Majorelle, el jardín azul de Marrakech
En muchas ocasiones la historia nos habla de jardines que se convierten en el sueño y la pasión de los hombres. Los Jardines de Majorelle, en Marrakech, fueron el sueño de dos de ellos: el pintor Jacques Majorelle y el diseñador Yves Saint Laurent, quien los recuperó en los años 80 para donarlos años después a la ciudad marroquí.
Los Jardines de Menara son los jardines más conocidos de Marrakech. Fueron creados en 1870 sobre un antiguo estanque almohade y su principal atractivo son sus árboles, que confieren al espacio el verdor y la frescura tan necesaria en esta ciudad al norte de Marruecos. Sin embargo, existen otros jardines que llaman más la atención, no por su tamaño o por su fama, sino por su historia y por su peculiaridad: se trata de el Jardín de Majorelle, ubicado en la Ville Nouvell , o ciudad nueva, construida extramuros durante el siglo XIX, durante el periodo de protectorado francés.
El primero hombre que soñó con los Jardines de Majorelle fue el pintor que le dió su nombre, Jacques Majorelle, hijo del Louis Majorelle, quien fuera uno de los percusores de L´École de Nancy, emblema del Art Nouveu francés. En el año 1919 un jovencísimo Jacques Majorelle de apenas 23 años viaja a Marrakech, ciudad a la que acude, como muchos otro en su época, para visitar un sanatorio en el que tratar una enfermedad cardíaca.
Majorelle pronto cae hechizado por la medina, la ciudad vieja, sus luces, sus mercados y sus aromas. Instalado ya en este rincón de Marruecos, por entonces protectorado francés, Majorelle decide comprar un terreno a las afueras de la ciudad, cerca del palmeral, y años después,a principios de la década de los 30, decide construir allí una casa en la que instalarse y tener su propio taller.
La villa creada por Majorelle se inspira en el Art Decó y el Le Corbusier, e incorpora patios, balsas, balcones y zonas de paseo muy al estilo modernista. Amante de la botánica, el pintor decide crear en los alrededores de su villa un gran jardín botánico que se convierta en su mejor obra de arte. Se decanta por las especies más raras y exuberantes, traídas de sus viajes por todo el mundo: las grandes extensiones se ocupan por palmeras, cocoteros y cactus, las zonas húmedas por nenúfares y bambús y las zonas de “huerta” por yucas.
Siguiendo la estética que sólo una ciudad como aquella podía inspirarte, convierte las zonas de paseo de su jardín de una gran recreación de los palacios de los califas. Adorna espacios con fuentes y recrea pequeñas cascadas de agua, incluye cuencas y jarras de cerámica como decoración y construye alamedas para largos paseos y una pérgola de estilo oriental para protegerse del Sol. Cerca de su casa, decide construir un par de casas estilo bereber en las que instalará su taller. El resultado, es un gran palacio vegetal.
Cuando en 1937 Majorelle crea su propio color, un azul intenso, purpúreo y muy saturado, pinta con este color las paredes de su taller. Le gusta el contraste de su color con el verde de la vegetación. Pronto pinta de azul también la pérgola, las tinajas y los cuencos que adornan las casi cuatro hectáreas de botánico. Cuando el pintor francés abre al público las puertas de su gran obra de arte, el azul Majorelle lo ha invadido todo convirtiéndose, para siempre, en la seña de identidad más notable del jardín.
Tras a muerte de Majorelle en un accidente de tráfico en 1962, los jardines quedan abandonados y ya en los años ochenta son adquiridos por el diseñador y modisto francés Yves Saint Laurent, quien quiere recuperar su espíritu y majestuosidad. Instalado en Marrakech, Saint Laurent reservará la antigua casa para su uso privado y convertirá el antiguo taller de Majorelle en el Museo Islámico de la ciudad. En este espacio, abierto al público, decidió exponer una importante parte de su colección privada de arte que incluye cuadros, esculturas, joyas, cerámicas y textiles de diversa índole.
Por supuesto, el modisto francés no olvidó en ningún momento el valor botánico de este paraje, y por eso centró gran parte de sus esfuerzos a ampliar las especies que pueden verse en los jardines, de las 135 a las más de 300 que hay en la actualidad. A pesar de no ser un Jardín Botánico especialmente amplio, incluye especies de los cinco continentes, divididas en cactus, palmeras, bambú, plantas de jardín y plantas acuáticas y entre las que destacan la colección de cactus y buganvillas y las densas extensiones de bambú. También se han identificado en los Jardines de Majorelle más de 15 especies de aves endémicas del área del Norte de África y las tortugas campan a sus anchas por todo el jardín.
Tras la muerte de Yves Saint Laurent en 2008, el jardín pasó a depender de la ciudad. Hoy en día, más de dos decenas de jardineros y botánicos trabajan por mantener este espacio que se ha convertido en uno de los reclamos más importantes de la ciudad.
Más información: www.jardinmajorelle.com