Nuevas especies de hongos en el territorio valenciano
¿Sabías que en los últimos años se han descubierto 12 nuevos taxones de hongos sólo en el territorio valenciano? Una evidencia clara de la gran biodiversidad que encierra el mundo de estos pequeños seres eucariotas, donde todavía hy que mucho que investigar. Nuestro nuevo bloguero y biólogo especialista en la materia, Isaac Garrido-Benavent, ¡nos lo cuenta!
Si tuviésemos que calificar de algún modo el mundo de los hongos, desconocido y esencial serían dos de los adjetivos mejor ajustados. Desconocido porque, a pesar de que se han encontrado especies que habitan en todas las áreas del planeta, todavía no hay una estimación consensuada acerca de su riqueza total. Hasta ahora, se han descrito unas 100.000 especies, cifra que queda muy lejos del valor estimado de 1.5 millones que se propuso hace más de dos décadas, o de los 5.1 millones que se ha propuesto en los últimos años como consecuencia de la incorporación de las técnicas de secuenciación masiva a los estudios de diversidad de hongos.
Fantastic Fungi: The Startling Visual Diversity of Mushrooms Photographed by Steve Axford. Fuente: www.thisiscolossal.com
Y, esencial, porque estos microorganismos eucariotas desempeñan una función central en el funcionamiento de los ecosistemas dado su papel como descomponedores, mutualistas o patógenos de animales y plantas. Por ejemplo, muchas plantas vasculares no podrían desarrollarse sin establecer previamente relaciones simbióticas mutualistas con hongos, o micorrizas, a través de sus raíces. Además, desde un punto de vista antropológico, revisten gran importancia económica, pues su actividad metabólica es la base para la elaboración de bebidas alcohólicas, como la cerveza, o para la síntesis de antibióticos, aunque también tienen un efecto negativo en el caso de plagas de cultivos o en la salud humana.
El reino fungi, el gran desconocido
A lo largo de los siglos, en la sabiduría popular siempre ha habido un espacio reservado para los hongos. Así, los diferentes pueblos han sabido reconocer aquellas especies que, por sus propiedades culinarias, medicinales o, simplemente, por su tamaño o belleza, han llamado más su atención.
La región mediterránea, honrando a su condición de hotspot de biodiversidad, ha sido y continúa siendo cuna de sociedades micófilas en donde la gente ha mostrado un especial interés por salir al campo y recolectar diferentes setas, o estructuras fúngicas aéreas o subaéreas productoras de esporas, principalmente para su consumo. En el ámbito valenciano, son muy conocidos los “rovellons” o “esclata-sangs” (Lactarius deliciosus, L. sanguifluus), “fredolics” (Tricholoma terreum), “camagrocs” y “rossinyols” (Cantharellus spp.), entre otros. No obstante, todavía existe un notable desconocimiento sobre la identidad de las especies que suelen crecer acompañando a las anteriores, lo que conlleva muchas veces a su incomprensible destrucción, “para que no las cojan otros y se envenenen”.
En la labor de impulsar el conocimiento de nuestro patrimonio fúngico se encuentran diversas sociedades o asociaciones micológicas, varios miembros de las cuales suelen participar en actividades de divulgación, como cursos, conferencias y salidas guiadas al campo. Actualmente, en la Comunitat Valenciana existen tres de estas sociedades, cada una de ellas en una provincia diferente: la Asociación Micológica Alicantina (ASOMA), la Asociación Micológica de Castellón (ASMICAS) y la Sociedad Micológica Valenciana (SOMIVAL).
Salida otoñal de recolección e identificación de hongos. Imagen: Asociación Micológica Alicantina (ASOMA)
Aparte de la labor social que realizan, en el caso de la Sociedad Micológica Valenciana se lleva publicando anualmente desde 1995 un boletín micológico que ha puesto énfasis en trabajos originales de investigación. La taxonomía clásica de varios grupos de hongos habituales de nuestra tierra es el foco principal de atención, como la aportación de novedades taxonómicas, corológicas e iconografía macro y microscópica. Recientemente, los trabajos publicados por los investigadores Santiago Català e Isaac Garrido-Benavent han aportado una nueva fuente de información, las secuencias de ADN, lo cual ha permitido empujar los estudios descriptivos tradicionales hacia la nueva era de las moléculas.
