Un Arboretum en Harvard
La prestigiosa universidad de Harvard cuenta con un tesoro botánico de finales del s. XIX, un jardín botánico de árboles y plantas leñosas. Nació de una donación y ha acabado siendo un referente a nivel mundial con colecciones de coníferas o bonsái, entre muchas otras, y diferentes paisajes por los que perderse. Olga Mayoral disfrutó del Arboretum más de un mes y nos lo explica en Espores.
El Arnold Arboretum de la Universidad de Harvard es una colección de árboles y plantas leñosas ubicada en Jamaica Plain, un barrio multiétnico de la ciudad de Boston, Massachussets. Diseñado en 1872, con la voluntad de evitar los formalismos y líneas rectas de los jardines botánicos clásicos, es un referente tanto en investigación, como conservación y educación, pero, sobre todo, un espacio abierto al público, donde el paisaje se impone como principal protagonista.
El Arnold Arboretum, de la Universidad de Harvard y de la ciudad de Boston
La visita a la ciudad de Boston, capital de Massachussets y de la región de Nueva Inglaterra, ofrece la oportunidad al visitante de embeberse en la historia de Estados Unidos. Boston es una de las ciudades más antiguas del país, con la primera red de metro, así como el primer centro universitario (la Universidad de Harvard, fundada en 1636). Pero también es un centro puntero en tecnologías, con el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) como referente indiscutible en investigación, ingeniería y educación tecnológica. Tanto el MIT como la Universidad de Harvard están en torno a la zona de Cambridge, al norte del río Charles, en una ciudad de poco más de 600.000 habitantes.
El prestigio de la Universidad de Harvard se basa en su historia, influencia y riqueza; no en vano aparece siempre en las primeras posiciones en la clasificación de las universidades del mundo. Se trata de una universidad privada, de acceso limitado por el elevado costo nominal. Sabiendo todo esto, no puedo dejar de contar en primera persona mi experiencia durante una estancia de investigación de 6 semanas en uno de los centros de la Universidad de Harvard: el Arnold Arboretum
Entrada AA. Las diversas entradas al Arnold Arboretum permanecen abiertas todo el día. / O. Mayoral
La primera sorpresa al incorporarme al Arnold Arboretum fue ver que el recinto dispone de diversas entradas, todas de acceso libre. Mientras me preguntaba qué documentos debería enseñar en la entrada para acreditarme como investigador invitado, vi cómo la gente entraba y salía libremente e incluso usaba el arboreto para cruzar a otra parte de la ciudad, a pie, en bicicleta o en patines. Todo esto es debido a que, aunque el Arnold Arboretum funciona como un departamento de la Universidad de Harvard, el terreno sobre el que se emplaza fue traspasado a la ciudad de Boston, a través de un arriendo por mil años. El acuerdo otorga a la Universidad de Harvard la responsabilidad del desarrollo y mantenimiento del arboreto y la ciudad debe encargarse de los suministros de agua, bancos, caminos, de los vallados y de la limpieza. Además, el Arboretum debe mantener los terrenos abiertos para el público en general, de forma gratuita, desde el amanecer hasta el atardecer todos los días del año.
Por tanto, el Arboretum forma parte de la Universidad de Harvard, pero también es de la ciudad de Boston y de sus habitantes. Y así lo sienten los ciudadanos y visitantes. De hecho, una de las importantes misiones del arboreto es abrirse a la población, con especial énfasis en aquellos sectores más desfavorecidos o con mayores dificultades de establecer contacto con el mundo científico. En este sentido, el director, William Friedman, a través de sus colaboradores del departamento de educación, tiene un empeño enorme en traducir al castellano buena parte de la información disponible al visitante y, en especial, los materiales para los centros educativos visitantes, con un elevado porcentaje de inmigrantes latinoamericanos.
El Arnold Arboretum of Harvard University forma parte de la universidad privada, pero se asienta sobre terrenos cedidos por la ciudad de Boston, por lo que una de las misiones del arboreto es fomentar la inclusión de los habitantes en todo tipo de actividades. / Arnold Arboretum.
