El Jardín de los Boticarios de Moscú
Como casi todos los jardines botánicos con varios siglos de historia, el Jardín de los Boticarios de Moscú fue en su origen un huerto creado para el cultivo de hierbas medicinales, la preparación de medicinas y enseñanza médica. Hoy es la parte histórica del Jardín Botánico Lomonósov, uno de los más importantes de Rusia.
El llamado Jardín de los Boticarios (también Huerto del Boticario) fue construido en el año 1706 por Pedro I, uno de los gobernantes más importantes de la historia de Rusia y el artífice de la modernización de su país gracias a una apertura a occidente y a la mejora de las relaciones internacionales. Pedro I, llamado el Grande, exportó a su Imperio costumbres occidentales como las expediciones o la creación de instituciones con fines científicos. Al principio, se instaló en las afueras de la ciudad, pero luego se trasladó al centro de Moscú, ubicación que mantiene en la actualidad.
En un principio este huerto pertenecía a los boticarios de la corte y dicen que era común ver al Zar paseando entre sus árboles. De hecho, entre los más antiguos, que datan del siglo XVIII, encontramos el sauce blanco y un ejemplar de alerce, un árbol de la familia de las pináceas y que dicen fue plantado por el propio Pedro el Grande.
Pedro I el Grande
Alerce
Tras la muerte de éste, en 1725, el Huerto de los Boticarios pasó a pertenecer al Hospital de Moscú. Es en esta época cuando aparece en escena el que será su primer director general y uno de los más ilustres, el médico y explorador alemán Traugott Gerber, amigo personal de Carlos Linneo. Gerber llegó a principios del segundo tercio del siglo XVIII a Moscú para ser médico de la corte de la Zarina Anna. Allí comenzó a dar clases en la Universidad, donde enseñaba botánica, y realizó varias expediciones para recoger ejemplares de plantas por toda Rusia. Gerber falleció precisamente en una de estas expediciones realizada en 1743 durante una campaña del ejército ruso en Finlandia.
A finales del siglo XVIII el Huerto de los Botánicos pasó a depender de la Academia de Medicina y ya a principios del siglo XIX, de la Universidad de Moscú, que lo transforma en un Jardín Botánico científico, tal y como lo conocemos hoy en día. En la actualidad, las seis hectáreas de Huerto de los Boticarios forman parte del gran Jardín Botánico de Lomonósov, de más de treinta hectáreas y dependiente de la Universidad de Moscú.
El esplendor Imperial
En el siglo XIX se produce el periodo de máximo esplendor del antiguo Huerto de los Boticarios y lo hace de forma paralela al auge del Imperio Ruso y de la dinastía Romanov. La persona que escenifica esta época es otro botánico alemán, Georg Franz Hoffmann. Hoffmann había sido director del Departamento de Botánica y del Jardín Botánico en la Universidad de Göttingen hasta 1803, año en que se traslada a Moscú. Su trabajo “Flora de Alemania” era muy conocido en Rusia, lo que le abrió las puertas de la Universidad. Hoffmann fue un destacado profesor y conferenciante cuyas charlas eran escuchadas por personajes de la talla de Goethe o Humboldt. Durante su estancia en Moscú escribió la mayor descripción existente del Jardín Botánico de Moscú, “Genera Plantarum Umbelliferarum” publicada en 1816.
A lo largo del siglo XIX el Huerto de los Botánicos se fue enriquecido con la gran colección privada de Alexei Razumovskym, aficionado a la botánica y a la recolección y reproducción de plantas por el mundo. Razumovsky creo que los aledaños de su finca, conocida como Gorenka, un gran jardín botánico y construyó varios invernaderos que llegaron a albergar más de 9.000 plantas de todo el mundo. Este jardín privado fue considerado como el cuarto más avanzado a nivel mundial y una de las maravillas de Moscú, que era visitado por naturalistas y científicos de todo el mundo. Cuando los propietarios de la finca murieron las plantas cultivadas en este jardín fueron adquiridas por los jardines botánicos de Moscú y San Petersburgo. El Huerto de los Botánicos también incorporó en esta época una gran parte del herbario del Monasterio Donskoy, uno de los más importantes de Rusia fundado en 1591.
Crocos
Tulipanes
En la actualidad el Jardín de los Boticarios incorpora más de 2000 especies y conserva prácticamente toda la arquitectura del siglo XIX que se construyó en él, como un puente de madera, una pérgola y un gran castillo de arcilla, además de varios invernaderos con plantas tropicales y subtropicales, que sólo allí pueden soportar las frías temperaturas de Rusia. En los diversos estanques de este botánico hay grandes tortugas y carpas, pero destaca sobre todo uno de ellos, construido en el siglo XVIII a base de distintas capas de arcilla en un barranco del huerto. El origen de este estanque era recoger agua de lluvia para el riego de plantas pero hoy se ha convertido en el hogar de cientos de carpas y carassius.
Carassius
Si caminamos por los sinuosos caminos del antiguo Huerto de los Boticarios podemos encontrar plantas de todo tipo, desde las de uso medicinal que rememoran el origen de este botánico hasta árboles y arbustos, flora de montaña, plantas ornamentales o de frutos y colecciones de toda Europa. De entre estas flores destacan los manguitos, que forman un auténtico manto morado o azul que cubre el jardín en primavera y que es fundamental como parte de este ecosistema por ser fuente de néctar para insectos y animales. También tienen un lugar destacado los tulipanes (hay más de 150 variedades distintas en este botánico) que representan el Día de la Victoria, los jacintos, los crocos y los robles (Quercus robur Fastigiata) cuyo ejemplar más antiguo, dicen, fue plantado por Hoffmann en 1805.