Nuevas especies de hongos
Centrándonos en el aspecto más científico de la micología, o estudio de los hongos per se, uno de los objetivos vitales de muchos micólogos es encontrar, y luego describir y publicar, una nueva especie de hongo. Esta tarea, lejos de ser sencilla en cualquiera de sus partes (recolección, identificación y publicación), supone un gran esfuerzo porque el autor debe asegurarse de haber consultado toda la bibliografía existente en la materia con el fin de no describir algo que ya haya sido descrito previamente.
Cortinarius benovairensis. Imagen: Rafael Mahiques
Afortunadamente, el acceso a la red y la posibilidad de contactar con investigadores de otras partes del mundo, ha facilitado la obtención de bibliografía, la consulta a especialistas y la obtención de colecciones de otras regiones para la comparación con las propias muestras. Ello, sin duda, garantiza la validez de las nuevas especies publicadas, al mismo tiempo que las mantiene estables, al menos, durante un periodo relativamente largo de tiempo. La descripción de una especie nueva tiene, si cabe, más relevancia para el micólogo cuando la localidad original de recolección pertenece a la región donde vive o creció. O, lo que es lo mismo, al valor científico de la publicación de una especie nueva se le suma un valor emocional.
En el territorio valenciano se han descrito varios hongos nuevos para la ciencia, cuya publicación se ha realizado en diversos boletines o revistas, tanto nacionales como internacionales. Concretamente, la publicación de estos taxones nuevos la podríamos dividir en dos categorías: una, a nivel específico (o especies nuevas que llevan un nombre binomial) y, otra, a nivel infraespecífico (nombre trinomial). Una tercera categoría incluiría las nuevas combinaciones de taxones, basadas en material recolectado en nuestro territorio. Según la bibliografía que ha podido ser consultada, hasta 12 taxones fúngicos publicados en las dos últimas décadas quedarían repartidos entre estas tres categorías. Hay que advertir, sin embargo, que los hongos liquenizados y liquenícolas quedan, de momento, excluidos de esta lista.
Cortinarius murellensis. Imagen: Rafael Mahiques
En la primera categoría, 8 especies nuevas se han descrito a partir de material recolectado en la Comunitat Valenciana, y algunas de ellas todavía no han sido detectadas en otras regiones. Por orden de aparición, material recolectado en la Font Roja (Alcoy) sirvió para describir Mycena querciphila (Esteve-Raventós & Villarreal, 1997), un pequeño y grácil basidiomiceto que crece sobre hojas caídas y en descomposición de carrascas, también presente en otras áreas de la Península Ibérica. Posteriormente, el micólogo Rafael Mahiques, experto europeo en el género de basidiomicetos Cortinarius, ha participado como autor principal o coautor de en la publicación de varias especies nuevas de este género, a partir de material recolectado en bosques valencianos.
Es necesario mencionar que Cortinarius constituye, quizás, el grupo de hongos agaricoides más diverso del mundo, con más de 2.000 especies descritas y cuya identificación es muy complicada por varios motivos: la poca diferenciación morfológica entre taxones diferentes o, alternativamente, la elevada variabilidad infraespecífica, además de la necesidad de establecer combinaciones complejas de caracteres morfológicos, anatómicos, químicos y ecológicos para delimitar correctamente las especies.
Cortinarius badiolaevis. Imagen: Rafael Mahiques
Las especies de Cortinarius descritas a partir de colecciones valencianas son: Cortinarius assiduus (Mahiques, Ortega & Bidaud, 2001), cuya localidad tipo es el alcornocal de Llutxent-Pinet, en la comarca de la Vall d’Albaida; Cortinarius benovairensis (Mahiques, 2004), encontrado bajo carrascas en la partida del Benovaire, situada en la localidad de Quatretonda (Vall d’Albaida); Cortinarius murellensis (Gutiérrez, Ballarà, Cadiñanos-Aguirre, Palazón & Mahiques, 2005), creciendo bajo carrascas en la localidad de Morella y encontrado durante las XXIII Jornadas Europeas de Cortinariólogos celebradas en la misma localidad; Cortinarius badiolaevis (Niskanen, Liimatainen, Mahiques, Ballarà & Kytövuori, 2010), encontrado en 2005 en las mismas Jornadas de Morella, bajo pinos; y Cortinarius tauri (Mahiques & Reumaux, 2009), nombre cuyo epíteto específico, “tauri”, está dedicado a la localidad de El Toro, en la comarca de l’Alt Palància, donde fue encontrado creciendo en un bosque mixto de pino albar, pino resinero, enebro y roble valenciano. Cabe mencionar, que dentro de los estudios sobre el género Cortinarius, no sólo en el territorio valenciano sino también de la zona de Prepirineos catalanes, se está procediendo a la secuenciación de ADN de muestras de estas zonas con el fin de comparar su posición filogenética con la de muestras provenientes de otras latitudes.