Además, es abrumador el abanico de actividades, visitas y seminarios gratuitos disponibles a lo largo de todo el año. Existe una oferta amplia de visitas guiadas genéricas, o específicas. Por ejemplo, si es invierno, el responsable de la sección de horticultura liderará una visita para entender la arquitectura arbórea y su relación con la genética, condiciones del emplazamiento y ambientales. Para las familias se ofrecen visitas variadas, que van desde un paseo en busca de nidos de diferentes aves, pasando por lectura de libros infantiles o talleres.
Incluso para aquellos con el gusto por la investigación, es posible asomarse a algunas investigaciones a través de los Tree Mobs, breves interacciones de 30 minutos, en algún rincón del arboreto, con científicos o especialistas dispuestos a compartir aspectos poco conocidos sobre sus trabajos. También pueden unirse al proyecto Tree Spotters, proyecto de ciencia ciudadana que aborda la fenología del Arboretum: el momento de los eventos naturales, como la pérdida de las hojas, la floración y el cambio de los colores del follaje en el otoño.
Los voluntarios, con distintos niveles de experiencia previos, son entrenados para poder colaborar en estudios sobre los efectos del cambio climático a la vez que aprenden sobre las plantas y sus características únicas. Por otra parte, el arboreto, desde el gabinete de educación, ofrece una oportunidad de desarrollo profesional para que los maestros de primaria y secundaria introduzcan el paisaje del Arboretum en la enseñanza de las ciencias fuera del aula.
En el Arnold Arboretum existen programas de formación de profesorado en los que se les enseña a incluir el trabajo de campo y en ambientes naturales en las clases de ciencias de diferentes niveles educativos. / O. Mayoral
Origen del Arnold Arboretum
La creación del Arnold Arboretum en 1872 es un hito en la historia de la botánica de Norteamérica y mostró un camino que serviría como fuente de inspiración para otras instituciones. Sin embargo, su creación no fue resultado de un plan premeditado por James Arnold (1781-1868), quien legó parte de su fortuna para “promoción de mejoras agrícolas y hortícolas, u otros propósitos filosóficos o filantrópicos a su discreción”. Arnold, comerciante ballenero, no había sido una persona especialmente vinculada al mundo de la botánica, sin embargo los administradores de su herencia, respetados amigos en los que él depositó su confianza, realizaron una interpretación de ésta, que se materializó en la trasferencia de una parte de sus bienes al Harvard College.
Tan solo cuatro años después de su fallecimiento ya estaba en marcha el diseño de un arboreto, es decir, un jardín botánico de árboles y plantas leñosas. Afortunadamente su diseño fue integrado de un modo visionario en el Emerald Necklace (Collar esmeralda), una serie de parques enlazados que atraviesan buena parte de la ciudad de Boston. El proyecto fue diseñado por el admirado arquitecto paisajista, periodista y botánico estadounidense Frederick Law Olmsted (1822-1903), creador de muchos parques urbanos conocidos, incluyendo Central Park y Prospect Park en Nueva York, o el campus de la Universidad de Stanford.
La estrecha colaboración de Frederick Law Olmsted y Charles Sprague Sargent (director del Arnold Arboretum desde poco después del establecimiento de la institución y durante 54 años) se materializó en el diseño de caminos, paseos y senderos que delimitan las áreas de las colecciones según familias y géneros. Su intención era que el visitante pudiera llevarse una idea clara de la vegetación arborescente de las regiones temperadas del hemisferio norte, tanto en sus aspectos científicos como paisajísticos, evitando las líneas rígidas y formales de los jardines botánicos convencionales.
Las etiquetas con información sobre cada uno de los ejemplares resultan poco visibles, lo que contribuye a que el entorno conserve un aspecto más parecido a un bosque que a un jardín botánico clásico. / O. Mayoral
No ha de extrañarnos que la singularidad e historia del arboreto motivaran que forme parte del Registro Nacional de Lugares Históricos, siendo considerada una institución educativa, horticultural y artística, referente a nivel mundial. Además, forma parte de la asociación Internacional de Jardines Botánicos para la Conservación (BGCI) y del North American Plant Collections Consortium, siendo depositario de las colecciones nacionales de géneros como Acer, Carya, Fagus, Syringa y Tsuga.
¿Cómo se organiza el arboreto?
