LA FLOR MÁS NOBLE
La flor de Lis ha pervivido en la memoria colectiva a lo largo de los siglos. Ha sido símbolo heráldico de los caballeros, marca de castigo de prostitutas y ladrones y representación de los scouts y del alma humana. Distintos usos para una flor cargada de mitos.
Encontramos la flor de Lis en prácticamente todas las culturas y civilizaciones. Habitualmente, está asociada a dos cualidades, el poder y el ocultismo. La causa de este matrimonio es que la flor real a la que representa (el lirio, ya que “lis” es un galicismo de esta palabra) se asemeja a los genitales masculinos, de ahí su vinculación con el poder y también con la espada, por eso la importancia en la heráldica de la flor. Datar cuando nace este simbolismo es totalmente imposible, aunque se sabe por ejemplo que en la antigua Mesopotamia hace más de 2.500 años, un símbolo parecido a la flor de Lis se encontraba en la decoración de palacios como el de Istar, construido por el rey Nabucodonosor II.
La Iglesia Católica también la utilizaría como símbolo de su expansión a lo largo del siglo V. Prueba de ello es que algunos manuscritos antiguos traducidos al latín vulgar tenían una representación de la flor en su portada. No es de extrañar por lo tanto, que mucho tiempo después la flor se vinculara a la nobleza francesa, amparada en algunas creencias y leyendas que fuera de la Iglesia apuntaban a que los supuestos descendientes de Cristo vivían en Francia, enlazando con la historia del Santo Grial.
Lo cierto es que la presencia de la flor de Lis en la tradición es constante. La Orden Militar de Santiago, creada en el siglo XII para defender a los peregrinos que visitaban la tumba del apóstol, la exhibía en sus vestimentas y escudos. El lirio siempre ha estado presente en las ofrendas a la Virgen, y es también uno de los atributos de San José, a quién según la leyenda le florecieron lirios en su bastón.
Caballeros, prostitutas y alquimistas
Como emblema heráldico la flor de Lis se remonta al siglo XII, cuando el rey Luis VII de Francia la incorporó a su escudo, una tradición que seguirían el resto de monarcas galos. A partir del siglo XIV, la casa inglesa de los Lancaster también la incorporará a sus escudos como una reivindicación de sus aspiraciones al trono francés. A partir de entonces, la flor de Lis será uno de los emblemas más usados en heráldica, junto con la cruz, el águila y la espada. Lo será en Francia y también en algunas zonas del norte de España y siempre vinculados a los caballeros.
Escudo de armas de los Lancaster
Ya en el siglo XVI, durante el Renacimiento los alquimistas adoptaron la flor de Lis como símbolo de su prestigio, uniéndola a sus blasones y tomando un nuevo simbolismo, representar la resurrección y la iluminación. Este nuevo significado vinculará a la flor con el ocultismo y en el siglo XVII la adoptará la mafia alemana Hachel. De este modo, las personas ajenas a esta mafia que se encontraron en el camino de ésta fueron brutalmente asesinadas y marcadas con esta flor con un hierro candente.
Tampoco la literatura ha podido escapar al encanto de esta flor. Según describe Alejandro Dumas en “Los tres mosqueteros”, en la Francia del siglo XVII los verdugos marcaban a fuego con una flor de Lis los hombros de prostitutas, ladronas y adúlteras. No es casual por lo tanto que uno de los personajes más malvados de la novela, la intrigante y bella Milady de Winter, fuera marcada con ella. Según cuenta la novela, cuando ésta dama de confianza del Cardenal Richelieu fue juzgada y sentenciada a morir, fue ejecutada por el mismo verdugo que durante su adolescencia había tatuado esta flor de la vergüenza en su hombro.
Fotograma de “Los tres mosqueteros”, Paul W.S. Anderson. (2011)
El país de las Lilium
Más allá de los escudos, de las leyendas y de la cultura popular, encontramos la flor de Lis en la naturaleza, en los campos. Las especies de Lilium, comúnmente conocidas como azucenas o lirios, constituyen un género con alrededor de 110 integrantes que se incluye dentro de la familia de las liliáceas, extensa familia de bulbosas ampliamente cultivadas desde la más remota antigüedad. La representación más antigua de un Lirio se remonta al 2010 años antes de Cristo y se encontró en frescos de las ruinas del Palacio de Minos en Creta, se trata del Lilium candidum, popularmente conocida como Azucena de la Virgen o de Madonna que es una especie originaria de la Europa Mediterránea.
Lilium candidum
Encontramos variedades prácticamente en todo el mundo, de ahí que existan vestigios de su simbolismo en todas partes. Es una flor nativa de las regiones templadas del hemisferio norte, y suele crecer en hábitats montañosos y bosques, aunque a veces también puede crecer en praderas y cerca de pantanos. En Europa es una flor muy extendida, al igual que en Asia (sobre todo en Japón y en India). En América podemos encontrar lirios en el sur de Canadá y en la mayor parte de EEUU.
Según muchos jardineros, los lirios y azucenas son, junto con las rosas, la aristocracia de las flores por ser llamativas y sus colores intensos. La planta puede alcanzar una altura máxima de un metro y su color varía mucho entre las distintas variedades. El lirio es una planta bulbosa o de rizoma, que presenta variedades caducas y variedades perennes. La temporada de floración es la primavera y la multiplicación se hace por división de mata a fines del verano.
Lilium pyrenaicum
Una de las variedades más vistosas es la llamada Azucena de los Pirineos (Lilium pyrenaicum) y la que normalmente se asocia con la representación tradicional de la flor de Lis. Es una variedad muy rara, vistosa y poco frecuente endémica de los Pirineos y de la Cordillera Cantábrica. Las flores de esta azucena tienen forma de turbante, son amarillas con manchas negras y anteras de un naranja muy vivo, se disponen en ramilletes de pocas flores.