Bosques a la deriva
Las nutrias las usan como guardería, pueden espesar nuestros helados, producir el hidrógeno que usamos como combustible, brillar en la oscuridad o incluso conseguir que la nieve huela a sandía, pero lo más importante es que realizan la mitad de la fotosíntesis mundial, hablamos de las algas.
Flotando cerca de la superficie de los océanos encontramos una masa de organismos unicelulares que son la base de las cadenas alimentarias oceánicas, pero también hay algas pluricelulares que forman bosques donde se alojan numerosos animales. La mayor parte de las algas contienen pigmentos fotosintéticos con los que transforman la energía luminosa en energía química y les otorgan una paleta muy variada de tonalidades verdes, rojas, amarillas o pardas.
Ensalada de algas variadas
Algas unicelulares: fósiles, bíblicas y atmosféricas
Aunque algunas de las algas viven en tierra firme o adheridas al sustrato en el agua, la mayor parte pertenecen al fitoplancton que es la base del ecosistema oceánico, del mismo modo que lo es un bosque en las zonas emergidas.
Banco de mantas alimentándose de fitoplancton
Uno de los siete filos de algas unicelulares son los dinoflagelados. La palabra dino– en griego significa rotación. En la superficie de estas células hay dos hendiduras perpendiculares donde hallamos los dos flagelos que las propulsan hacia adelante al mismo tiempo que giran sobre su eje. Algunos dinoflagelados como Gonyaulax producen compuestos letales. Resultan inocuos al ser ingeridos por los mejillones y las vieiras pero pueden ser letales cuando los humanos comemos estos moluscos puesto que interfieren en nuestro sistema nervioso.
Gonyaulax
Los dinoflagelados también son los responsables de las conocidas Mareas Rojas. La introducción de nutrientes en superficie, bien por el afloramiento de agua del fondo marino o por la escorrentía de agua de uso agrícola cargada de fertilizantes, provoca la proliferación de estas algas y la muerte de bancos de peces. El color rojo del agua es debido a sus pigmentos. Quizás, la primera de las plagas de Egipto fuera una Marea Roja.
Marea Roja
Otro de los siete filos es el correspondiente a las diatomeas, que viven en aguas frías. Tienen envueltas celulares de sílice (SiO2) y al morir se depositan en el fondo marino donde fosilizarán. Los paleontólogos usan los fósiles de diatomeas para reconstruir los cambios climáticos prehistóricos. Estas células de paredes ornamentadas se han usado como aislante en los hornos, componentes de dentífricos y abrasivo de pavimentos.
Tal vez, los organismos más populares del fitoplancton sean las haptofitas. Tienen una cobertura hecha de escamas de celulosa o de carbonato cálcico y liberan a la atmósfera grandes cantidades de dimetilsufato que funciona como núcleo de condensación para la formación de las nubes.
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Emiliania huxleyi, ejemplo de haptofita
Acantilados Blancos de Dover. El color blanco se debe a la presencia de cocolitos, un tipo de haptofita con cobertura de carbonato cálcico que otorga al paisaje este color blanco
Algas pluricelulares, la pesadilla del estudiante de biología
Clasificadas en base a sus colores, las algas pluricelulares tienen una estructura parecida a la de las plantas terrestres. Las algas rojas no suelen medir más de 10 centímetros de longitud y sus ciclos vitales son muy complejos ya que llegan a tener tres fases pluricelulares.
También encontramos las algas verdes, que comparten un ancestro común con las plantas. Estas algas pueden vivir tanto en ambientes acuáticos como en tierra firme gracias a la simbiosis con hongos, dando lugar a los líquenes que crecen sobre las rocas o sobre las cortezas de los árboles. El caso de Clhamydomonas nivalis que tiñe la nieve de la montaña de color rosa y desprende olor a sandía no deja indiferente a nadie.
Nieve teñida de rosa por Chlamydomonas nivalis
Liquen sobre roca
Bosques de algas
Desde Méjico hasta Alaska unos gigantes fotosintéticos de 50 metros de altura dan escondrijo a centenares de especies que viven entre ellos. Son los bosques de kelp. Estas algas son el alimento preferido de los erizos de mar que a su vez son pasto de las nutrias. Del kelp se extrae la algina que sirve para espesar los helados y fluidificar la pintura para evitar las marcas del pincel sobre el lienzo. Si miramos un kelp podremos ver que crece hasta 15 centímetros diarios, por eso sus recolectores sólo usan el último metro para comercializarlo.
Bosque de Kelp
Familia de nutrias
Gelatina extraída de algas
Ni carne ni pescado
Ya hemos visto algas unicelulares y bosques de algas gigantes, no obstante, hay un tipo de vida intermedio, la colonia. El ejemplo por excelencia es el caso de Volvox. Formada por miles de células fotosintéticas dispuestas en una sola capa alrededor de una esfera hueca que se siente atraída por la luz. En la superficie de Volvox conviven células flageladas especializadas en el desplazamiento de la colonia y otras sin flagelo cuya función es la reproducción.
Colonia de Volvox. Las esferas pequeñas son las colonias hijas
Canibalismo entre algas
Los cloroplastos son los orgánulos celulares que permiten a las algas fotosintéticas obtener la energía que las mantiene vivas. Estos orgánulos aparecieron gracias a un proceso conocido con el nombre de endosimbiosis según el cual una célula ingirió a otra. Dependiendo del número de membranas de los cloroplastos podemos pensar que un alga ha sufrido uno, dos o tres acontecimientos endosimbióticos a lo largo de su historia evolutiva.
Lynn Margulis, gran defensora de la Teoría Endosimbiótica
Las algas son un grupo variado de organismos. Hemos visto cómo clasificarlas, para qué las usamos nosotros y otros organismos, cómo aparecieron en nuestro planeta, cómo ponen en peligro nuestra salud y cómo ayudan a formar las nubes. Las encontramos sobre las cortezas de los árboles, en los océanos, en los lagos y en los postres refrescantes. ¿Qué les queda por hacer a las algas? Si una cosa se puede aprender de ellas es que vivir a la deriva es la única forma de estar en todas partes.