De ruta amb el Botànic, el paisaje del agua
A tan solo 40 km de Valencia os recomendamos esta bonita y refrescante ruta en torno al pueblo de Buñol. Y es que además de acoger la conocida fiesta de la tomatina, esta localidad atesora un conjunto de cuevas, balsas y cascadas que os invitamos a descubrir a través del ciclo de excursiones del Botánico de la Universidad de Valencia.
Cuando me propusieron guiar esta excursión, por unos instantes viajé mentalmente hasta mi infancia, cuando descubrí por primera vez esa zona en una excursión del colegio. Un paisaje natural con fuerza que ya después como botánica he podido explorar para hacer inventarios y cartografía de vegetación. Así que ¡sólo faltaba volver acompañada de un buen grupo de amantes de la naturaleza en el marco de “De ruta con el Botánico”!
Sin duda una de las experiencias más refrescantes y sorprendentes que podemos encontrar a media hora de la capital es un itinerario circular conocido como la “Ruta del agua de Buñol”, donde el agua es la protagonista que modela paisajes impresionantes como el de la Cueva del Turche, el Charco del Mañán y la Cueva de las Palomas. Una experiencia muy recomendable con o sin guía, ya que está señalizada, y que resulta especialmente apetecible a principios de verano, cuando el calor es más patente, ya que podéis aprovechar para daros un chapuzón en las fresquitas aguas de los ríos Juanes y Buñol. Por su parte, el otoño y la primavera, después de una buena temporada de lluvias, ofrecen la oportunidad de disfrutar de la espectacularidad de los saltos de agua.
Del parque de San Luís a la Cueva del Turche
El hecho de que esta ruta sea circular permite emprenderla en un sentido u otro. Hoy la empezaremos en dirección a la Cueva del Turche, que es la tendencia más habitual, aunque la salida que hicimos “De ruta con el Botánico” decidimos hacerla en sentido contrario.
Arrancamos la marcha desde el mismo pueblo de Buñol, en el parque conocido como San Luís, y desde donde, tras un breve recorrido por el casco urbano se accede al parque fluvial del río Buñol y a la conocida senda del agua.
Después de un bonito paseo entre chopos de la zona fluvial, y olivos y algarrobos, de los campos de cultivo, vamos poco a poco dejando atrás los terrenos agrícolas para adentrarnos en un terreno forestal dominado por matorral mediterráneo salpicado de masas de pino carrasco hasta llegar a nuestra primera parada técnica, la Cueva del Turche.
Cueva del turche. Imagen: Olga Mayoral
Se trata de un bonito conjunto geológico formado por un lago enmarcado en un gran anfiteatro de roca caliza donde caen las aguas del río Juanes, afluente del río Buñol, formando una cascada de unos 60 metros de altura (aunque poco caudalosa en verano o en años secos) y donde además podemos disfrutar de un particular microclima durante todo el año. Algo que se agradece después una larga caminata bajo el sol veraniego. Importante, no olvidéis la gorra y el protector solar, además del bañador y unas cangrejeras, si queréis daros un buen chapuzón en el lago. Por otra parte, si hacéis la excursión en otoño o primavera, si el cambio climático lo permite, veréis la cascada en todo su esplendor.
Después de tomar el almuerzo, aprovechando el merendero habilitado en la zona, reemprendemos la marcha, esta vez hacia arriba hacia el nacimiento del río Juanes.
Del Charco del Mañán a la cueva de las Palomas
Retomamos la marcha pero esta vez hacia el Mirador del Turche, donde tendremos otra perspectiva de la cueva y desde nos dirigiremos ya hacia el Charco del Mañán. Después de pasar varias pozas de diferentes tamaños llegamos por fin a este enclave enmarcado por la vegetación.
Charco Mañán. Imagen: Olga Mayoral
Charco Mañán. Imagen: sendesimuntanyes.blogspot.com.es
Si visitamos la zona a finales de primavera o verano, podremos disfrutar de los adelfares serpenteando junto al río y arroyos que marcan con el tono rosa de su floración los cursos de agua. La adelfa (Nerium oleander) es una especie mediterránea, típica de ramblas y cursos de agua, que es muy empleada en jardinería por ser un arbusto verde todo el año. Sin embargo conviene tener cierta precaución debido a tu elevada toxicidad.