El arboreto ocupa 107 hectáreas, que albergan en torno a 15.000 plantas pertenecientes a más de 4.000 taxones, colección especializada en las plantas leñosas de Norteamérica y del este de Asia. Incluye colecciones de gran interés, como la colección de Bonsai Larz Anderson, la colección de rosas Bradley, la de coníferas y coníferas enanas, así como ambientes diferenciados: pequeñas lagunas, bosques de hayas, etc.
Bussey Brook Meadow. Uno de los emplazamientos preferidos son las charcas y lagunas que pasan de estar heladas buena parte del invierno a ser foco de atracción de aves y anfibios en primavera y verano. / O. Mayoral
La colección de coníferas está compuesta alrededor de 200 especies y multitud de subespecies y variedades, en una zona de 10 hectáreas en Hemlock Hill. Llaman especialmente la atención las coníferas que, al contrario que la mayoría, son de hoja caduca, como la metasecuoya (Metasequoia glyptostroboides) y el falso alerce dorado (Pseudolarix amabilis), especies particularmente llamativas en otoño, cuando sus acículas cambian de color antes de caer. Las metasecuoyas tienen tal importancia en el arboreto que han sido incluidas en el logotipo del Arnold Arboretum, simbolizando la misión tradicional de apoyar la investigación y la educación a través de la colección de árboles de tierras lejanas. La colección se completa con cedros (Cedrus spp.) y alerces (Larix spp.), con sus cortas acículas dispuestas en racimos o espirales, y pinos (Pinus spp.), con las acículas en fascículos de dos, tres o cinco agujas, sin olvidar los abetos de diferentes géneros, como Picea, Abies o Tsuga.
Las diferentes zonas del jardín son accesibles tanto por las pistas y carriles principales como por serpenteantes senderos que invitan a perderse en la espesura, atravesando frondosos bosques o empinadas colinas. Destacan dos edificios: Hunnewell Building, que es el centro de visitantes, donde se encuentra además el departamento de educación, la biblioteca y el herbario, y Weld Hill Research Building, en el extremo suroeste y de acceso restringido por estar destinado exclusivamente a los investigadores.
Oak Path. Al margen de los caminos habilitados para la circulación de vehículos, existen diferentes senderos que serpentean entre bosques y arroyos y que permiten a las personas que lo visitan perderse en diferentes ambientes naturales. / O. Mayoral
Todo un mundo por descubrir
Desde los inicios, las campañas destinadas a enriquecer y expandir las colecciones de plantas vivas han llevado a los investigadores a explorar regiones temperadas y tropicales con especial énfasis en la flora leñosa de Norteamérica y Asia, con importantes exploraciones en la provincia de Sichuan (en China), así como en la República de Georgia.
Poco he podido ahondar en todo aquello que tiene que ver con la importante labor de investigación, desarrollada, tanto en el Weld Hill Research Building, como por parte de investigadores de otras instituciones que, en coordinación con el propio arboreto, centran su foco de atención en algún aspecto concreto del jardín. Allí coinciden investigadores de diferentes culturas y regiones del mundo compartiendo talento y el entusiasmo por el mundo de la investigación.
Hunnewell Visitor Center es el edificio de administración y centro de visitantes del Arnold Arboretum. Se encuentra junto a la entrada principal y cuenta con una magnífica biblioteca especializada en plantas de Norteamérica. / O. Mayoral
Como ejemplo, durante mi estancia, coincidí con Kristie Tanner, una doctoranda de nuestra universidad, inmersa en una estancia de investigación del Wyss Institute for Biologically Inspired Engineering de la Universidad de Harvard. Kristie está analizando las placas solares como fuente de carotenoides, unos pigmentos naturales muy utilizados para industrias como la cosmética, la alimentación y la farmacología. Kristie muestreó las placas solares del Arnold Arboretum dentro de un proyecto en que se han tomado muestras en los dos polos y en la ciudad de Valencia, buscando fuentes más eficientes para obtener carotenos.
Tanto mi estancia como la de Kristie Tanner han sido posibles gracias al Real Colegio Complutense (RCC)-Harvard University. La Universitat de València ha establecido un convenio con el RCC que favorece y promociona la movilidad a través de unas becas para estancias de investigación en la Universidad de Harvard.