca se materializó: Carlos Pau, Pío Font Quer y José Cuatrecasas.
En el último tercio del siglo XX, la Flora Europaea (1964-1980) fue un auténtico hito para la Botánica del continente, ya que por primera vez se disponía de unos tratamientos sintéticos de familias y géneros para toda Europa, y también para España y Portugal. Dicha flora fue un motor que promovió los estudios sobre botánica, en particular, y sobre las disciplinas relacionadas con la naturaleza, en general, al disponer de síntesis actuales en qué basarse, y no solamente en los estudios de Willkomm y Lange de hacía más de un siglo.
Nace Flora iberica
En 1979 comenzaron los movimientos de una nueva generación de botánicos que inició los estudios para la elaboración de una flora de nuestro país. Para ello se pidió un proyecto que fue denegado el primer año, pero que fue concedido al segundo intento. Después de fijar el ámbito geográfico, en el que se excluyeron los tres archipiélagos macaronésicos, el español de las islas Canarias y los portugueses de Madeira y Azores, se comenzaron los trabajos de coordinación y asignación de géneros a los diferentes autores. Como consecuencia de todo ello, en 1986 vio la luz el primer volumen de Flora iberica. El equipo de editores de dicho volumen fueron Santiago Castroviejo, Ginés López González y Félix Muñoz Garmendia (Madrid), Pedro Montserrat y Luis Villar (Jaca), Jorge Paiva (Coimbra) y Manuel Laínz (Gijón).
Hay que comentar que en mayo de aquel año nadie apostaba por que fuera a llegar tan lejos dicha obra. La infraestructura de trabajo previo que la sostenía no era muy sólida. Ni siquiera entonces había una planificación de los volúmenes que ocuparía. Con el paso de los años se fueron resolviendo todos los asuntos organizativos y el resultado se puede ver en la actualidad.
Durante estos 33 años transcurridos, desde la publicación del primer volumen, en los que han acaecido muchos cambios en la manera de trabajar, sobre todo debido a la facilidad que ha supuesto disponer de ordenadores personales e Internet, han ido apareciendo publicados irregularmente, pero sin pausa, volúmenes sucesivos y en orden hasta el VII el año 2000, salvo el VIII que apareció unos años antes. Después se optó por publicar los diferentes volúmenes según se iban concluyendo, lo que aportó más agilidad al sistema de publicación.
Portada Vol. XII e ilustración de Rosmarinus eriocalix. / Flora iberica.
En este año 2019 ha aparecido el último tomo de la familia Compuestas (volumen XVI (III)) (ver tabla 1). Con este, quedan concluidas todas las familias botánicas que componen la flora ibérica, salvo las Gramíneas, en las que se trabaja actualmente. Está previsto que en 2020 esté terminado el primer tomo del volumen XIX, que corresponde a dicha familia. Y poco después, el segundo, con el que se culminará esta obra magna. Hasta ahora se han publicado 5658 especies de las más de 6200 previstas.
Tabla 1. Años, número de especies por año y volúmenes correspondientes. / Elaboración propia.
Un equipo de personas al servicio de un proyecto ilusionante
Para la ejecución de este proyecto ha hecho falta reunir y coordinar un equipo de personas han realizado un trabajo detallado y meticuloso. En primer lugar, era necesaria la búsqueda de autores que se comprometieran a estudiar los diferentes géneros de dicha flora. Esta labor ha sido realizada por el equipo de Flora iberica liderado por Santiago Castroviejo hasta su muerte en 2009, que fue el investigador principal de las siete primeras fases del proyecto y coordinador general de la obra. A partir de ese año y hasta hoy ha sido Carlos Aedo el investigador principal y coordinador de las 4 fases siguientes (Tabla 2).
En primer plano, portada del último volumen de Flora iberica publicado hasta el momento, con el que se completa la familia de las Compuestas.
Ni que decir tiene que el trabajo de muchos autores extranjeros y de otros muchos botánicos españoles de diferentes universidades y otros centros de investigación ha ampliado y enriquecido de manera notable este proyecto. Se ha contado con investigadores de casi todas las universidades españolas, especialmente con las de Sevilla, Salamanca, Córdoba y Barcelona, que han ostentado proyectos propios coordinados. Además, siempre se contó con los inestimables trabajos del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC), de Jaca.
Tabla 2. Fases del proyecto Flora iberica y años de duración. / Elaboración propia.
Las diferentes labores en el proyecto han sido las de investigación y redacción de las síntesis genéricas, en las que han participado cerca de 300 autores y autoras, la edición (47 editores/as), asesoría y corrección (más de 100 asesores/as), documentación bibliográfica (3), búsqueda de etimologías (3), ilustración mediante dibujo científico (12 dibujantes científicos), manejo y envíos de material de herbario y mantenimiento y estudio de colecciones vivas. Y, en el tramo final, todo lo relativo a la elaboración de cada volumen impreso: maquetado, corrección de pruebas e impresión. Ello ha supuesto el trabajo y colaboración de unas 400 personas dentro de un equipo humano entusiasta.