Detalle de adelfa (Nerium oleander)
Aunque menos llamativa, cabe destacar la presencia en esta zona de mansegares de Cladium mariscus, un junco elevado y de tallo triangular que forma comunidades protegidas por la Directiva Hábitats. Los mansegares son densas formaciones de juncos elevados que adornan las orillas de lagunas y cursos de agua.
El Charco Mañán, además de ofrecer un paisaje de aguas profundas y bonitas tonalidades verde esmeralda, incluye otra formación muy atractiva que a su vez está protegida por la legislación europea. Se trata de las formaciones tobáceas generadas por el agua carbonatada propia de nuestro territorio. Estos hábitats poseen un singular interés, tanto geológico como florístico, apareciendo asociados a cursos o saltos de agua y pequeñas cuevas o rezumaderos.
A la escasez y pequeño tamaño de estos sistemas naturales debemos añadir su fragilidad, ya que son de rápida respuesta a pequeños cambios ambientales y al pisoteo. Están dominados por musgos y helechos, siendo el helecho más llamativo y representado en el Charco Mañán el culantrillo de pozo (Adiantum capillus-veneris), especie característica de rezumaderos por los que el agua cargada de carbonatos va precipitando pequeñas capas de carbonato cálcico formando las tobas o travertinos.
Cueva de las Palomas. Imagen: suelasdesgastadas.blogspot.com.es
Cueva de las Palomas. Imagen: suelasdesgastadas.blogspot.com.es
Pero todavía queda lo mejor, así que seguimos nuestro camino hacia la asombrosa Cueva de las Palomas. Un lugar mágico resguardado entre grandes peñas y de gran interés histórico, ya que cuenta con diferentes restos arqueológicos del paleolítico superior, al igual que en la Cueva del Turche, y también de la edad del bronce. Escenario además de la película dirigida por Antonio Hernández y protagonizada por Sergio Peris Mencheta “El Capitán Trueno y el Santo Grial”.
Y no es de extrañar, ya que parece el sitio perfecto para cobijarse en mitad de la montaña, además con una fuente permanente de agua cristalina. Aguas que se creen con propiedades terapéuticas, sobre todo contra los cálculos renales, la hipertensión y la gota, lo que explica que cerca podamos encontrar los restos de lo que en su día fue un balneario.
Antiguo balneario cercano a la Cueva de las palomas. Imagen: mochuelorutero.blogspot.com.esPanorámica otoñal de la Cueva de las Palomas. Imagen: andamontesenblog.blogspot.com.es
Pero volviendo a la Cueva, destacamos la belleza de su gran piscina natural excavada en la roca donde podéis aprovechar para daros un segundo chapuzón después de la subida un poco tortuosa, e incluso visitar el nacimiento del río, muy cerca de allí.
Descenso hasta el Parque de San Luís
Seguimos hacia arriba un poco más hasta un pequeño altiplano entre pistas forestales. La ascensión vale la pena hacerla con tranquilidad, lo que evitará acaloramientos innecesarios y permitirá tener una perspectiva general del territorio circundante, constituido por un mosaico de cultivos de secano alternándose con pequeñas masas forestales en las zonas más elevadas y pequeños huertos de regadío en el fondo del valle y proximidades del pueblo.
Vista desde el Mirador del Monte de la Cruz. Imagen: andamontesenblog.blogspot.com.es
Ahora ya sí, comenzamos la esperada bajada hacia el punto de inicio de la ruta. De camino haremos una última parada en el Mirador del Monte de La Cruz, donde podremos disfrutar de una buena panorámica del pueblo, incluido su castillo en pleno casco histórico, que podemos aprovechar para visitar por la tarde después de una merecida comida en una de sus tradicionales ventas, recuerdo de aquellas épocas en que Buñol era una importante parada de diligencias que unían la meseta con el litoral.
Castillo de Buñol. Imagen: doraexploradorateam.blogspot.com.es
Detalles del Castillo de Buñol. Imagen: valenciabonita.es
Terminamos la ruta de nuevo en el parque de San Luís Beltrán, donde encontraremos una ermita dedicada al patrón del pueblo junto a un pequeño manantial. Recordemos que al margen de la famosa tomatina, Buñol tiene un castillo de gran interés cultural, que incluye viviendas en el interior de su recinto. Vale la pena buscar a algún entendido del territorio que nos acerque las historias de los habitantes que vivían en su interior y a un sistema organizativo muy curioso y poco habitual.