En 2011 se publicó Sarcodon amygdaliolens (Rubio-Casas, Rubio-Roldán & Català, 2011), una bella especie de basidiomiceto que, entre sus muchas localidades peninsulares, figuran dos valencianas: una en La Puigmola (Barx) y la otra en el alcornocal de Llutxent-Pinet, ambas realizadas por S. Català. Se trata de un hongo de tamaño medio a grande, con el himenio constituido de acúleos, con la carne beige amarillenta que se oxida levemente con el paso del tiempo y con un llamativo olor de almendras amargas, carácter del que deriva su nombre específico.
Sarcodon amygdaliolens. Imagen: Luis Rubio
En último lugar, encontramos la única especie nueva de ascomiceto dentro de esta primera categoría, que ha sido descrita este año en la revista Mycological Progress por I. Garrido-Benavent y Sergio Pérez-Ortega. Se trata de Caliciopsis valentina, cuyo epíteto está dedicado a la territorio valenciano, pues hasta ahora sólo ha sido hallada en varias localidades de la comarca de la Vall d’Albaida, aunque se espera que esté presente en otras zonas. Este pequeño hongo, de hasta 5 milímetros de longitud y 0.25 milímetros de anchura, negro y de aspecto cilíndrico, con el ápice y centro ensanchados, crece de forma abundante entre las grietas de la corteza de las carrascas.
Para su detección y posterior estudio se hace necesario el uso de un cuentahílos o un estereomicroscopio. Tanto este estudio como el que dio lugar a la publicación de Sarcodon amygdaliolens ofrecen detallados análisis morfológicos, anatómicos, químicos y moleculares, lo cual es interesante desde un punto de vista sistemático, pues cada vez se apoya más la idea de que la taxonomía integradora debe ser la aproximación fundamental en el estudio de la diversidad y, en particular, de especies de hongos.
Caliciopsis valentina. Imagen: Isaac Garrido-Benavent
En la segunda categoría, en 1999 fue publicada la variedad valentinus del Cortinarius olidoamarus (Mahiques & Favre, 1999), que unos años después sería cambiada a forma valentinus. Sea considerada variedad o forma, este taxón representa una variación más o menos extensa en los caracteres que originalmente sirvieron para describir la especie. Con la incorporación de las herramientas moleculares, cada vez son más los casos en los que formas y variedades han sido elevadas al rango de especie.
Finalmente, en la categoría de nuevas combinaciones se encuentran tres ascomicetos: Ruhlandiella truncata y Ruhlandiella reticulata (Rubio, Tena, Ormad & Suárez, 2010), y Caliciopsis beckhausii (Garrido-Benavent & Pérez-Ortega, 2015). Las primeras están asociadas a Eucalyptus y fueron recolectadas en la Gola del Pujol (El Saler). El último taxón, genética y morfológicamente emparentado con Caliciopsis valentina, también crece en las grietas de la corteza de carrascas, pero sólo ha sido encontrado en la Sierra de Mariola, además de otras localidades peninsulares. Parece que, a diferencia de la especie típica valenciana, prefiere hábitats más continentales.
Ruhlandiella truncata. Imagen: (P.H.B. Talbot) E. Rubio, R. Tena, J. Ormad & A. Suárez
Ruhlandiella reticulata. Imagen: (P.H.B. Talbot) E. Rubio, R. Tena, J. Ormad & A. Suárez
En resumen, estos 12 taxones fúngicos representan parte del patrimonio micológico de nuestro territorio que ha sido descubierto en los últimos años. Hay que advertir que, en mayor o menor medida, todos ellos son reconocibles a simple vista. Sin embargo, un gran número de estudios recientes centrados en cuantificar la diversidad de hongos en diferentes ecosistemas terrestres, señalan que la mayoría de hongos son microscópicos y solamente detectables mediante técnicas de secuenciación. No obstante, se espera que más especies nuevas, “de las macroscópicas”, sean descritas en el futuro en nuestro territorio, pues todavía son pocos los recursos en personal y económicos que se han destinado para desentrañar este mundo micológico.