El resultado: en papel y online
La publicación de los diferentes volúmenes ha corrido a cargo del departamento de publicaciones del CSIC y de la editorial CSIC después. Se han impreso entre 2000 y 2500 ejemplares de cada volumen de Flora iberica, lo que es inusual en un libro científico y una muestra del interés que ha despertado esta obra.
En 1996, se puso a punto la Flora iberica en CD-ROM, que incluía los 4 primeros volúmenes, los que habían sido publicados hasta entonces. Y, en 1999, se dio comienzo al llamado Programa Anthos, algo así como una Flora iberica en soporte electrónico. El ámbito geográfico era diferente, ya que se incluyó España continental, islas Baleares y las islas Canarias. Se trata de un acceso por internet a la biodiversidad vegetal en España. En él aparece la lista consensuada de la Flora española. Dicho proyecto fue subvencionado por la Fundación Biodiversidad.
En 2001, se publica una Flora sintética sin descripciones, resumen de los 8 primeros volúmenes.
Algunos comentarios
Pese a todos los esfuerzos que se ha hecho para homogeneizar esta gran obra, ha sido imposible que todos los tratamientos genéricos fueran acordes. Dependiendo de las tendencias más o menos analíticas, más o menos sintéticas de los diferentes autores, dichos tratamientos varían en extensión. Se encuentran verdaderas monografías incluidas en la obra, como la de Alchemilla, con 81 especies que ocupan 162 páginas, Limonium (107 especies, 142 páginas), Calendula (4 especies, 21 páginas) y Gagea (12 especies, 53 páginas), por citar las principales. Si los primeros volúmenes contenían unas descripciones de especie escuetas, de unas 7-15 líneas, en los volúmenes más recientes se ha llegado a descripciones de 25-32 líneas y hasta de 56-95 líneas. Aunque es difícil de interpretar este aumento, hay que decir que no todos los grupos de plantas se pueden describir de igual manera, dadas sus diferentes caracteres, además de lo que influya los distintos criterios del autor. De todas maneras, descripciones excesivamente largas parecen inadecuadas para una flora. Además, estas no siempre aclaran el concepto de lo descrito, ya que a veces lo sintético retrata mejor el objeto a describir. Pese a todo, ha sido meritorio que durante casi 40 años se hayan mantenido, en general, los criterios básicos de exigencia y un alto grado de homogeneidad en la edición.
En los últimos volúmenes, se han tenido en cuenta la información generada por los estudios de biología molecular. Su contribución a los tratamientos taxonómicos en algunos casos aporta solidez y congruencia a los mismos mientras que en otros abre numerosos interrogantes.
A todo esto, hay que añadir que es verdaderamente asombroso que un proyecto de tan larga trayectoria haya mantenido la continuidad durante tantos años en una sociedad como la española, que se deja mecer por vaivenes aleatorios. No se puede dejar de felicitar a unos políticos científicos que, probablemente entendiendo poco de plantas, han sabido apreciar el valor de este proyecto de manera tan continuada. No parece, simplemente, cuestión de azar.
Conclusiones: el inicio de muchos otros trabajos
El proyecto Flora iberica ha generado la realización de más de 30 tesis doctorales de sistemática y florística. Ha sido, sin duda, un generador de conocimientos sobre botánica en España, con implicaciones sociales en lo relativo a la difusión de dichos conocimientos. Ha tenido y tiene una gran proyección internacional. Es la base para futuros estudios serios sobre conservación de flora y, ciertamente, la gran acumulación de datos que ha supuesto esta gran obra puede generar diversos estudios en torno a ella.
Como decíamos, en tan solo 3 años tendremos finalizada la Flora iberica. Una obra que reúne todos los conocimientos sobre plantas silvestres y asilvestradas de la península ibérica e islas Baleares, y pone de manifiesto la gran diversidad vegetal de nuestro territorio. Es la base para estudios rigurosos sobre biodiversidad vegetal. Y, como investigación básica que es, adquiere un relieve adicional como herramienta útil para otras muchas investigaciones aplicadas.
Lamentablemente, la valoración científica que se le asigna a esta obra meritoria es muy baja según los baremos actuales; y al parecer, conforme pasan los años y aumenta el desconocimiento sobre la cuestión, no se espera que cambie esta tendencia.
Artículo escrito por:
Carlos Aedo. Investigador científico, Real Jardín Botánico de Madrid-CSIC. Investigador principal del proyecto Flora iberica.
Ramón Morales. Científico titular, Real Jardín Botánico de Madrid-CSIC. Miembro del equipo de Flora iberica.
*Flora iberica se puede consultar online a través de http://www.floraiberica.es. Además, todos los volúmenes en papel están disponibles en la Biblioteca “José Pizcueta” del Jardí Botànic de la Universitat de València.