De ruta amb el Botànic, al barranco de la Valltorta
El técnico de investigación del herbario del Botànic, Javier Fabado, se encargó de guiar a los excursionistas que el pasado mes de noviembre participaron de la excursión organizada por el Botànic al barranco de la Valltorta. Javier nos recomienda algunos puntos de esta ruta tanto por su interés botánico como por el destacado conjunto de arte rupestre que alberga.
La idea de visitar el barranco de la Valltorta, coincidiendo además con el centenario de su descubrimiento oficial, me entusiasmó desde el primer momento. Siempre me ha parecido interesante poder aunar en una misma excursión el punto de vista natural con el cultural. Además, se sumaba otro aliciente: nunca había visitado las pinturas rupestres de la zona, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1998 y uno de los conjuntos de arte rupestre más importante en tierras valencianas.
Ha sido una experiencia fantástica por muchas razones, siendo la principal el poder contar con la colaboración de los dos guías culturales que nos acompañaron. Desde un principio contamos con la ayuda y colaboración del historiador y experto en arqueología neolítica, Pablo García Borja, quien nos propuso la visita a los abrigos del barranco de la Valltorta como excursión para el ciclo De ruta amb el Botànic. Como sorpresa, en el transcurso de la preparación de la salida, conocimos a Francesc Bellmunt Gil, también historiador y guía del Museo de la Valltorta. Juntos nos acompañaron el día de la excursión, deleitándonos con sus explicaciones referentes al arte rupestre de los abrigos así como también con temas históricos y etnobotánicos.
El plan era bastante ambicioso. Queríamos visitar a pie tres de los abrigos de la zona: la Cova dels Cavalls, la Cova Remigia y les Coves del Civil. Así que tras una breve visita al Museu del Parc Cultural de la Valltorta para situarnos un poco, comenzamos la ruta hacia la Cova dels Cavalls, posiblemente la más popular y visitada, con su famosa escena de caza de una manada de cérvidos.
Reproducción de la Cova dels Cavalls en el museuo de la Valltorta. Imagen: Joanbanjo. Wikimedia Commons.
Botánica a destacar
El campo no estaba para muchas maravillas, ya que la excursión fue en noviembre. La vegetación había sufrido un verano tórrido y un otoño anormalmente seco, por lo que prácticamente no encontramos plantas florecidas.
La zona ha sufrido a lo largo de su historia una gran presión antrópica así como reiterados incendios forestales. Salvo en las laderas y el lecho del barranco, en la vegetación circundante predominan los matorrales dominados por la coscoja (Quercus coccifera), con escasos retazos del encinar esperable en la zona por sus características bioclimáticas y edáficas (relativas al suelo). También se puede observar algún que otro bosquete de pinos carrascos (Pinus halepensis), como el que nos dio sombra durante la parada para comer.
Quercus coccifera. Imagen: Javier Fabado.
Aprovechando que muchos de los excursionistas habían estado el mes anterior en la excursión del Penyagolosa, también organizada desde el Jardín, pudimos señalar las diferencias entre una vegetación y otra, y hacer notar la presencia o ausencia de unas u otras especies vegetales, relacionando este hecho con las condiciones climáticas de cada zona. Por ejemplo, pudimos observar algunas plantas cuya presencia en Peñagolosa sería impensable, como el palmito (Chamaerops humilis), propia de zonas del litoral mediterráneo que no entra mucho más hacia el interior peninsular debido al descenso de las temperaturas.
También resulta interesante prestar atención a cómo esas especies más termófilas van penetrando desde el litoral hacia el interior a través de los barrancos y valles, predominando en las laderas o fondos del barranco y escaseando en las zonas de altiplanicie colindantes. Es el caso de la zarzaparrilla (Smilax aspera), presente por todo el barranco de la Valltorta y que escasea en el coscojar de la llanura circundante.
Smilax aspera. Imagen: Javier Fabado.
Y cómo no, el otoño te permite observar la presencia de caducifolios como el roble valenciano (Quercus faginea), y así pudimos, aunque de lejos, deleitarnos con los interesantes bosquetes del mismo en las laderas de umbría.
Quercus faginea. Imagen: Javier Fabado.
No te pierdas…
Desde todos los puntos de vista, la visita a la Cova dels Cavalls es obligada. La diaclasa que da acceso a la misma es espectacular: un corto y angosto pasadizo de roca que se abre al sinuoso barranco de la Valltorta con unas vistas impresionantes. Y como añadido, seguramente podrás ver algún grupo de cabras montesas que abundan por la zona.
Este punto también es interesante para observar algunas de las plantas trepadoras típicas de la zona, como la mencionada zarzaparrilla o la hiedra (Hedera helix), y diferenciar las estrategias que utiliza cada planta para trepar por árboles o muros. Así, la zarzaparrilla presenta tallos que crecen de manera sinuosa provistos de espinas ganchudas, con las que se apoya allí por donde trepa, y zarcillos en la base de las hojas, con los que va enganchándose. En cambio, la hiedra se vale de unas pequeñas raíces aéreas que tiene en los tallos, con las que se sujetan a los soportes por los que trepa.
Detalle de flor y frutos de Smilax aspera. Imagen: Javier Fabado.
La visita a la Cova dels Cavalls es una visita totalmente recomendable para hacer en familia, ya que la distancia desde el museo a la misma es de un kilómetro escaso y por pista forestal.
Para la próxima, nos queda pendiente la bajada al barranco, sin la visita a los abrigos y cuando el día alargue más. Seguro que podremos disfrutar de los cambios de la vegetación y observar cómo aparecen y desaparecen especies en función del tipo de sustrato o la exposición a la que esté sometida la ladera.